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lunes, 23 de enero de 2012

Hallan ofrenda mortuoria en cenote de Chichén Itzá

Se localizó dentro de un nicho natural sumergido y está compuesta por huesos humanos, vasijas de cerámica, cuentas de jade y de concha, cuchillos y artefactos redondos

Según expertos la ofrenda fue depositada en la época prehispánica como ritual de petición de lluvia en los siglos IX y X, cuando los mayas padecieron dos periodos de sequía

Fotos: Arqueología Subacuática de la UADY

 
Chichén Itzá, Yucatán, 24 de mayo de 2011.- Arqueólogos subacuáticos descubrieron dentro de un cenote cercano a la pirámide El Castillo, en Chichén Itzá, Yucatán, una ofrenda mortuoria depositada en la época prehispánica dentro de un nicho natural sumergido en las paredes de la roca, durante un ritual de petición de lluvia que debió celebrarse en los siglos IX y X, cuando los antiguos mayas padecieron dos periodos de sequía en la región.

ARQUELOGO_OBSERVANDO_UN_CRNEO_LOCALIZADO_DENTRO_DE_UN_CENOTE_DE_CHICHN_ITZ._FOTO_UADY_ARQUEOLOGA_SUBACUTICA  Arqueólogo observando uno de los cráneos hallados en el cenote
La ofrenda localizada en el nicho se compone de huesos humanos de al menos seis individuos —probablemente sacrificados durante un par de intensos periodos de estiaje, hace aproximadamente 1,200 y 900 años—, así como vasijas de cerámica, cuentas de jade y de concha, cuchillos de pedernal, bifaciales, artefactos redondos fabricados en concha (probables anteojeras identificadas con atributos de Tláloc, deidad de la lluvia), huesos de animales y gran cantidad de carbón que probablemente fue utilizado en el ritual.
El hallazgo se registró en el cenote al descender 21 metros hasta llegar al nivel del agua, y luego sumergirse 5 metros, donde se localizó una plataforma natural sobre la pared que conduce a una cueva inundada, a la cual se accede buceando 25 metros en forma horizontal, y en la que se encontraron dichos materiales, que por la posición que guardan se ha determinado que fueron colocados de forma cuidadosa y selectiva.

VASIJA_DE_CERMICA_QUE_FORMA_PARTE_DE_LA_OFRENDA_LOCALIZADA_DENTRO_DE_UNA_NICHO_NATURAL_SUMERGIDO._FOTO_UADY_ARQUEOLOGA_SUBACUTICA  Vasijas de cerámica también forman parte de la ofrenda mortuoria hallada
Además de la ofrenda mortuoria, en el fondo del cenote, a 50 metros de profundidad, se descubrieron los restos óseos de alrededor de 20 individuos y más de un centenar de elementos de huesos de animales, cerámica y esculturas, entre las que destaca un portaestandarte con características similares a un jaguar, así como una figura con anteojeras, semejante a los rostros que aparecen en las vasijas tipo Tláloc registradas en la cueva de Balankanché, Yucatán; las características del hallazgo lo hacen un símil del Cenote Sagrado de Chichén Itzá, el más importante de la región.

El descubrimiento se registró durante trabajos de investigación en cuevas y cenotes de Yucatán, derivado del proyecto El Culto al Cenote desarrollado por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), bajo supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).

PORTAESTANDARTE._FOTO_UADY_ARQUEOLOGA_SUBACUTICA  Portaestandarte en forma de jaguar que también se halló en el cenote
Al respecto, el arqueólogo subacuático Guillermo de Anda, quien durante los últimos cuatro años ha llevado a cabo esta labor de investigación, informó que el descubrimiento de este tipo de ofrendas apunta a una práctica ceremonial recientemente identificada y en proceso de estudio, que se ha registrado en cinco cenotes de la península de Yucatán.

"La práctica consistió en colocar ofrendas mortuorias en los nichos naturales sumergidos de las paredes de los cenotes, en las que destacan restos humanos, que podrían haber formado parte de un ritual funerario; otra hipótesis indica que los individuos depositados de esa manera pudieron haber sido sacrificados".
De Anda destacó que cualquiera que haya sido la razón del ritual, es claro que las personas no eran arrojadas desde la superficie, sino colocadas en las paredes del cenote. "Las hipótesis indican que las oblaciones pudieron estar dedicadas a las deidades de la lluvia, para pedir agua, en tanto que la antigüedad de las ofrendas —que tentativamente corresponderían al Clásico Tardío (600-900 d.C.) y Posclásico (900-1521)— coincide con la época en que fuentes documentales refieren a dos intensos periodos de sequía en la zona padecidos en los siglos IX y X.

HUESOS_HUMANOS_Y_DE_ANIMALES._FOTO_UADY_ARQUEOLOGA_SUBACUTICA  Oros huesos humanos y de animales hallados en el cenote
Esas sequías, indicó el arqueólogo, documentadas en estudios paleoclimáticos, han sido atribuidas como probables causantes del llamado Colapso Maya.

De los nichos naturales localizados el arqueólogo subacuático advierte que el encontrado en Chichén Itzá, a través de un trabajo de colaboración con el arqueólogo Rafael Cobos, titular del Proyecto Arqueológico "Chichén Itzá. Estudio de la comunidad Clásico Terminal", es el ejemplo más claro y completo de esta práctica ceremonial.

Sobre la ofrenda mortuoria hallada en el nicho, De Anda explicó que de acuerdo con las hipótesis de cómo fueron colocados los materiales encontrados, se cree que por la sequía el nivel del agua del cenote pudo haber descendido entre 3 y 5 metros respecto del que tiene hoy, lo que habría facilitado a los mayas llegar hasta la cavidad y depositar la oblación.

TRABAJOS_DE_REGISTRO_AL_INTERIOR_DE_UN_CENOTE_DE_CHICHN_ITZ._FOTO_UADY_ARQUEOLOGA_SUBACUTICA  Fue arduo el trabajos de registro de los arqueólogos subacuáticos en el cenote de Chichén Itzá
El investigador de la UADY destacó que este cenote —localizado a 2,300 metros de la pirámide El Castillo o de Kukulkán— nunca había sido explorado y por lo tanto su contexto está inalterado. "A través de análisis de ubicación espacial del material, y una estricta metodología cartográfica y de registro, se ha logrado la descripción de la ubicación precisa de cada elemento en un plano, con lo que se determina que se trata de un sitio ritual semejante al Cenote Sagrado de Chichén Itzá".

Cuando se realizaron las investigaciones en el Cenote Sagrado entre los años 1882 y 1968, concluyó De Anda, los pocos adelantos en la metodología y técnica de investigación propiciaron que se perdiera mucha información, por lo que el estudio de este nuevo cenote podría ayudar a contestar muchas incógnitas que quedaron sin respuestas respecto al primero, que probablemente es el más importante de toda el área maya. Boletín del INAH.


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