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jueves, 1 de noviembre de 2012

SIMBOLOGÍA DEL OJO -2



la sombra de Set

ÄM_21300_07 (Berlín). Foto de D. Jaume Vivó


Simbología del ojo en el Egipto Antiguo: El Udyat; entre el Mito, la magia y la leyenda
Los médicos de los ojos se situaban bajo el auspicio de las divinidades, según los acontecimientos y leyendas que las habían ligado con el órgano. La primera y tal vez el más importante fuera Thot, quien había curado el ojo herido al dios Horus dividido en sesenta y cuatro fragmentos a causa de la afrenta del malvado dios Seth, lo que también se ha relacionado con las fases lunares y éstas a su vez con los intervalos sucesivos de curación según se iban sucediendo. Tamaño prodigio quedó establecido con las siguientes palabras: “Yo soy Thot el médico del ojo de Horus” según se deja constancia en el papiro de Hearst (214). Precisamente este recuerdo es el fundamento de un acto de transferencia de poderes mágicos que se atribuían al ojo de un cerdo (animal sethiano por excelencia) pues al acercarlo al oído del enfermo acompañándose de la oración recitada y reiterada para que la enfermedad del ojo enfermo, o sea la endeblez, pasara al del animal (Ebers 356).
Museo del Louvre (París). Foto de Jaume Vivó
En ocasiones este dios se identificó con el ciego Mejentyenirty, otra deidad, con epítetos referidos con la dificultad de la visión que padecía: “Aquel cuyo rostro ya no tiene ojos y el que gobierna sin ojos”.
Al dios Amón también se acudía para que los sufrientes de los ojos encontraran alivio; en el papiro de Leiden I, 350 se le recuerda: “Como el médico que cura el ojo sin medicamentos, el que abre los ojos...”. Hubo un dios más antiguo aún que el anterior, Duau, adorado en Heliópolis, y que algunos oculistas famosos acogieron como su patronímico identificándose con él (Niankhduau).
En el esquema mental propio del egipcio las enfermedades, tal vez inexplicables para el conocimiento de la época, se atribuían a la acción punitiva del dios; y ocurrían cuando el infausto enfermo hubiera caído en desgracia por alguna falta concreta. En el Museo Británico y en el de Turín se hallan estelas donde se implora y se entregan ofrendas, ejemplos de piedad personal, para la curación de la ceguera. Los rezos escritos sobre ostraca o en estelas votivas, solicitaban un gesto pío a la divinidad ofendida para la curación de una ceguera surgida por la impiedad del hombre. En una estela (nº 589) del Museo Británico se puede leer: Yo soy un hombre que habiendo jurado en falso por Ptah, Señor de la Verdad, el me hizo ver la oscuridad en pleno día; en otra del Museo de Turín (nº 279) otro ciego dice: Apiádate de mi (a Toth), grande es tu poder, me haces ver la oscuridad que has hecho; apiádate de mi para que pueda ver”. Iguales rezos con idéntico propósito se dirigen a los dioses Jonsu, el pequeño dios hijo de Amón y Mut; y a Merseguer, la diosa serpiente señora de los valles de la necrópolis tebana.
A lo antedicho, para el creyente egipcio el simbolismo del ojo (Udyat: la unidad, la salud) fue extraordinario, potente talismán contra el mal en la vida, y del que ni siquiera en la muerte jamás se prescindió. Así alcanzó una connotación muchísimo más amplia y trascendente a lo meramente orgánico o funcional; esencial también para la farmacopea egipcia. Por lo cual el mito, la religión y el sistema de creencias en conjunto fundamentadas en estos conceptos de la fisiología del ojo, le proveyeron de una riqueza sin par que conviene recordar. Y qué decir del Ojo de Ra que comporta el terrible secreto del Mito de la Lejana y la leyenda de la Destrucción de la Humanidad. De Sejmet (“La Poderosa”) y de su homóloga la leona Tefnut que de alguna manera viene a reflejar el poder de úreo del dios.
Es Horus quien ofrece su ojo sano a su padre Osiris para devolverle a la vida: la ofrenda por excelencia a la par que la ofrenda de Maat. Otro simulacro de ojo cubría la herida practicada en el difunto por el momificador en el rito de la momificación. Y se encuentra en los ornamentos de los cetros, ataúdes, en las proas de las barcas a fin de que por la magia, el objeto inanimado cobrara la capacidad de la visión.
Isla del Sehel (Asuán). Foto de Laura Juaneda-Magdalena
Isla del Sehel (Asuán). Foto de Laura Juaneda-Magdalena
Mucho antes que en toda la cuenca mediterránea, “El Mal de ojo”, ya protagonizara un gran papel en el mundo egipcio. El mal de Apofis la serpiente que amenazaba la barca solar en la puesta del sol se encuentra por primera vez en los “Textos de los Ataúdes” y se retoma después en el Capítulo 108 del “Libro de los Muertos”; otros textos del Reino Medio hablan de la movilidad de la pupila de Apofis, del daño cometido contra el ojo de Ra. Se evitaba en los textos que el ojo no fuera escrito-dibujado en color rojo para que el lector no se expusiera al advertido mal con la simple lectura u observación. Es en épocas más tardías cuando las menciones al mal de ojo se hacen más esclarecedoras, hasta en los nombres propios (“Setau”; en neoegipcio), aún más claramente, en aquellos que portan expresiones tales como: “Que el dios o la diosa mate o espante el mal de ojo”. En los decretos oraculares se conmina al dios a proteger a una persona contra el mal. Como curiosidad conviene detenerse en la inscripción de un amuleto: “La flecha de Sejmet está en vosotros, la magia de Thot está en vuestro cuerpo, Isis os insulta; Neftis os castiga, la lanza de Horus está en vuestra cabeza. Ellos obran contra vosotros (...) los que estáis en el brasero de Horus..., quien echará un mal de ojo contra Padiimennebnesuttauy nacido de Mehtmusejet...
Finalmente, la pintura para los ojos sirvió también de “modus operandi” en los actos mágicos y en los ritos de adivinación (Papiros mágicos demóticos de Leiden y de Londres) o para contactar con la divinidad.

FUENTE

Como son inacabables las referencias y contextos que se refieren "al ojo que todo lo vé", sería imposible seleccionar y resumir tanta info por mi ahorita, asi que hago una pausa y le seguiremos esporádicamente despues. OK.

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