Recordando un clásico de abducciones.
En el ámbito de estudios, había cursado tres años de Veterinaria, pero lo suyo era el deporte, Julio era un aficionado a la escalada y era cinturón negro de Taekwondo.
Ese Domingo había salido con su perro en coche, para cazar liebres, con el plan de ir rumbo hacia Casavieja (Ávila), sin embargo, inexplicablemente cogió la carretera de
Barcelona, hacia Soria.
Salió a las tres y media de la mañana, con su SEAT 127 y equipado con su escopeta y su fiel perro "Mus". Un impulso que ni él comprende, le hizo tomar dirección hacia
Medinaceli, en la Provincia de Soria.
Entró para tomar un Café, y fue atendido por un extraño personaje, que parecía ser el camarero del local. Era un hombre muy alto y rubio, de aspecto Nórdico, y piel blanca, que a Julio le dio la impresión de que actuaba muy torpemente para ser camarero.
Además, su cabello no parecía natural, creyó que llevaría una peluca. También llevaba unos guantes de goma, lo cual está prohibido en Hostelería.
Fue una escena inusual, pues en los 20 minutos que Julio estuvo allí dentro, no entró nadie, ni camioneros ni nada. Algo anormal.
El ambiente del lugar estaba impregnado por un perfume a "pino u ozono". Bajo hipnosis Julio no fue capaz de recordar de qué conversaron con el "camarero", solo puntualizó que se mostraba muy interesado por su perro "Mus".
En estado consciente Julio solo recordó haberse marchado del Hostal a las seis menos cuarto y que luego recorrió todo el pueblo de Medinaceli, hasta meterse por la carretera de Barahona.
En una zona boscosa, el coche empieza a "andar hacia atrás", movido por una tracción invisible. Luego el vehículo se detiene, se apagan las luces y Julio se baja, abre el capó para comprobar si se trata de la bobina y hasta aquí, no recuerda más, solo que a partir de ese momento, en los días posteriores, el coche presenta varias averías extrañas.
La batería no cargaba, y los intermitentes parpadeaban mal. Asimismo, una cinta de Jorge Cafrune, estaba desgrabada en varias porciones, sin él haberla tocado.
Su reloj también se había parado.
Bajo hipnosis reveló la historia que sigue; Mientras Julio comprobaba su vehículo, el perro empezó a ladrar insistentemente. Agarró su Winchester automática por s¡ las moscas y vio cómo se aproximaban dos siluetas humanoides muy altas por el bosque.
A menor distancia, observó que se trataba de dos hombres ataviados con unos trajes verdes brillantes y con sus cabezas enfundadas por unas capuchas amarillas. Medían unos 2 metros de estatura, y tenían unos hombros desproporcionádamente anchos, así como unos brazos larguísimos que les llegaban hasta las rodillas, con unas manos desmesuradamente largas y dedos finísimos. Sus ojos mostraban un iris dos veces mayor que el nuestro. Eran de un azul claro precioso.
Su piel era muy blanca, eran de aspecto Nórdico.
Sus cabezas llamaban la atención, eran muy voluminosas, de unos 30 Cm. de anchura craneal.
Su mentón era largo y afilado. Y sus rostros eran huesudos, con los pómulos marcados.
Sus ojos parecían faros, enormes, vivos y alertas, su nariz recta y delgada. Los labios eran finas líneas. Lo curioso para Julio fue observar que no tenían pelo ni vello por ningún lado. Ni cejas, ni pestañas, ni siquiera bajo los orificios de la nariz. Según algunos estudios biológicos sobre la evolución de las especies, la ausencia de pelo es una señal de superioridad evolutiva.
Julio intuyó que no eran humanos, pero en ningún momento se sintió ante seres hostiles; eran cordiales, amables, inspiraban calma y paz. Se le acercaron y mentalmente le dijeron; "Tranquilo, no pasa nada. Sólo deseamos que nos acompañes por favor."
No le obligaron, solo fue una sugerencia muy sutil. Según él, si les hubiera dicho que no, se hubieran marchado sin rencor y no hubieran insistido.
Aquello fue más bien una invitación, y Julio la aceptó, los seres condujeron a Julio hacia su nave. Caminaban con rapidez y en zonas oscuras parecían ver muy bien en la oscuridad.
Llegaron a la nave, que tenía forma de platillo volante con cúpula incluida, y medía unos 70 metros de diámetro por 15 o 20 metros de alto, y se hallaba bajo un pequeño valle. La mitad de la nave se hallaba encima de un campo de trigo. Aquel enorme armatoste permanecía ingrávido en el aire, a solo 4 metros del suelo.
Julio y los dos seres se colocaron bajo la base del objeto. Y su escopeta y navaja fueron atraídas hacia el metal de la nave, como absorbidos por una fuerza magnética.
De la parte central del disco, salió un cilindro metálico de 4 metros de alto por 2,5 m. de ancho, por el que subieron y fueron ascendidos hacia el OVNI. El perro Mus tuvo que ser llevado a rastras por Julio, estaba aterrado. Desde allí Julio empezó a oler a pino.
Una vez arriba, recorrieron 8 metros de pasillo que les llevó a una sala circular, y al extremo de la cual, había otro pasillo, que este era curvao.
Allí dentro no había ángulos, las paredes se fundían con el techo, y, además, no había remaches ni piezas añadidas, todo el aparato parecía haber sido hecho con un molde; una pieza única, sin añadiduras. El olor a pino era intenso, era el mismo aroma que sintió en el Bar con ese "camarero", lo cual demuestra que ya le hicieron un seguimiento por anticipado, antes de ser llevado al OVNI.
Ascendieron por una escalera (!), que al tocarla. Julio notó que era increíblemente fría.
Llegaron a una especie de sala de control, de unos 15 m. de diámetro por 5 de alto, donde la luz parecía emanar de todas partes, era algo impresionante, porque no se veía de donde salía, y, sin embargo, no había allí dentro ni un solo contorno de sombra, todo era nítido y claro.
Había sillones apoyados por una base angulosa, mesas de mandos, un panel de 4 por 4 metros, una mesa adosada a una pantalla que parecía material quirúrgico, y había unas ventanas distribuidas a lo largo del periplo de la sala, eran rectangulares y de cristales ahumados.
A través de las ventanas se veía el exterior con una nitidez elevada, cosa imposible porque fuera aún estaba bastante oscuro. Lo que obligó a los investigadores a teorizar que quizá a través del cristal había un dispositivo de infrarrojos.
Julio había estado sujetando a Mus todo el rato, pero al entrar en esa sala lo soltó y entonces algunos tripulantes se mostraron algo tensos porque el animal se dedicó a olisquear por todos los rincones, o mejor dicho, por los contornos, porque allí no había rincones, todo era circular o suavemente curvado, Julio le increpó al perro con un grito, llamándole por su nombre, y los seres se quedaron asombrados, quizás por su dominio en la telepatía y falta de costumbre a emplear la voz, y menos chillando.
Julio les preguntó de dónde venían, y estos le transmitieron mentalmente la imagen de un 3 y un 7, amén de un par de paréntesis opuestos. Tras esa "respuesta", los seres, muy amablemente le piden permiso a Julio para que examinen al perro.
Este accedió y los seres subieron a Mus a una especie de mesa quirúrgica. Le hicieron un examen a través de una pantalla parecida a una de rayos X, y luego le sacaron sangre de una de sus patas con una jeringuilla muy curiosa, porque era metálica y la aguja misma formaba parte del conjunto de su estructura de metal. A cada extremo de la jeringuilla había dos anillas por las que colaban los dedos, y otra anilla más al final del émbolo donde colocaban el dedo pulgar para hacer presión.
Julio se quedó de piedra al ver con qué seguridad y maestría, él más alto de los seres, clavó directamente la aguja en la arteria, sin siquiera buscarla.
................
EL INCREÍBLE CASO DE
ABDUCCIÓN DE JULIO F.
Uno de los casos de
abducción más bien documentados del mundo fue el vivido por Julio Fernández,
más conocido como Julio F., que el 5 de Febrero de 1978 fue secuestrado Junto a
su perro mientras iba de caza. Julio tenia treinta años, y estaba casado y con
un hijo.
En el ámbito de estudios, había cursado tres años de Veterinaria, pero lo suyo era el deporte, Julio era un aficionado a la escalada y era cinturón negro de Taekwondo.
Ese Domingo había salido con su perro en coche, para cazar liebres, con el plan de ir rumbo hacia Casavieja (Ávila), sin embargo, inexplicablemente cogió la carretera de
Barcelona, hacia Soria.
Salió a las tres y media de la mañana, con su SEAT 127 y equipado con su escopeta y su fiel perro "Mus". Un impulso que ni él comprende, le hizo tomar dirección hacia
Medinaceli, en la Provincia de Soria.
Considerando que era aún muy temprano, se detuvo a las cuatro y media en el
Hostal 113 de la salida de Algora, Guadalajara.
Entró para tomar un Café, y fue atendido por un extraño personaje, que parecía ser el camarero del local. Era un hombre muy alto y rubio, de aspecto Nórdico, y piel blanca, que a Julio le dio la impresión de que actuaba muy torpemente para ser camarero.
Además, su cabello no parecía natural, creyó que llevaría una peluca. También llevaba unos guantes de goma, lo cual está prohibido en Hostelería.
Fue una escena inusual, pues en los 20 minutos que Julio estuvo allí dentro, no entró nadie, ni camioneros ni nada. Algo anormal.
El ambiente del lugar estaba impregnado por un perfume a "pino u ozono". Bajo hipnosis Julio no fue capaz de recordar de qué conversaron con el "camarero", solo puntualizó que se mostraba muy interesado por su perro "Mus".
En estado consciente Julio solo recordó haberse marchado del Hostal a las seis menos cuarto y que luego recorrió todo el pueblo de Medinaceli, hasta meterse por la carretera de Barahona.
En una zona boscosa, el coche empieza a "andar hacia atrás", movido por una tracción invisible. Luego el vehículo se detiene, se apagan las luces y Julio se baja, abre el capó para comprobar si se trata de la bobina y hasta aquí, no recuerda más, solo que a partir de ese momento, en los días posteriores, el coche presenta varias averías extrañas.
La batería no cargaba, y los intermitentes parpadeaban mal. Asimismo, una cinta de Jorge Cafrune, estaba desgrabada en varias porciones, sin él haberla tocado.
Su reloj también se había parado.
Bajo hipnosis reveló la historia que sigue; Mientras Julio comprobaba su vehículo, el perro empezó a ladrar insistentemente. Agarró su Winchester automática por s¡ las moscas y vio cómo se aproximaban dos siluetas humanoides muy altas por el bosque.
A menor distancia, observó que se trataba de dos hombres ataviados con unos trajes verdes brillantes y con sus cabezas enfundadas por unas capuchas amarillas. Medían unos 2 metros de estatura, y tenían unos hombros desproporcionádamente anchos, así como unos brazos larguísimos que les llegaban hasta las rodillas, con unas manos desmesuradamente largas y dedos finísimos. Sus ojos mostraban un iris dos veces mayor que el nuestro. Eran de un azul claro precioso.
Su piel era muy blanca, eran de aspecto Nórdico.
Sus cabezas llamaban la atención, eran muy voluminosas, de unos 30 Cm. de anchura craneal.
Su mentón era largo y afilado. Y sus rostros eran huesudos, con los pómulos marcados.
Sus ojos parecían faros, enormes, vivos y alertas, su nariz recta y delgada. Los labios eran finas líneas. Lo curioso para Julio fue observar que no tenían pelo ni vello por ningún lado. Ni cejas, ni pestañas, ni siquiera bajo los orificios de la nariz. Según algunos estudios biológicos sobre la evolución de las especies, la ausencia de pelo es una señal de superioridad evolutiva.
Julio intuyó que no eran humanos, pero en ningún momento se sintió ante seres hostiles; eran cordiales, amables, inspiraban calma y paz. Se le acercaron y mentalmente le dijeron; "Tranquilo, no pasa nada. Sólo deseamos que nos acompañes por favor."
No le obligaron, solo fue una sugerencia muy sutil. Según él, si les hubiera dicho que no, se hubieran marchado sin rencor y no hubieran insistido.
Aquello fue más bien una invitación, y Julio la aceptó, los seres condujeron a Julio hacia su nave. Caminaban con rapidez y en zonas oscuras parecían ver muy bien en la oscuridad.
Llegaron a la nave, que tenía forma de platillo volante con cúpula incluida, y medía unos 70 metros de diámetro por 15 o 20 metros de alto, y se hallaba bajo un pequeño valle. La mitad de la nave se hallaba encima de un campo de trigo. Aquel enorme armatoste permanecía ingrávido en el aire, a solo 4 metros del suelo.
Julio y los dos seres se colocaron bajo la base del objeto. Y su escopeta y navaja fueron atraídas hacia el metal de la nave, como absorbidos por una fuerza magnética.
De la parte central del disco, salió un cilindro metálico de 4 metros de alto por 2,5 m. de ancho, por el que subieron y fueron ascendidos hacia el OVNI. El perro Mus tuvo que ser llevado a rastras por Julio, estaba aterrado. Desde allí Julio empezó a oler a pino.
Una vez arriba, recorrieron 8 metros de pasillo que les llevó a una sala circular, y al extremo de la cual, había otro pasillo, que este era curvao.
Allí dentro no había ángulos, las paredes se fundían con el techo, y, además, no había remaches ni piezas añadidas, todo el aparato parecía haber sido hecho con un molde; una pieza única, sin añadiduras. El olor a pino era intenso, era el mismo aroma que sintió en el Bar con ese "camarero", lo cual demuestra que ya le hicieron un seguimiento por anticipado, antes de ser llevado al OVNI.
Ascendieron por una escalera (!), que al tocarla. Julio notó que era increíblemente fría.
Llegaron a una especie de sala de control, de unos 15 m. de diámetro por 5 de alto, donde la luz parecía emanar de todas partes, era algo impresionante, porque no se veía de donde salía, y, sin embargo, no había allí dentro ni un solo contorno de sombra, todo era nítido y claro.
Había sillones apoyados por una base angulosa, mesas de mandos, un panel de 4 por 4 metros, una mesa adosada a una pantalla que parecía material quirúrgico, y había unas ventanas distribuidas a lo largo del periplo de la sala, eran rectangulares y de cristales ahumados.
A través de las ventanas se veía el exterior con una nitidez elevada, cosa imposible porque fuera aún estaba bastante oscuro. Lo que obligó a los investigadores a teorizar que quizá a través del cristal había un dispositivo de infrarrojos.
Julio había estado sujetando a Mus todo el rato, pero al entrar en esa sala lo soltó y entonces algunos tripulantes se mostraron algo tensos porque el animal se dedicó a olisquear por todos los rincones, o mejor dicho, por los contornos, porque allí no había rincones, todo era circular o suavemente curvado, Julio le increpó al perro con un grito, llamándole por su nombre, y los seres se quedaron asombrados, quizás por su dominio en la telepatía y falta de costumbre a emplear la voz, y menos chillando.
Julio les preguntó de dónde venían, y estos le transmitieron mentalmente la imagen de un 3 y un 7, amén de un par de paréntesis opuestos. Tras esa "respuesta", los seres, muy amablemente le piden permiso a Julio para que examinen al perro.
Este accedió y los seres subieron a Mus a una especie de mesa quirúrgica. Le hicieron un examen a través de una pantalla parecida a una de rayos X, y luego le sacaron sangre de una de sus patas con una jeringuilla muy curiosa, porque era metálica y la aguja misma formaba parte del conjunto de su estructura de metal. A cada extremo de la jeringuilla había dos anillas por las que colaban los dedos, y otra anilla más al final del émbolo donde colocaban el dedo pulgar para hacer presión.
Julio se quedó de piedra al ver con qué seguridad y maestría, él más alto de los seres, clavó directamente la aguja en la arteria, sin siquiera buscarla.
Cuando acabaron con el perro, invitaron a Julio a que pasara por delante de esa
pantalla y luego fue conducido hacia otra mesa situada en el centro de la sala.
Tras ser invitado a tomar asiento en una de esas sillas rarísimas apoyadas por una punta de metal, sonó un "Ti-ti-ti” semejante a una alarma que alertó a los tripulantes. Una de tes pantallas de los paneles se iluminó y apareció un hombre de más de 50 años que parecía ser un alto mando. Los tripulantes entablaron conversación con este, y por vez primera, Julio les oyó hablar. Su lenguaje era una mezcla de Alemán y Chino. Su voz no modulaba, parecían chasquidos guturales muy secos, como si tosieran.
En ese instante, la pantalla difuminó la imagen de ese superior jerárquico, y al poco rato, Julio siente un desvanecimiento de su conciencia que en hipnosis resultó difícil rescatar qué ocurrió realmente. Su mente mostraba lagunas fuertes, como si esos seres hubieran interpuesto una barrera hipnótica bloqueando algunos recuerdos que quizás no querrían que fueran rescatados.
En estado profundo, Julio recordó cómo tras oír un silbido, siente como su cuerpo flaquea, y empieza a levitar en el aire. Entonces no se sabe si Julio le ordena al perro que les ataque, o bien cuenta lo que está haciendo el perro, el caso es que Mus muerde al más alto de los tripulantes.
Así expresó Julio ese momento vital de la experiencia, estas son sus palabras;
"No me puedo mover. Me cogen. Por la espalda. ¡Mus¡ ¡Mus' ¡Ataca! Le ha mordido. Bajo por la escalera. No toco el suelo. Me llevan.”
Es conducido a una estancia, totalmente desnudo, y observado por tres hombres y dos mujeres que le miran desde fuera de esa sala, que Julio describe como muy luminosa. Allí es sometido a un riguroso examen con toma de muestras corporales. Transcribimos sus palabras bajo hipnosis;
-¡Una esfera! Es pequeña, de metal.
-¿Dónde está esa esfera?
-Frente a mí. Se mueve. Se mueve. Me miran. Tranquilo, no pasa nada. Salen hilos. ¡Vienen hacia mí!
-¿Estás acostado?
-No.
-¿De pie?
-Sí. No toco el suelo. No puedo moverme. Los hilos se meten en la boca, la nariz...
-¿Cómo es? (La esfera)
-De cristal, fuerte.
-Mira cómo es el suelo.
-El suelo… Una reja, plana.
-Entonces, se verá algo debajo.
-Sí, mucha luz. Quiero irme.
-¿Cómo que quieres irte?
-No me puedo mover.
-Pero si estabas muy bien con ellos...
-Tengo miedo. Hay una esfera delante de mí.
-¿Cómo está? ¿Colgada?
-No» está ahí. Nada la sujeta. Está quieta. ¡Se mueve! ¡Se mueve! ¡Sale un hilo! ¡Dos!
-Pero, ¿hilos de qué? ¿De plástico?
-No sé. Son finos, de colores.
-¿Y adónde van esos hilos?
-Uno en mi boca. Dos... Si, entra uno...a la garganta...lo noto entrar… Otro se ha quedado… debajo de la lengua. Me hace cosquillas...En el oído. Vienen muchos. Hilos de colores. Flotan solos. Otro hilo… en el ojo. Me molesta. El pene, no... el pene, no. Entran dos. Me duele... El pene...la uretra. ¡Entran dos!
-¿Dos qué?
-Estoy lleno de hilos. Estoy lleno. Los ojos no puedo cerrarlos. ¡Otro al ano! Entra, entra en el ano... Sí, todos dentro... todos dentro de mí. (Al rato los hilos abandonan su cuerpo y Julio respira más tranquilo.)
-¿Qué te han hecho? ¿Has preguntado qué te han hecho?
-Sí, me lo han contado. Mientras entraban los hilos* Me han extraído líquidos.
-¿Qué tipo de líquidos?
-Saliva, jugos gástricos, intestinal...Lágrimas, semen, orina...
También le sacaron líquido cefalorraquídeo de la espalda, sangre, y sinovia de la rodilla. En el extremo de esos hilos Julio dijo haber visto una especie de dedal pequeño y dorado.
Posteriormente es llevado Otra vez a la sala de control y le hacen sentar en una mesa. Le colocan unos cables en la cabeza, parecidos a electrodos. Proceden de igual forma con el perro, al que también fue sometido como él al examen por esos hilos que salían de las esferas flotantes.
Luego, siente una vibración y lo ve todo oscuro. Es el clásico efecto de "velo negro" que padecen los Astronautas cuando despegan hacia el espacio. Luego siente una sensación de ingravidez. Según Julio, entonces todos empiezan a flotar, incluido el perro.
-¿No ves nada por las ventanas?
-Está negro. Veo lucecitas. Son estrellas. Me acercan a la ventana... Me lo dicen, estamos fuera. Fuera de la tierra. La veo (La tierra), muy grande. Estoy orbitando. No tengo peso. Es bellísimo.
Parece que se realizó un viaje alrededor de la tierra. Las sesiones de hipnosis debían interrumpirse a menudo, pues cuando sus pulsaciones superaban las 120 por minuto debían parar para no provocarle un infarto. Julio sale de ese estado nebuloso oyendo de nuevo ese silbido, y otra vez se encuentra en la sala circular, con otra segunda retransmisión de la imagen de ese alto mando en esa misma pantalla de proyección.
Cuando desaparece otra vez y la pantalla se torna blanca, se le aproxima uno de los seres y le pregunta para qué sirve la escopeta que lleva colgada en la espalda. Mientras se lo cuenta, el ser llama al resto de tripulantes y todos le escuchan con interés.
Cuando Julio les dice que usa el arma para cazar animales, uno de ellos gesticula una mueca de rechazo, como si considerara el acto algo terrible.
Luego dejó que la examinaran. Se la iban pasando de mano en mano, observándola con curiosidad. Pero Julio la había descargado antes, temeroso de que se volaran los sesos sin querer… Julio los vio tan fascinados por los cartuchos que les regaló un par. Uno lo rajó con su navaja, el otro se lo entregó íntegro. Los guardaron en un recipiente metálico. Debido a que Julio era un fumador empedernido, y hacía dos horas que no fumaba, se fumó uno delante de ellos. Todos le miraban extrañados. Le pidieron uno, y lo metieron dentro del mismo recipiente para su posterior análisis*
Julio invitó a fumar a uno de ellos, pero le hizo un gesto de rechazo bien claro. Luego empezaron a hacerle un montón de preguntas sobre el orden jerárquico de nuestra civilización, qué política gobernaba nuestra sociedad, etc... Julio les contó lo que pudo, pero se extrañó de que unos seres tan inteligentes como ellos no estuvieran enterados de esas cosas.
Tras ser invitado a tomar asiento en una de esas sillas rarísimas apoyadas por una punta de metal, sonó un "Ti-ti-ti” semejante a una alarma que alertó a los tripulantes. Una de tes pantallas de los paneles se iluminó y apareció un hombre de más de 50 años que parecía ser un alto mando. Los tripulantes entablaron conversación con este, y por vez primera, Julio les oyó hablar. Su lenguaje era una mezcla de Alemán y Chino. Su voz no modulaba, parecían chasquidos guturales muy secos, como si tosieran.
En ese instante, la pantalla difuminó la imagen de ese superior jerárquico, y al poco rato, Julio siente un desvanecimiento de su conciencia que en hipnosis resultó difícil rescatar qué ocurrió realmente. Su mente mostraba lagunas fuertes, como si esos seres hubieran interpuesto una barrera hipnótica bloqueando algunos recuerdos que quizás no querrían que fueran rescatados.
En estado profundo, Julio recordó cómo tras oír un silbido, siente como su cuerpo flaquea, y empieza a levitar en el aire. Entonces no se sabe si Julio le ordena al perro que les ataque, o bien cuenta lo que está haciendo el perro, el caso es que Mus muerde al más alto de los tripulantes.
Así expresó Julio ese momento vital de la experiencia, estas son sus palabras;
"No me puedo mover. Me cogen. Por la espalda. ¡Mus¡ ¡Mus' ¡Ataca! Le ha mordido. Bajo por la escalera. No toco el suelo. Me llevan.”
Es conducido a una estancia, totalmente desnudo, y observado por tres hombres y dos mujeres que le miran desde fuera de esa sala, que Julio describe como muy luminosa. Allí es sometido a un riguroso examen con toma de muestras corporales. Transcribimos sus palabras bajo hipnosis;
-¡Una esfera! Es pequeña, de metal.
-¿Dónde está esa esfera?
-Frente a mí. Se mueve. Se mueve. Me miran. Tranquilo, no pasa nada. Salen hilos. ¡Vienen hacia mí!
-¿Estás acostado?
-No.
-¿De pie?
-Sí. No toco el suelo. No puedo moverme. Los hilos se meten en la boca, la nariz...
-¿Cómo es? (La esfera)
-De cristal, fuerte.
-Mira cómo es el suelo.
-El suelo… Una reja, plana.
-Entonces, se verá algo debajo.
-Sí, mucha luz. Quiero irme.
-¿Cómo que quieres irte?
-No me puedo mover.
-Pero si estabas muy bien con ellos...
-Tengo miedo. Hay una esfera delante de mí.
-¿Cómo está? ¿Colgada?
-No» está ahí. Nada la sujeta. Está quieta. ¡Se mueve! ¡Se mueve! ¡Sale un hilo! ¡Dos!
-Pero, ¿hilos de qué? ¿De plástico?
-No sé. Son finos, de colores.
-¿Y adónde van esos hilos?
-Uno en mi boca. Dos... Si, entra uno...a la garganta...lo noto entrar… Otro se ha quedado… debajo de la lengua. Me hace cosquillas...En el oído. Vienen muchos. Hilos de colores. Flotan solos. Otro hilo… en el ojo. Me molesta. El pene, no... el pene, no. Entran dos. Me duele... El pene...la uretra. ¡Entran dos!
-¿Dos qué?
-Estoy lleno de hilos. Estoy lleno. Los ojos no puedo cerrarlos. ¡Otro al ano! Entra, entra en el ano... Sí, todos dentro... todos dentro de mí. (Al rato los hilos abandonan su cuerpo y Julio respira más tranquilo.)
-¿Qué te han hecho? ¿Has preguntado qué te han hecho?
-Sí, me lo han contado. Mientras entraban los hilos* Me han extraído líquidos.
-¿Qué tipo de líquidos?
-Saliva, jugos gástricos, intestinal...Lágrimas, semen, orina...
También le sacaron líquido cefalorraquídeo de la espalda, sangre, y sinovia de la rodilla. En el extremo de esos hilos Julio dijo haber visto una especie de dedal pequeño y dorado.
Posteriormente es llevado Otra vez a la sala de control y le hacen sentar en una mesa. Le colocan unos cables en la cabeza, parecidos a electrodos. Proceden de igual forma con el perro, al que también fue sometido como él al examen por esos hilos que salían de las esferas flotantes.
Luego, siente una vibración y lo ve todo oscuro. Es el clásico efecto de "velo negro" que padecen los Astronautas cuando despegan hacia el espacio. Luego siente una sensación de ingravidez. Según Julio, entonces todos empiezan a flotar, incluido el perro.
-¿No ves nada por las ventanas?
-Está negro. Veo lucecitas. Son estrellas. Me acercan a la ventana... Me lo dicen, estamos fuera. Fuera de la tierra. La veo (La tierra), muy grande. Estoy orbitando. No tengo peso. Es bellísimo.
Parece que se realizó un viaje alrededor de la tierra. Las sesiones de hipnosis debían interrumpirse a menudo, pues cuando sus pulsaciones superaban las 120 por minuto debían parar para no provocarle un infarto. Julio sale de ese estado nebuloso oyendo de nuevo ese silbido, y otra vez se encuentra en la sala circular, con otra segunda retransmisión de la imagen de ese alto mando en esa misma pantalla de proyección.
Cuando desaparece otra vez y la pantalla se torna blanca, se le aproxima uno de los seres y le pregunta para qué sirve la escopeta que lleva colgada en la espalda. Mientras se lo cuenta, el ser llama al resto de tripulantes y todos le escuchan con interés.
Cuando Julio les dice que usa el arma para cazar animales, uno de ellos gesticula una mueca de rechazo, como si considerara el acto algo terrible.
Luego dejó que la examinaran. Se la iban pasando de mano en mano, observándola con curiosidad. Pero Julio la había descargado antes, temeroso de que se volaran los sesos sin querer… Julio los vio tan fascinados por los cartuchos que les regaló un par. Uno lo rajó con su navaja, el otro se lo entregó íntegro. Los guardaron en un recipiente metálico. Debido a que Julio era un fumador empedernido, y hacía dos horas que no fumaba, se fumó uno delante de ellos. Todos le miraban extrañados. Le pidieron uno, y lo metieron dentro del mismo recipiente para su posterior análisis*
Julio invitó a fumar a uno de ellos, pero le hizo un gesto de rechazo bien claro. Luego empezaron a hacerle un montón de preguntas sobre el orden jerárquico de nuestra civilización, qué política gobernaba nuestra sociedad, etc... Julio les contó lo que pudo, pero se extrañó de que unos seres tan inteligentes como ellos no estuvieran enterados de esas cosas.
Luego» le dijeron que
podía irse y fue devuelto al bosque. Julio sintió luego pánico de pensar que se
habría vuelto loco, dudo sobre lo que había sucedido por lo alucinante que
había sido. Cual no fue su sorpresa que ya en el coche, descubrió la marca del
pinchazo de la jeringuilla en la pata de perro Mus.
Las sesiones de Hipnosis fueron realizadas por el Psiquiatra Jesús Duran, el Parapsicólogo José Luis Jordán Peña, la Hipnóloga Ana Mozo, y el encargado de transcribir el relato bajo hipnosis y de coordinar la investigación del caso fue José Antonio Campaña y su esposa, la Doctora Maite Pérez Álvarez.
En 1980, Julio fue sometido a la Hipnosis de nuevo y se reveló que tuvo otra segunda subida a bordo del OVNI, con esos seres, con viaje foráneo incluido. Más increíble resulta el hecho de que, en múltiples sesiones hipnóticas. Julio actuaba como emisor / receptor de los extraterrestres y suministraba información a los investigadores. El caso de Julio Fernández es uno de los episodios de Abducción mejor y más documentados del mundo según opinión del célebre Antonio Ribera
Las sesiones de Hipnosis fueron realizadas por el Psiquiatra Jesús Duran, el Parapsicólogo José Luis Jordán Peña, la Hipnóloga Ana Mozo, y el encargado de transcribir el relato bajo hipnosis y de coordinar la investigación del caso fue José Antonio Campaña y su esposa, la Doctora Maite Pérez Álvarez.
En 1980, Julio fue sometido a la Hipnosis de nuevo y se reveló que tuvo otra segunda subida a bordo del OVNI, con esos seres, con viaje foráneo incluido. Más increíble resulta el hecho de que, en múltiples sesiones hipnóticas. Julio actuaba como emisor / receptor de los extraterrestres y suministraba información a los investigadores. El caso de Julio Fernández es uno de los episodios de Abducción mejor y más documentados del mundo según opinión del célebre Antonio Ribera
Sitio Web: http://www.davidparcerisa.org/
más información y otros detalles:
Julio F. (der.) acompañado de su perro Mus y el periodista de investigación y director de la revista Año Cero, Enrique de Vicente
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