Hasta ahora no tenías motivos para pensar que un vídeo cualquiera de internet fuera falso. Veo 3 ha puesto fin a esa ilusión
En 2018,
cuando comenzaron a circular los primeros deepfakes, dijimos que aquello era el
principio del fin de la credibilidad del vídeo como prueba. Nos equivocamos. No
fue el principio del fin. Fue el primer aviso de que el fin estaba cerca.
El
fin del vídeo como prueba irrefutable
Durante
décadas, el vídeo ha sido nuestro estándar de oro para la evidencia. "Lo
he visto con mis propios ojos" era sinónimo de certeza total. Una
grabación bastaba para tumbar gobiernos o demostrar inocencias. Ese axioma
del consumo de información está muriendo ante nuestros ojos.
Los
usuarios de Veo 3 comparten clips de noticias falsas
sobre desastres, políticos fallecidos y violencia que nunca ocurrió. Con
diálogos sincronizados, efectos realistas y física creíble. El modelo incluso
añade conversaciones que no estaban en el prompt original,
como si tuviera criterio editorial propio. Es IA con instinto narrativo.
Pero aquí está el verdadero problema: no es solo que podamos crear vídeos falsos convincentes. Es que nos vamos quedando sin formas de distinguir los reales de los sintéticos sin herramientas técnicas sofisticadas. Estamos entrando en una era de agnosticismo visual permanente, donde cada vídeo llevará implícita la pregunta: "¿Esto realmente pasó?".
La
coartada perfecta para negar la realidad
Macron
fue empujado por su mujer al bajar del avión. El Elíseo negó que el vídeo fuese real: "No
es un vídeo real, está hecho con IA". Tuvo que acabar admitiendo que sí
era real, pero el daño estaba hecho: habían descubierto la coartada perfecta.
Si
cualquier vídeo puede ser sintético, entonces cualquier vídeo incómodo puede
ser desacreditado simplemente alegando que es artificial. La IA se convierte en
el argumento de escape universal. El político pillado, la empresa vulnerando
derechos, el régimen documentando represión... todos tienen ahora la
duda razonable más perfecta jamás inventada.
No
hace falta demostrar que un vídeo es falso, basta con sembrar la
sospecha. En un mundo donde la falsificación es técnicamente posible, la
posibilidad se convierte en argumento suficiente.
Paradójicamente,
una tecnología que nos permite crear ficción perfecta también nos permite negar
la realidad perfectamente documentada.
Aprender
a vivir sin certezas visuales
Las
salvaguardas de Google son selectivas: no puedes generar a Biden cayéndose,
pero sí desastres naturales y violencia urbana. Te protegen de lo obvio, no de
lo sutil.
Si cada vídeo puede ser falso...
·
¿Qué le pasa a una sociedad que basa su conocimiento
del mundo en el consumo audiovisual?
·
¿Cómo juzgamos credibilidad, culpabilidad o
legitimidad cuando cualquier prueba puede fabricarse en minutos?
La
solución no puede ser solo técnica. Necesitamos una alfabetización
mediática que asuma la falsificabilidad como punto de partida. Pero sobre
todo, aceptar que hemos perdido para siempre uno de nuestros instrumentos más
básicos para distinguir realidad de ficción.
El
vídeo como prueba ha muerto. O está a punto de hacerlo. Solo nos
queda aprender a vivir en un mundo donde seeing is no longer believing.
En
Xataka | Cómo probar Veo 3 para crear vídeos con Gemini: requisitos y
pasos para poder usarlo
Imagen
destacada | Google DeepMind
NOTA: Solamente decir que estoy muy limitado en publicar entradas y solo que espero que dentro poco vuelva a tener mi ritmo mas usual.







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