7 de julio, 2011, 21:07
Para el asentamiento de antiguas civilizaciones, lo mínimo que necesitaban tener era alimento y organización; para que esto último fuera posible, era necesario comunicarse mediante algún lenguaje. Hoy en día conocemos de estos lenguajes primitivos gracias a símbolos grabados, escritos o pintados, generalmente en muros. En 1993, fue descubierto un conjunto de 40 glifos en Teotihuacan; arqueólogos del Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH) y la Universidad de Stanford han anunciado que se podría tratar de un avanzado sistema de escritura que, según se piensa, habría servido para realizar funciones administrativas.
El desciframiento del sistema de escritura corrió a cargo del arqueólogo Sergio Gómez y el lingüista Timothy King. Las labores –que duraron varios años– llevaron a concluir que los habitantes de La Ventilla —nombre que recibe el antiguo barrio en la ciudad— empleaban un sistema de escritura similar a la utilizada en el centro de México hasta la llegada de los españoles, en una lengua antecedente del náhuatl.
A pesar de que la teoría que la escritura mesoamericana incurría en el foneticismo ha sido muy criticada, Gómez y King dicen tener los argumentos suficientes para sustentarla. Para el descifrado de los glifos, los investigadores utilizaron una metodología basada en las ciencias del lenguaje. El trabajo se realizó partiendo de los principios de la glotocronología, tomando en cuenta aspectos de foneticismo y homofonía. Gómez explica que varios de los códices empleados hoy en día utilizan el sistema empleado por los teotihuacanos cientos de años antes.
Este tipo de símbolos son objeto de estudio, pues nos ayudan a comprender muchos aspectos de comunidades antiguas, entre ellos, su manera de organizarse. Suerte que en 1992 se haya impedido la construcción de un centro comercial en La Ventilla, pues el complejo habría impedido estas investigaciones y hallazgos sobre la civilización teotihuacana. La imagen al final de la entrada son reproducciones de los símbolos encontrados en 1993.
Imágenes: La Jornada.
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