Un libro recientemente publicado, titulado “PandaLeaks – The Dark Side of the WWF” (PandaLeaks – El lado oscuro de WWF), expone las oscuras prácticas ocultas del grupo de la ONG ecologista más grande del planeta, WWF (World Wildlife Fund for Nature o “Fondo Mundial para la naturaleza”)
El libro, escrito por el galardonado periodista y cineasta alemán Wilfried Huismann, estuvo a punto de no ver al luz después de que WWF luchara con uñas y dientes para detener su venta.
Los esfuerzos del grupo por detener la publicación del libro, que incluyó una masiva campaña de amenazas y una serie de demandas judiciales, finalmente no ha podido impedir la publicación del escrito.
Tras dos años sobre el terreno investigando las actividades de WWF, Huismann ha descubierto una amplia serie de actividades horribles, e increíblemente decepcionantes de la entidad ecologista.
Si bien WWF lleva años estando rodeada en algunos ámbitos por un halo de escepticismo acerca de sus actividades, el alcance de sus tácticas poco éticas e hipócritas no se habian expuesto en profundidad hasta el lanzamiento de la investigación reciente de Huismann.
El libro acusa a la WWF de “vender su alma” a las corporaciones a cambio de sus donaciones, así como de forjar alianzas con poderosas empresas no sostenibles que están destruyendo el planeta y que realizan un lavado de imagen “ecológico” de sus operaciones bajo la etiqueta del grupo de conservación.
Originalmente lanzado bajo el nombre de “El silencio de los pandas” en el año 2012, el libro se convirtió en un éxito de ventas en Alemania antes de ser publicado recientemente en Inglés, después de una serie de medidas cautelares y casos judiciales.
Monsanto, Coca-Cola, Shell, HSBC, Cargill, BP, Alcoa y Maine Harvest se han beneficiado de la “etiqueta verde” de la WWF, mientras continuaban con sus sucias actividades perjudiciales contra el medio ambiente, afirma Huismann.
Mientras condenaba públicamente a tales corporaciones, a puerta cerrada el WWF ponía en marcha “mesas redondas” de industriales sobre productos ecológicos, como el aceite de palma, la madera, el azúcar, la soja, los biocombustibles y el cacao.
“WWF es un fiel servidor de las gigantescas corporaciones del sector de la alimentación y la energía, a las cuales otorga una imagen progresista y ecologista…Por un lado protege el bosque; por el otro, ayuda a las empresas a apoderarse de las tierras de los pueblos indígenas. WWF ayuda a vender la idea del reasentamiento voluntario de los pueblos indígenas”, afirma Huismann.
Aparte de meterse en la cama con algunos de los mayores contaminadores del mundo, WWF también ha sido acusado de cometer crímenes contra los pueblos indígenas mediante la financiación de su “desplazamiento” y “extinción cultural”, contribuyendo al desplazamiento de más de 20 millones de personas que ahora están clasificados como “refugiados ecológicos”.
Un grupo étnico que reside en el Congo, el pueblo Baka, afirma que han sido forzados a abandonar sus tierras ancestrales en nombre de la “conservación”.
La restricción del acceso de los indígenas a sus tierras ha comportado que se comporten como nómadas, vagando de un lado a otro. Estos indígenas son perseguidos por cazadores a sueldo que a menudo son acompañados por funcionarios de medio ambiente y soldados durante las patrullas. Los hombres y las mujeres Baka dicen que han sido acosados, golpeados y torturados, algunos de los cuales han muerto como consecuencia de los golpes, por estas patrullas que según los informes son financiadas por WWF.
Además, WWF, que fue creada hace más de 50 años por el Príncipe Philip y el Príncipe Bernhart de los Países Bajos, utiliza encubiertamente un club de élite, formado por 1.001 de las personas más ricas del mundo, incluidos filántropos, industriales y naturalistas de clase alta, según los informes, que están actuando encubiertamente en beneficio de las actividades sucias de WWF. Este club de élite utiliza su influencia en los pasillos del poder global y corporativo para favorecer los objetivos de la entidad.
Algunos miembros anteriores de este club fueron personajes como Henry Ford, Alfred Heineken, el jefe de Fiat, Gianni Agnelli, Juan Antonio Samaranch y elmultimillonario suizo barón von Thyssen, así como otros políticos corruptos, como el dictador del Zaire Mobutu Sese Seko.
A pesar de que Huismann admite que odia las teorías de la conspiración, afirma convencido que este club en la sombra sigue siendo importante y que ejerce una poderosa influencia en las decisiones estratégicas de la WWF.
El libro de Huismann también ataca las relaciones de WWF con la industria de la energía. Su primer patrocinador corporativo fue Shell, uno de cuyos presidentes también ejerció de presidente de la WWF. La organización ha dicho recientemente que está eliminando las donaciones procedentes de las compañías de combustibles fósiles, pero esto no es completamente cierto ya que en 2010 recibió pagos de Shell y BP para estudiar qué bosques del hemisferio sur debían conservarse y qué tierras podían ser explotadas libremente con fines industriales.
En respuesta a la polémica creada por el libro, la WWF, afirma que nunca vendieron su alma, pero que serán más selectivos con respecto a quiénes les otorgan donaciones, con el fin de trabajar en crear unos “estándares globales de transparencia y rendición de cuentas de las asociaciones empresariales”
Como podemos ver, la suciedad y la corrupción tienden a concentrarse allí donde hay dinero, poder e influencia, aunque sea en una ONG supuestamente ecologista.
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