La extraña desaparición del avión de Malaysia Airlines ha revivido la historia de otra aeronave que estuvo desaparecida más de medio siglo. En 1947, un avión de British South American Airways se desvaneció antes de llegar a Santiago de Chile.
El 2 de agosto de 1947 el vuelo CS-59 procedente de Buenos Aires anunció a la torre de control del aeropuerto Los Cerrillos de Santiago que estimaba llegar a la capital chilena en unos cuatro minutos. Después, desapareció sin que hubiera más mensajes por radio o señales de socorro, dejando en vilo el paradero de seis pasajeros y cinco tripulantes.
El misterio de la desaparición del Star Dust, como había sido bautizado el avión Avro 691 Lancastrian, tardaría más de medio siglo en resolverse, según informa la BBC.
Durante ese medio siglo, la falta de información y evidencias alimentó las teorías más descabelladas. Por ejemplo, dos accidentes sufridos poco tiempo después por otros aviones de la misma línea aérea dieron pie a especulaciones sobre un posible sabotaje.
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Además, una palabra indescifrable en el último mensaje radial ayudó a avivar las teorías de que la desaparición del avión había sido causada por los extraterrestres. “ETA (tiempo estimado de llegada) Santiago 17:45 hrs STENDEC”, decía la transmisión.
Las misteriosas siete letras recubrirían aún más de misterio la desaparición de la aeronave. Y años después, esa última palabra –nunca satisfactoriamente explicada– incluso sería utilizada para bautizar a una popular revista española dedicada a los ovnis y el mundo de lo paranormal: Stendek.clic.
Cinco décadas de intriga
No fue hasta enero de 2000 cuando unos alpinistas encontraron restos humanos y fragmentos de una aeronave en el volcán Tupungato, en Argentina, cuyo Ejército organizó una expedición tras la cual confirmaron que se trataba de los restos del Star Dust.
Curiosamente, el lugar se hallaba a 80 kilómetros del aeropuerto de Santiago y, aunque numerosos alpinistas habían escalado previamente el Tupungato, que tiene más de 6.500 metros de altura, nunca encontraron nada hasta la repentina reaparición del viejo Avro Lancastrian 53 años después.
El estudio de los restos demostró que los motores no fallaron y que dentro del avión tampoco hubo ninguna explosión, sino que el aparato impactó contra la montaña, causando una avalancha que ocultó los escombros y las víctimas.
Para cerrar el caso, la causa del accidente fue determinada: se concluyó que ‘jetstream’, una corriente de viento que puede alcanzar una velocidad superior a más de 100 millas por hora y que se produce en alturas en las que en aquella época no se acostumbraba a volar, hizo que el avión cambiara de rumbo y velocidad lo que, sumado a la poca visibilidad, hicieron que el Star Dust se estrellara contra los Andes.
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