En 1991, el profesor de Yale David Gelernter predijo mucho de lo que hoy hacemos en Internet; ¿qué pronostica ahora?
David Gelernter, profesor de la Universidad de Yale, ya está destinado a ser recordado como el hombre casi asesinado por el Unabomber. Tras una dolorosa recuperación, el académico floreció como un conservador crítico social y continuó su vocación personal por la pintura. También escribió libros sobre temas tan diversos como el futuro de la tecnología, el significado del judaísmo y la Feria Mundial de 1939. Hoy, las oportunidades aún revolucionarias de la informática vuelven a ocupar un lugar central entre sus variados intereses.
Para él, Facebook y Twitter son la realización parcial de algo sobre lo que él ha estado escribiendo y pensando desde principios de la década de los 90, una evolución de Internet en una forma mucho menos caótica y más útil que la de hoy. Su término preferido es “lifestream”, que en español sería algo así como “corriente de vida”. Gelernter y la ingeniera en sistemas y escritora Eric Freeman acuñaron el término para describir “un flujo cronológico de documentos que funciona como un diario de su vida electrónico; cada documento que crea y cada documento que otras personas le envían es almacenado en su ‘lifestream’”. Como se llame, el ciberespacio tal como existe hoy necesita una puesta a punto.
La profecía es algo natural para Gelernter. En algunos círculos se le atribuye haber acuñado también el término “la nube”. Pero lo que a él le preocupa es la deficiencia de nuestras convenciones y prácticas para organizar la impetuosa y creciente matriz de objetos digitales que pueblan el ciberespacio.
Con respecto a la computadora personal, Gelernter dice, “el sistema de archivos ya estaba roto a principios de los 90. Los espacios para los nombres estaban saturados. Yo estaba harto de inventar nombres como nsfproposal319. El sistema de archivos se superpobló y la gente comenzó a llenar de íconos sus escritorios”.
A esa complejidad pronto se sumó la complejidad de la web, la masa de objetos digitales que conocemos hoy, conectada por medio de hipervínculos pero organizada de una forma que no es satisfactoria para nadie, excepto quizás sólo para Google.
“La actual forma de la web tiene la misma forma que el hardware de Internet”, dice Gelernter. “El hardware de Internet es un montón de computadoras conectadas entre sí en una telaraña con forma de nada. Internet en sí misma es un montón de sitios web hipervinculados en una telaraña en forma de nada”, explica.
La incapacidad de Internet para organizarse en una metáfora más útil es precisamente lo que hay que solucionar.
“Es imposible imaginarse la web. Es una nada difusa enorme. Atravieso en puntillas sus rincones con una linterna en la mano”, añade.
Nos sentamos en su modesta casa, a pocos kilómetros al norte de New Haven, en el estado de Connecticut. Debido a que la experiencia con el Unabomber ha dado color al interés de la prensa sobre él, Gelernter, en los perfiles que se escriben sobre él, tiende a aparecer como un ser adusto. Será cualquier cosa menos adusto. Es un poco cómico, en una especie de forma inexpresiva. Cita una de las partes “más comentadas” de uno de sus libros y agrega: “no es que alguna parte haya sido muy comentada”.
En su libro Mirror Worlds, de 1991, describe un futuro en el que todas nuestras actividades serían reflejadas en la web. Casi tan pronto como se publicó, el autor comenzó a pensar en una forma radicalmente nueva de organizar nuestro espejo mundial digital. Fundó una empresa para implementar su visión, pero no estaba bien concebida y quebró pocos años después. Hoy en día, sus patentes, en propiedad de un grupo de inversionistas, están en el centro de una importante demanda con Apple.
Sin embargo, la idea de lifestream ha despegado. Es en esencia una cronología que se extiende hacia el pasado pero también hacia el futuro (con citas, listas de tareas, etc.). Facebook, con su “muro” actualizado todo el tiempo por uno mismo o los amigos, es un ejemplo de lifestream. Twitter también lo es.
EL FUTURO DEL AHORA
Gelernter cree que estas líneas de tiempo son una forma más intuitiva y útil de organizar nuestras vidas digitales, sobre todo porque, como el pasado y el futuro salen de nuestras pantallas, en el centro está el ahora, y el ahora es de lo que realmente se trata Internet.Con el tiempo, predice, Internet estará dominada por los modelos de negocios basados en lo que se conoce como streaming (es decir, la distribución de multimedios a través de una red de computadoras, de manera que el usuario accede o consume el producto al mismo tiempo que se descarga). Toda la información del mundo será presentada en un streaming global público, aunque en su mayoría disponible sólo para los usuarios autorizados. Los navegadores de la web se convertirán en navegadores de streaming. Los usuarios, a su vez, se acostumbrarán a seguir y manipular sus objetos digitales adaptados al streaming y no como archivos en un sistema de carpetas. Así, el streaming se convertirá en un espejo de la historia de sus vidas en desarrollo.
Un stream es cualquier stream que se le ocurra a alguien. Ello le dará a la gente “una sensación mucho más transparente de la red. La gente la comprenderá mejor, y la propia red dará sustento a lo que claramente emergerá como su función más importante, que será presentar la información pertinente a tiempo”, explica.
Su hijo Daniel, un recién egresado de la Universidad de Yale, se suma a nuestra entrevista. Su doble misión parece ser la promoción del triunfo de la nueva empresa en la que ambos trabajan al tiempo que se asegura de que su padre no diga nada extraño sobre la demanda pendiente de su antigua empresa contra Apple.
BOMBA EN EL CORREO
El padre de Gelernter estudió física y se convirtió en un investigador pionero de la inteligencia artificial en IBM. Es por eso que desde muy pequeño estuvo familiarizado con el software. Su ambición desde muy temprana edad era ser un pintor importante, pero en Yale estudió informática “como una manera de sostener a su familia, una obligación primordial del judaísmo”. Su trabajo en computación paralela, en la que muchas computadoras cooperan en tareas, lo convirtió en una superestrella.Gelernter fue bastante afortunado cuando sobrevivió una bomba que recibió por correo y que le abrió el pecho y el abdomen, destrozando su mano y ojo derechos. El guante que hoy lleva en dicha mano cubre una prótesis. “Me permite darle algún uso a la mano. Está toda rasgada y parchada”, cuenta. Toma medicina para el dolor y visita a un especialista regularmente, pero se siente afortunado, capaz de “operar en el mundo y hacer las cosas que uno quiere hacer. Pudo haber sido mucho peor”, reconoce.
Gelernter vendió hace algunos años su primera empresa, Mirror Worlds Technologies, y su propiedad intelectual a un grupo de inversionistas. El comprador insistió en darle una pequeña parte del resultado de las demandas de sus patentes, y el año pasado un jurado emitió un veredicto de US$625 millones contra Apple por infringir patentes ligadas a lifestream en sus sistemas operativos para Macintosh y iPhone. En abril, el juez del caso invalidó al jurado y denegó la indemnización. El asunto está ahora bajo apelación.
La nueva empresa, para la cual Gelernter recién comienza a buscar financiamiento, se centrará en el desarrollo de un producto de lifestream para el iPad de Apple. “Nos gusta la plataforma”, dice. “Un objetivo concreto es crear un lifestream que reúna los streams de las redes sociales más populares y que incluya e-mail y cosas por el estilo. Generaría ingresos de la manera en que lo hacen Twitter y Facebook, a partir de un enorme número de usuarios, comenzando por el grupo que conocemos, los estudiantes de la Universidad de Yale, que adoran este tipo de novedades. Ellos les contarán a sus padres, quienes tienen abultadas billeteras porque envían a sus hijos a Yale”. El nuevo producto se difundirá de manera viral, con una vasta audiencia para los anunciantes.
Si la idea suena familiar, es porque debe serlo. Facebook comenzó en Harvard y se extendió a otras universidades antes de conquistar al mundo. Facebook, que ha evolucionado en un stream a través del cual los usuarios cuentan sus propias historias y leen las de otros, “está llenando un hueco importante en el ciberespacio, pero no creo que lo esté haciendo de forma elegante”, dice Gelernter. “No creo que Facebook dure para siempre”.
En cuanto a Google, valora sus esfuerzos para hacer los documentos no digitalizados del mundo, como los libros fuera de circulación, disponibles. Pero “me da la impresión de que Google quiere más poder que belleza”, dice. “Los ingenieros importantes están dominados por la estética, no sólo por la ingeniería”.
Quizá sorprenda entonces el que sea un admirador de Bill Gates y cree que Microsoft tiene el potencial de ser un actor importante en el futuro de los streams. “Es una de las pocas organizaciones con los recursos para hacer algo grande en el futuro, para hacer las cosas más fáciles y más elegantes y por ende más útiles. Si se decidiera a hacerlo lo lograría”.
Fuente: LaNacion
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