El primer gran tratado de Astronomía: Las tablas de Venus del rey Ammi-Zaduqa.
A partir del IV milenio a.c. en Mesopotamia, y ya plenamente inmersos en el revolucionario suceso de la agricultura, se vive un nivel de desarrollo cultural que permite una utilización sistemática y diversificada del medio. Este nuevo paso en la tecnificación de los medios productivos trajo consigo un incremento en la diversidad de las atribuciones sociales dentro los asentamientos, definitivamente inmersa en un periodo urbano o proto-urbano, y que sofistica las funciones organizativas y legislativas. Éste nuevo paso en la estructuración de las poblaciones, y que tiene como consecuencia una progresiva diferenciación social, tendrá su máximo exponente en la institución templaria. El Templo o lugar de culto del dios protector de éstas ciudades-estado se alzará como el aglutinador y gestor único de ese progresivo desarrollo socio-económico.
En el último siglo y medio, los arqueólogos han estado excavando en estos recintos religiosos en forma de torre escalonada o “ziggurat” y han encontrado importantes muestras plasmadas en barro cocido de su historia. Éstos escritos relatan un poder político teocrático que posee en casi su totalidad las parcelas agrícolas disponibles, a la vez que se destaca como exclusivo propietario de sus canales de irrigación. En añadidura a su posición como referente religioso del enclave, el templo es un centro administrativo donde se comercia con mercancías y servicios, disponiendo de sus propios talleres manufactureros, y ejerciendo como único centro posible de aprendizaje de los diferentes oficios y artes. No cabe duda que el progresivo desarrollo de éste emporio haría necesario una metodología que permitiera cuantificar y valorar los movimientos económicos de tales riquezas. También parece lógico pensar en la existencia de un ordenamiento organizativo para su conservación y explotación, así como de unas premisas administrativas que sirvieran como eje de la burocracia del prominente estado. De los segundos y terceros conocemos su denominación y funciones, se trata de los rituales templarios, y de los primeros su necesidad de crear un sistema contable. Pero un sistema de información de semejante índole haría necesario la creación de un soporte duradero que asegurara su perdurabilidad en el tiempo y por tanto, su legitimidad y consulta. Éste soporte será la escritura realizada sobre tablillas de barro mediante una caña terminada en cuña que serían posteriormente cocidas, lo que conocemos genéricamente como escritura cuneiforme.
Como parte de éste sistema, y que progresivamente se fue imponiendo en la Baja Mesopotamia a partir del III milenio a.c., la representación numérica sumeria en escritura cuneiforme fue un excelso logro que permitió el desarrollo de la primera ciencia conocida. Su valor es tal que ha perdurado hasta nuestro días como de uso estandarizado en geometría, así como en nuestra forma de medir el tiempo. La estructura representativa sumeria es considerada como la base de nuestro actual sistema decimal matemático, pero con la leve diferencia que la numerología sumeria era decimal sólo para los cincuenta y nueve primeros números, para a continuación seguir su anotación en sexagesimal.
Gracias a éste potente método, los sumerios, y posteriormente los babilonios, comenzaron a ser unos verdaderos expertos en el arte matemático. Ayudados por su impronta, los mesopotámicos fueron los introductores de una de las más preciadas herramientas del cálculo: Las “tablas numéricas”. Tablas que eran utilizadas como ayuda en operaciones matemáticas simples, recíprocos, cálculos angulares y raíces cuadradas. Más adelante, los babilonios fueron capaces de resolver ecuaciones lineales y cuadráticas, e incluso algunas con superior potencia, siendo los precursores en la utilización de formulación algebraica en el cálculo geométrico, mucho antes de lo que nos ha dictado nuestra tradición greco-latina. Bajo la dinastía amorrea de Babilonia, siglo XVIII a.c., el calendario, así como la nomenclatura de unos meses de estricto origen babilónico, conseguirá ser unificado. Meses que estarán compuestos de 29-30 días – esto era como consecuencia que los babilonios empezaban el mes durante la “Luna Negra” o “Novilunio” y su aparición no es constante. Oscila entre las 18 y 30 horas anteriores a la “Luna Nueva” - , conformando un total de 12,4 meses para un calendario lunar que se mantendrá prácticamente inamovible hasta el siglo VI a.c.
Para entender el interés mesopotámico por la Astronomía habría que reconsiderar la evolución de los preceptos religiosos. Dichos cambios vendrán definidos por la adaptación de los diferentes panteones sumerios debido al progresivo asentamiento o su conquista por parte de diferentes clanes y tribus semitas de las urbes sumerias. Éste acontecimiento dará como solución la institución por convergencia de nuevos credos patronales, caso de la ciudad de Ur/Urim - donde se comenzará a venerar al dios lunar Sin - , Sippar o Larsa, -cuyo patrono sera el dios solar Shamash - y donde las antiguas genéricas creencias a la diosa de la Fertilidad, Inanna se personalizarán en otra divinidad de carácter semita identificada con el planeta Venus: la diosa Ishtar. Con la integración en el panteón sumerio de éstas creencias semitas de carácter astral se produce una intensificación del estudio de los astros como posible fuente de conocimiento de los designios divinos. - anteriormente los estudios astronómicos estuvieron principalmente encaminados a la obtención de un calendario con una finalidad agrícola - Así en el reinado de Ammi-Zaduqa, 1646-1626 a.c., se recopila en sesenta y tres tablillas un estudio de la posición y apariencia de Venus y que se tiene por el tratado antiguo más importante sobre Astronomía, si bien, y como hemos comentado, también añade una interpretación astrológica de tales acontecimientos y su vinculación sobre hechos mundanos. El extenso panteón astral, que se creará como consecuencia de la unificación, será progresivamente asociado, en su principalidad, a los distintos fenómenos cósmicos observados - según nos relata el texto astronómico del ” Enûma Anu Enlil” y del que formará parte el texto de las tablillas de Venus - y cuya vigencia se extenderá desde el siglo XVI hasta XII a.c. con la caída de la dinastía kassita babilónica, aunque buena parte de sus asimilaciones deben ser datadas durante el imperio semita acadio en el siglo XXIV a.c.
Las tablas de Venus del rey Ammi-Zaduqa nos proporcionan la posición relativa en el cielo, desde la perspectiva de un observador en la Tierra en la Babilonia del siglo XVII a.c y facilitada en años/meses/días, del planeta Venus en un ciclo de veintiún años. - Decir que el ciclo completo de Venus es de ocho años , es decir 99 meses y cuatro días del calendario babilónico – donde describe cinco ciclos completos de cuatro fenómenos cósmicos observados:
Mediante el esquema de la izquierda se ha representado el periodo sinódico de Venus – tiempo que toma su órbita alrededor del Sol en referencia a un observador en la Tierra según un calendario lunar – . y que corresponde a 583,92 días del calendario babilónico que multiplicado por cinco ciclos corresponden a 2.919,60 días o lo que es lo mismo: Ocho años de 365,25 días para un total de 2.922 días del calendario solar actual y donde se puede apreciar la exactitud de la observación.
Para entender las cuatro efemérides de Venus reflejadas en las tablillas, habría que imaginarnos que encontramos en un punto del Hemisferio Norte y que desconocemos el heliocentrismo de las órbitas de los planetas. Así, la sensación que tendremos del planeta será la de una estrella que se alza y desaparece diariamente, pero a la que se le percibe un progresivo desplazamiento hacia la izquierda del firmamento en el transcurso de un determinado periodo de tiempo. Esta percepción dará como resultado que parezca que cada día, Venus, “amanece” más tarde - Esto verificaría que la Tierra gira alrededor del Sol en el sentido contrario a las agujas del reloj – . Por otro lado, para un observador terrestre, El sol giraría en sentido contrario a las agujas del reloj con respecto a la Tierra y definiría porque la posición de determinados fenómenos cósmicos en la astronomía mesopotámica se hicieran en función de la Eclíptica o Ecuador.
Si bien los planetas se mueve generalmente mediante la percepción anterior, llamada “directa”, hay veces que los planetas pueden moverse de forma contraria. la denominada “retrógrada” . Como Venus está mas cercano al Sol que la Tierra, cabe la posibilidad que pueda situarse o bien entre nosotros y el Sol o más allá de él, según la visión del observador . Cuando Venus se sitúa lejos del Sol, moviéndose de forma directa, compartirá su trayectoria y sumará su resplandor al suyo. Pero si su posición es más cercana al Sol , es posible que tenga un movimiento retrógrado apareciendo a ojos de nuestro observador que se mueve de forma más rápida que el propio Sol por ir éste de derecha a izquierda. También existen ciertos puntos, visto desde la Tierra, donde puede parecer que no se aprecia ningún movimiento - marcado en el diagrama como EM y EA -: El primer episodio corresponde, tomando de ahí el nombre de “Estrella de la Mañana”, cuando en el Amanecer el planeta es visto frontalmente al Sol Naciente, pero donde al Atardecer, Venus, se mueve por debajo del horizonte antes del Sol y por ello será “invisible” durante ese momento. Cuando se sitúa, desde la perspectiva del observador, en el punto que hemos denominado EA, Venus, sólo puede ser visto por la tarde, tomando entonces el nombre de “Estrella del Atardecer”, mientras que por la mañana y como consecuencia de la incidencia de los rayos del Sol, no puede ser visto. Cuando el planeta se sitúa en la zona superior de la conjunción, “Horizonte de visión oculto”, o en la zona de inferior de la conjunción, más cercano a la Tierra, Venus no puede ser visto por el observador por ser también oculto por el brillo del Sol. Siendo el los vértices de la zona inferior de conjunción del planeta donde se define el comienzo o la finalización de sus efemérides como “Estrella de la Mañana” y “Estrella del Atardecer”, así como de sus respectivos periodos.
Según estos fenómenos astrales observados, los babilonios definían el “estado divino” de la diosa Ishtar, en su ambivalencia como diosa de la Fecundidad y de la Guerra. En el “Enûma Anu Enlil” en su tablillas 59-63, correspondientes a las “Tablas de Venus”, el nombre habitual para la diosa era “[d/mul] dil-bat” , “La Estrella Brillante” formando parte de la triada celestial junto a Shamash y Sin. Así en los textos exorcistas “Utukku Lemnûtu” (CT 16, 19-54). parece un texto donde Enlil, después de conferenciar con Enki, ubica a Sin, Shamash e Ishtar para mantener el orden en “Šupuk šame”, los Cielos, junto a Anu.
Con la ascensión a los Cielos de Ishtar, se produce un ruptura en la tradición del panteón mesopotámico. El planeta Venus siempre tuvo un carácter “bisexual” , cambiando su sexo en función de las dos mas importantes efemérides conocidas según su posición con respecto al Sol. Ishtar adopta una personalidad de hombre y de “maleficiencia” cuando entra en el ciclo de “Estrella del Atardecer”, y benéfica y femenina cuando lo hace como “Estrella de la Mañana” (BPO II, pag 46. Texto IV, 6-7a)
«Te invoco, Señora de las señoras, Diosa de las diosas. Ishtar, Reina de los territorios habitados, que otorgas el orden a los pueblos, antorcha brillante de los Cielos y la Tierra, esplendorosa luz de los territorios habitados. Donde tu miras allí resucita el muerto, sana el enfermo, el desdichado se vuelve próspero al ver tu rostro. He sido yo quien te ha llamado, tu servidor fatigado, derrumbado, herido. Mírame, Señora, y acoge mi súplica, pon tu mirada confiada sobre mí, escucha mi ruego. Concédeme la gracia para mi cuerpo tembloroso, turbado y desconcertado; gracia para mi dolorido corazón anegado de lágrimas y sufrimiento; gracia para mi alma que suspira y llora. Pon tu benévolos ojos sobre mí, desde tu esplendoroso rostro mírame. Es en tí en quien confío, Señora, pues he sido atento; es a tí a quien suplico, cancela mi deuda, absuelve mi falta, acoge mi plegaria, libera mis ataduras, devuélveme la libertad, guía mi paso, que, radiante como un señor, recorra de nuevo el camino de los hombres» “Himno a Ishtar”. Primera dinastía de Babilonia. RA, XII, 170-171. Año 1600 a.c. aprox.
Referencias:
“Cosmos, an illustrated History of Astronomy and Cosmology” John North (2008)
“Mesopotamian Astrology” Ucha Koch-Estenholz (1995)
“Ancient Near East, An Anthology of texts and pictures” James Bennett y otros (2011)
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