Nuestro nivel evolutivo actual y lo que conocemos como “realidad” está fuertemente determinado por aquello que percibimos por nuestros cinco sentidos, y en ellos se basan todas las mediciones, análisis, observaciones y estructura que forman la ciencia y lo que consideramos como “real”, objetivo, medible y cierto. Millones de personas en nuestro planeta no creen, o no dan validez, a nada que no caiga dentro de los parámetros que podemos observar y definir con algún instrumento o experimento basado en las reglas que conocemos y que nos dan una forma de entender el mundo en el cual vivimos.
Si no lo veo, o no lo puedo medir, no me lo creo
Todo lo que cae fuera de la percepción de nuestros sentidos primarios, o su extensión a través de las máquinas u objetos que inventamos para extender su alcance (hay cosas que no podemos oír, ver, notar, etc. con los sentidos naturales pero sabemos que son reales y objetivas, porque tenemos maquinaria y tecnología para estudiarlo y saber que siguen las mismas reglas que marcan el resto de la estructura de nuestro plano físico que si vemos o medimos) suele tener automáticamente la etiqueta de místico, esotérico o metafísico.
A mi ya me va bien usar esos términos, no me molestan en absoluto, lo que pasa es que yo no los considero como una etiqueta para algo “abstracto”, sino para definir algo que simplemente pertenece a la ciencia real y tan objetiva como la nuestra, pero de una realidad frecuencial superior.
Todo lo que podemos medir y consideramos como ciencia, o al menos está admitido dentro del paradigma científico, cae dentro de los tres primeros planos o nivel frecuenciales del plano físico. Esto es, cuando dividimos en esos siete grandes niveles la estructura de nuestra Vía Láctea (y de otras galaxias quizás también), la parte más densa corresponde al plano físico, y si sub-dividimos esa parte más densa en sus diferentes sub-niveles, nosotros, los humanos, solo trabajamos o damos por válido, en muchos casos, todo lo que cae en el plano sólido, líquido y gaseoso, y ya dejamos de tomar en serio, (o tan en serio), todas las fuerzas, leyes y estructura de lo que hay en los niveles superiores, empezando por los cuatro sub-planos del plano etérico (que aun en muchos casos podemos observar indirectamente o analizar, pues son fuerzas y energías invisibles al ojo humano, para casi todo el mundo, pero con una incidencia directa en nuestro plano), o los siguientes planos o realidades frecuenciales como el astral, el mental, y superiores.
Cada plano, con su propia “ciencia”
Pero todo tiene estructura y una ciencia objetiva, en su propio nivel de existencia, y todo ser que vive o existe en niveles superiores al nuestro tiene su propia ristra de leyes etéricas, leyes astrales, o leyes mentales, por hacer una analogía con las leyes físicas, que marcan de forma inequívoca la realidad frecuencial de ese mismo nivel. No hay por tanto anarquía en la creación, hay estructura, fractal en muchos casos, desde niveles superiores a inferiores (en frecuencia), y solo habría que “desplazarse” a ese nivel frecuencial para empezar a existir con esas leyes y reglas y poder medirlas, analizarlas y probarlas con los instrumentos y sentidos que pertenecen por derecho propio a quien existe en ese nivel.
Por eso, cuando hablamos de leyes espirituales, podemos con toda certeza pensar que para nosotros, aunque sean conceptos “abstractos”, místicos o esotéricos, son realmente leyes en el sentido más real de la palabra que se cumplen a rajatabla, se pueden demostrar, medir y repetir, allá en el nivel en el que nacen.
Cada plano, un sub-conjunto del plano superior
Las reglas y estructura que marcan las normas de existencia y manifestación de un plano dependen directamente de las reglas y estructura del plano inmediatamente superior. El hecho de que nosotros dudemos de si existe la telepatía, o si existe la manifestación instantánea a partir del poder de la intención, le importa bien poco a cualquiera que sepa pasearse por el plano astral, mental o superiores, donde precisamente la comunicación telepática es la norma, o el uso del poder de la intención (algo tan abstracto y tan poco medible) es el mecanismo de creación de la realidad. Poco más o menos pensaríamos nosotros al respecto si una piedra nos preguntara como es posible desplazarse de un punto a otro del espacio en un determinado tiempo, pues las leyes de la mecánica y el movimiento le son completamente desconocidas, aunque sea ciencia, objetiva y definida, pero un concepto puramente místico para un nivel de conciencia que debe permanecer en el mismo lugar durante milenios sin poder moverse. Cuando alguien coge una piedra y la mueve de sitio de forma “mágica” (para la piedra), esta siente lo mismo que cuando tu te proyectas a otras realidades con ayuda de los seres de esas realidades y no eres capaz de explicar como lo has hecho, que has hecho, o donde diablos has estado, al igual que la piedra no puede comprender el proceso de elevación (cogerla del suelo), movimiento y transporte a otro lado, y volverla a depositar en un entorno completamente diferente.
Así, nosotros consideramos esotérico o místico cosas que son pura ciencia en los niveles superiores, pero de los cuales, solo percibimos un atisbo reducido, un sub-conjunto limitado de las reglas y energías que los rigen. El estudio de la metafísica, que es de lo que yo ando detrás desde que puse este blog en marcha, es comprender esa “ciencia” y estructura de los niveles superiores hasta donde el entendimiento humano del nivel físico me permita, pues a medida que subes en vibración hacia niveles cada vez más elevados, se hace más difícil poner en palabras y estructuras “humanas” aquello que rige la existencia de esos planos. Pero todo tiene estructura, todo tiene unas reglas y todo tiene unas leyes y normas que rigen a la perfección cada nivel de la creación, solo que, desde el nivel más bajo en el que estamos, no lleguemos a comprenderlo, no podamos medirlo y no podamos o sepamos como analizarlo. No intentes convencer a la piedra de que no se puede volar y que el tiempo y el espacio no son como ella los entiende, porque seguirás teniendo la etiqueta de “ser mágico” y esotérico hasta que esa piedra llegue a nuestro nivel, y, si se acuerda, entienda lo limitada que estuvo su percepción en algún momento de su nivel evolutivo.
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