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domingo, 28 de febrero de 2021

El efecto Weltschmerz: la tristeza de los pensadores profundos...

 28 febrero, 2021

El efecto Weltschmerz: la tristeza de los pensadores profundos


Todos hemos experimentado en algún momento la "emoción weltschmerz". Esa tristeza profunda que vivenciamos ante el sinsentido del mundo; sintiendo a su vez una gran distancia entre nuestros valores y esperanzas y la realidad que vemos a diario.


El efecto Weltschmerz define un estado emocional en el que muchos pueden reconocerse. Es la melancolía ante las injusticias que nos rodean. Es el desánimo que acompaña al sinsentido social, ante el rumbo extraño que toma nuestra realidad. Los alemanes, por su parte, lo describen como ese dolor mutuo que comparte el mundo y los seres humanos por igual, como un cordón umbilical que sufre ante un presente en crisis.

No en vano, Weltschmerz es una palabra de raíces germanas que surge de la combinación de los términos “mundo” y “aflicción”. La primera vez que nos encontramos con esta interesante imagen psicoliteraria fue en el diccionario Deutsches Wörterbuch creado por los hermanos Grimm. Desde entonces, este recurso ha aparecido en el mundo de la filosofía, del arte, la literatura, la poesía…

Es lo que plasmó, por ejemplo, Lord Byron en La peregrinación de Childe Harold. En Francia, figuras como Chateaubriand o Alfred de Vigny nos dejaron la impronta de ese hastío envuelto en desesperanza. En Rusia tuvimos como exponente al inolvidable Aleksandr Pushkin, Herman Hesse nos lo mostró en su obra Demian y en América el representante de esta tendencia fue Nathaniel Hawthorne.

Dicha impronta emocional configuró una marca casi constante a lo largo del siglo XVII, síntoma de un periodo de conflictos, de transiciones y crisis de valores. Sin duda, parece que avanzamos en la actualidad por un escenario de tonalidades y pinceladas muy parecidas…


Características que definen el efecto Weltschmerz

Hay palabras que tienen un poder catalizador. Existen expresiones con la virtud de contener en unas pocas letras todo un océano de sensaciones, todo un universo de sentimientos, emociones y percepciones singulares. El efecto Weltschmerz actúa como esa pequeña isla en la que muchos se sienten refugiados al identificarse con sus raíces, con su relieve y peculiaridades.

Hay quien percibe esta modernidad como una extraña distopía en la que no encontrar su sitio ni su función. Abundan las personas que se sienten frustradas, atrapadas por una crisis existencial que nunca termina de resolverse. Sensación de vacío, de contradicción, de tristeza perenne… Todo ello perfila una realidad que no es nueva y que de algún modo ya nos evocó el propio Herman Hesse:

Veo que piensas más de lo que puedes expresar. Claro que si es así, te darás cuenta también de que nunca has vivido completamente lo que piensas; y eso no es bueno. Solo el pensamiento vivido tiene valor”.

-Demian-

Weltschmerz, un estado emocional que vivenciamos a menudo

Muchos nos hemos visto en una situación parecida. Hay días en que la acumulación de malas noticias y la visión de un mundo atenazado por los cambios, las crisis o la violencia en todas sus formas nos hacen preguntarnos en qué presente nos ha tocado vivir. Es entonces cuando derivamos en esos laberintos de pensamiento, en esas reflexiones profundas en las que divagar sobre cómo deberían ser las cosas.

Diseñamos en nuestra mente la imagen de ese mundo ideal. Pero esa imagen interna dista mucho de lo que ocurre en realidad y una vez más, caemos en el pozo de la frustración. Sin embargo, lo irónico es que según esta palabra, también el propio planeta se interroga a sí mismo sobre el tipo de humanidad que alberga

Agotamiento y crisis existencial

A muchos nos encantaría ser como Lord Byron. Dejarlo todo y recorrer el mundo, involucrarnos con un ideal, tomar contacto con otras culturas y sus elevados valores. Pero lo cierto es que no todas las personas pueden emprender tales proyectos y a menudo no queda otra opción más que sobrellevar la cotidianidad, el flujo de la rutina y ese sinsentido existente entre las propias aspiraciones y lo que nos envuelve.

Esa percepción genera agotamiento emocional y en muchos casos, se inicia una crisis personal capaz de conducirnos a una depresión existencial. Trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Palma de Mallorca nos señalan que el efecto Weltschmerz aparece ahora como resultado de la crisis social y económica. Estamos ante una encrucijada personal de grandes dimensiones que impacta en casi cualquier sector de nuestra sociedad.


Sensación de que los problemas son muy grandes y nosotros, insignificantes

El efecto Weltschmerz se relaciona con los desafíos globales que tenemos por delante. La pandemia, las crisis, el cambio climático, las diferencias sociales…  Ante este horizonte extraño, se despierta en nosotros un conflicto entre los valores y la incapacidad percibida de no poder cambiar nada de lo que nos rodea. Se crea por tanto un tipo de disonancia que nos cuesta manejar y asumir.

Nos sentimos pequeños, insignificantes casi ante una gran maraña caótica de acontecimientos que escapan a nuestro control y también, a nuestra comprensión. A ello se le añade otro factor: el sufrimiento del panorama general nos afecta a nivel personal.


¿Qué podemos hacer para lidiar con este estado emocional?

En primer lugar, hay algo que debemos asumir. El efecto Weltschmerz es ƒun estado emocional vinculado a algo imparable, como son los cambios de nuestra sociedad, la globalización, la digitalización, la migración de masas, el cambio climático… Son realidades que, evidentemente, no podemos controlar. Ahora bien, no estamos indefensos ante ello.

El primer paso es atender nuestro dolor emocional. Debemos mejorar esa relación con nosotros mismos, apagar el enfado, la frustración, la sensación de que nada tiene sentido. Estamos obligados a encontrar nuevos significados y propósitos vitales y para ello, debemos nutrir la autoestima, atender las emociones y clarificar nuevas metas a corto y largo plazo.

El segundo paso es encontrar personas que sientan y perciban las cosas igual que nosotros. Ello favorecerá varias cosas. Una, el sentirnos menos solos. Y dos, descubrir que este sentimiento es más común de lo que pensamos. A nuestro alrededor, hay infinidad de hombres y mujeres que comparten nuestros mismos ideales y que también ansían transformar la realidad y hacerla más humana, más ética, respetuosa y significativa.

Mantenernos activos, esperanzados y conectados a otras personas, nos permitirá sin duda transitar por un presente y un futuro que puede sin duda, mejorar más de lo que pensamos.

 

FUENTE

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