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lunes, 13 de enero de 2014

Los cenotes de Yucatán y los rituales mayas descubiertos



Por: Guillermo de Anda Alanís

Los descubrimientos de la arqueología subacuática en los cenotes de Yucatán son sorprendentes. ¡Conoce más de los rituales mayas!

La veracidad de las fuentes


Provistos con nuestro mapa de nombres de poblados, cuevas, cenotes y hasta los nombres propios de los sacerdotes, víctimas y testigos, el siguiente paso natural en el proceso de esta investigación era la corroboración arqueológica in situ, es decir nos proponíamos trabajar en las poblaciones que se mencionaban (en el centro de Yucatán), para de esta forma tratar de encontrar los cenotes que se localizaban en los testimonios y –la mejor parte– bucear en ellos y hallar evidencia de los rituales ancestrales. De esta manera pretendíamos corroborar si lo dicho en las crónicas estudiadas era cierto.
Corrimos con la gran suerte de localizar a través de las entrevistas con los pobladores de más edad de los lugares en cuestión, ocho cenotes que llevaban cuando menos el mismo nombre, o uno muy parecido a los mencionados en las crónicas. A continuación describo parte de nuestros resultados.

Los descubrimientos

Hasta el momento actual, la metodología de trabajo de nuestro proyecto ha probado ser efectiva en la localización de algunos de los cenotes que son mencionados en los archivos históricos. En algunas ocasiones en las que se conoce el nombre del cenote, hemos encontrado algunas coincidencias notables, aunque no en todos los casos. Lo que sorprende, sin embargo, es que el estudio de las crónicas nos ha guiado a lo que parece ser una zona con una extensa actividad ritual. Se han investigado cuevas y cenotes en los municipios de Homún, Hocabá, Hoctún, Huhi, Sanahcat, Kantunil y Tecoh.

Cenote 1

Algunas de las más interesantes costumbres relacionadas con los ritos mortuorios y funerarios en el área maya tienen que ver con una gran variedad de manipulaciones de los entierros en etapas posteriores a la deposición del cadáver. Es decir, tiempo después del enterramiento, se vuelven a procesar algunos huesos ya desarticulados. Esto podría relacionarse por ejemplo, entre otras cosas, con un culto a los ancestros a los cuales podrían pertenecer algunos de los huesos manipulados, como podrían ser el pintarlos, la extracción o introducción de otros huesos, las re inhumaciones individuales o colectivas y el re uso de huesos individuales como reliquias o trofeos. Algunas de estas formas de re uso o re inhumación de los huesos en cenotes han sido ya demostradas, por ejemplo en el análisis de los del Cenote Sagrado deChichén Itzá. En su caso, registramos algunos con marcas de raíces terrestres y también marcas provocadas por roedores, lo cual confirma que estos huesos debieron haber estado enterrados en superficie antes de ser depositados en el cenote. Durante el desarrollo del trabajo de campo de nuestro proyecto, en las observaciones del material in situ de los huesos depositados en algunos de los cenotes del centro de Yucatán, hemos podido identificar lo que probablemente constituyen patrones de conducta similares, no sólo en cuanto a la exhumación y re inhumación de huesos humanos, sino también en algunos otros materiales arqueológicos. Entre estos últimos se encuentran algunas vasijas cerámicas. Uno de estos casos fue observado en un cenote muy cercano a la población de Homún, el cual denominamos en este artículo, cenote 1.
El acceso a este sitio se hace a través de una pequeña oquedad y se encuentra muy cerca de otro mucho más grande. Como en todos los casos, buscamos la conexión entre ambas cavernas, pero no fue posible. La distancia entre ambas concavidades es de sólo 85 metros. Cenote 1 presenta una pequeña dolina (depresión) de acceso de aproximadamente 1.40 cm de diámetro. El acceso se lleva a cabo por medio de técnicas de descenso vertical y el tiro hasta la superficie del agua tiene una altura de 8 metros. En este sitio pudieron registrarse distintos elementos, entre los que se cuentan huesos humanos, cerámica y huesos de fauna. Se registraron cráneos, huesos largos, vértebras, pelvis y algunos otros segmentos que nos ayudaron a determinar que en este cenote se encuentran restos óseos humanos de varios individuos, cuyo número mínimo de acuerdo al conteo de partes óseas fue de cuatro. Es importante mencionar también que entre los restos óseos humanos encontrados, y acorde con nuestra información contenida en crónicas históricas, se observó y registró el cráneo de un niño de entre 8 y 10 años de edad y los huesos largos de otro infante de probablemente 12 años, lo cual es coincidente con los perfiles de edad de los individuos mencionados en las fuentes históricas estudiadas y en la muestra del Cenote de los Sacrificios de Chichén Itzá. También destaca en este sitio la presencia de cerámica muy peculiar. Tal es el caso de la vasija que presentamos aquí, una hermosa pieza, de cuya forma no se tienen referencias previas. Este vestigio ha causado especial admiración de la en ceramista de nuestro proyecto, Socorro Jiménez. Parece presentar huellas de re uso y ha sido clasificada por nuestra ceramista como perteneciente al periodo Clásico terminal. Cabe mencionar el hecho de que para establecer adecuadamente las cronologías cerámicas, es menester que los ceramistas examinen de cerca el material y puedan tocarlo con el propósito de sensibilizar su textura, grosor, etc. En el caso de este proyecto esto no fue posible, debido a que nuestro propósito era únicamente el registro de los materiales en su sitio original, sin alterarlos. Creemos que si no existe una necesidad de remover artefactos, éstos deberán permanecer en su sitio original, en el cual han sido preservados durante siglos.
Referente al re uso y re acomodo de huesos, mencionado líneas arriba, cabe aquí mencionar que esta vasija pudiera haber recibido un tratamiento similar, ya que presenta huellas de haber sido utilizada anteriormente y modificada, probablemente vuelta a pintar, lo cual denota una fuerte analogía con la actividad ritual de manipular, re usar y modificar huesos, segmentos óseos o partes del esqueleto. Es notable que en este caso estemos ante una vasija que pudo haber tenido un tratamiento similar antes de ser ofrendada al cenote, en el cual se asocia con restos óseos humanos.
El caso del cráneo del niño presenta también peculiaridades especiales, ya que parece haber sido intencionalmente depositado en una pequeña oquedad a muy baja profundidad en uno de los extremos del cenote. El cráneo presenta una lesión provocada probablemente con un artefacto contundente. Podría ser éste uno de los niños mencionados por los testigos en las crónicas históricas. En este cenote encontramos también el cráneo de un mono araña, uno de los animales simbólicos de los antiguos mayas. Se pueden ver representaciones iconográficas de estos animales en un gran número de contextos que incluyen desde luego las cuevas. Los monos se asociaban con el viento y se mencionan en los mitos de creación aludidos en el Popol Vuh.
Consulta las partes 1, 2, 4 y 5 de esta nota >

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