El puente de Westminster, sin apenas turistas..jpg [ 101.22 KiB | Visto 36 veces ]
Ni rastro del millón de turistas que iba a visitar la ciudad en los Juegos
No se ha pasado de 100.000, tres veces menos de lo habitual en agosto
Los esfuerzos de dirigir a la gente al Este indigna al 'West End'
Algo extraño ocurre en Londres, la ciudad 'fantasma'. Cualquiera diría que sobre el puente de Westminster ha caído una bomba de neutrones y que en el Soho estuviese rodando Danny Boyle la secuela de '28 días después'. El caso es que las hordas de turistas a los pies del Big Ben han dejado paso a una sorprendente calma chicha que tiene muy intrigado al mismísimo Sherlock Holmes...
¿Qué ha ocurrido de la noche a la mañana? ¿Dónde está ese millón de turistas que iban a colapsar el metro? ¿Por qué están vacías las terrazas de Covent Garden, los restaurantes de Bicklane o los teatros del West End?
Nadie alcanza a dar una explicación convincente a lo que está pasando durante los Juegos, pero por si acaso han retirado del metro la severa advertencia que nos hacía a todas las horas Boris Johnson: "Hola, amigos. Aquí el alcalde... Este es el momento más grande en la vida de Londres en los últimos 50 años. Damos la bienvenida a un millón de visitantes y va a existir una tremenda presión sobre el transporte. No se dejen atrapar: vayan 'online' y planifiquen su viaje".
Lo cierto es que los estrechos vagones viajan más holgados que nunca. No hay aglomeraciones en las salidas de Westminster, ni en Notting Hill, ni siquiera en Picadilly. En Oxford Street se puede avanzar finalmente por las aceras, y en los museos (gratis) se respira una tremenda placidez. En la Torre de Londres, mientras, certifican que las visitas han caído a la mitad.
De la noche a la mañana, el mensaje que durante varias semanas soportaron los londinenses ("escapa ahora, que estás a tiempo") ha dejado paso a una improvisada campaña para llenar las calles desoladas: "Nunca ha habido un mejor momento para disfrutar de Londres".
Un tercio menos de turistas
Los números cantan, y parece que al final han llegado apenas 100.000 turistas olímpicos; o sea, tres veces menos de lo habitual por estas fechas. A esto se añade el empeño por mandar a la gente rumbo al 'este', y por encerrarla en el mamotrético centro comercial de Westfield, en la entrada del 'fortín' olímpico, donde se quedan atrapados sin remedio unos 40.000 adictos a las compras todos los días.
La mecha del malestar ha empezado a prender entre tanto en el céntrico oeste. Los taxistas fueron los primeros en quejarse por los cortes de tráfico y por la ubicuidad de los carriles olímpicos. Nick Palan, director de Golden Tours, está movilizando a las agencias locales para intentar salvar "el verano ruinoso". Andrew Lloyd Webber ha cerrado temporalmente tres de sus siete teatros y ha denunciado el "baño de sangre" en el West End.
Las esperanzas del 'efecto olímpico' para salir de la recesión empiezan también a difuminarse. El propio David Cameron dijo la semana pasada que los Juegos se traducirán en 16.000 millones de euros en inversiones en los próximos cuatro años. Andrew Goodwin, asesor económico de Ernst & Young, puso las cosas en su sitio: "Londres 2012 no es la bala de plata que todos esperaban".
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