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jueves, 3 de octubre de 2019

Científicos demuestran nuestro origen reptiliano: encuentran músculos reptiles en las manos de embriones humanos


A estas alturas ya conocerás la teoría de la conspiración de los reptilianos. Se cree que su origen se encuentra en los manuscritos gnósticos como el Nag Hammadi, así como de los apócrifos bíblicos como los Rollos del Mar Muerto. Expertos en la materia dicen que estos textos contienen evidencia de que ciertos seres de mayor frecuencia de vibración, conocidos como Arcontes, que aparecieron en la Tierra como humanos, ocultando su verdadera forma de reptil.
Estas fuerzas “arcónticas” indudablemente negativas tenían la única intención de esclavizar a la humanidad. Serian algo similar a un virus informático, que se manifestaron en las líneas de sangre de élite a lo largo de la historia de la humanidad. Entonces estos reptilianos ahora forman la clase dirigente psicópata que mueve los hilos en todas las estructuras de poder político y financiero del mundo. Pero también se dice que algunas personas serian realmente híbridos genéticos entre reptilianos y humanos, y lo peor de todo es que no lo sabrían. Un claro ejemplo de ellos lo encontramos factor Rh negativo. Solo un porcentaje muy pequeño de personas (11%) tiene este tipo de sangre. Lo que significa que su origen no se encuentra en el macaco Rhesus. Para muchos demuestra el origen reptiliano, sumado a los rasgos típicos de que estas personas tienen como la temperatura corporal más baja que el promedio global y la presión arterial más baja. Pero lo que parecía mera especulación podría ser real, ya que científicos han encontrado antiguos músculos reptilianos en las manos de embriones humanos.
Nuestro origen reptiliano
Un nuevo estudio publicado en la revista Development ha analizado el desarrollo de los músculos de las extremidades humanas en embriones durante las primeras semanas de gestación. La investigación descubrió que los músculos reptilianos se desarrollan temporalmente antes de desaparecer finalmente al nacer. Los científicos han sugerido que estos músculos reptilianos adicionales representan rastros distantes de nuestra historia evolutiva.
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En el campo de la ciencia biológica, un atavismo es un rasgo antiguo que se puede ver en un organismo moderno. Quizás el atavismo humano más conocido es la presencia temporal de una cola. Durante un periodo de tiempo muy corto mientras está en el útero, un feto desarrolla una cola, pero a la octava semana de gestación esta cola generalmente ha desaparecido, su existencia temporal es un signo de nuestra antigua forma ancestral. Y gracias a los avances tecnológicos, los biólogos evolutivos ahora pueden rastrear el desarrollo fetal humano con detalles sin precedentes.
“Solía ​​ser que teníamos una mejor comprensión del desarrollo temprano de peces, ranas, pollos y ratones que en nuestra propia especie, pero estas nuevas técnicas nos permiten ver el desarrollo humano con mucho mayor detalle”, explica Rui Diogo, biólogo evolutivo de la Universidad de Howard.
El equipo examinó varias imágenes en 3D que seguían el desarrollo embrionario entre las semanas siete y trece de gestación. El enfoque fue particularmente en el desarrollo muscular de las manos y los pies. Sorprendentemente, los investigadores descubrieron que hay alrededor de 30 músculos separados en cada miembro alrededor de la semana siete de gestación. En la semana trece, este número se redujo a alrededor de 20 músculos individuales, y algunos de estos músculos atávicos se fusionaron con otros o simplemente se degradaron y desaparecieron por completo.
“Lo que es fascinante es que observamos varios músculos que nunca se han descrito en el desarrollo prenatal humano, y que algunos de estos músculos atávicos se vieron incluso en fetos de 11,5 semanas de edad, lo cual es sorprendentemente tarde para los atavismos del desarrollo”, contina explicando Diogo.
Este nuevo descubrimiento ciertamente plantea bastantes preguntas que los científicos esperan que las futuras investigaciones puedan responder. El pequeño tamaño de la muestra del estudio, solo 15 bebés, significa que es necesaria una verificación adicional en conjuntos de datos más grandes antes de poder concluir que este es un proceso de desarrollo universal. Tampoco está claro exactamente qué sucede con estos músculos para que finalmente desaparezcan.
La hipótesis planteada de que son músculos atávicos apunta a una divergencia evolutiva hace unos 250 millones de años. No se puede encontrar rastro de estos músculos específicos en ningún mamífero adulto vivo, pero estos músculos adicionales de las extremidades se pueden identificar en algunos reptiles, como los lagartos con patas ultra flexibles.
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Diogo señala que en casos muy raros estos músculos pueden detectarse en humanos adultos. A veces se encuentran en adultos sanos sin efectos notables, pero otras veces se pueden identificar directamente como resultado de malformaciones congénitas.
“Esto refuerza la idea de que tanto las variaciones musculares como las patologías pueden estar relacionadas con el desarrollo embrionario retrasado o detenido, en este caso tal vez un retraso o disminución de la apoptosis muscular, y ayuda a explicar por qué estos músculos se encuentran ocasionalmente en personas adultas”, concluye Diogo. “Proporciona un ejemplo fascinante y poderoso de la evolución en juego.”
Sin duda alguna la ciencia demuestra que ciertos individuos de nuestra especie mostrarían su origen reptiliano. Además, confirma la leyenda sumeria, de que los Anunnaki manipularon nuestra genética y crearon tres versiones de lo que hoy conocemos como humanidad. No sabemos específicamente cómo se manipuló de nuestro ADN. Lo que sí sabemos es que solo 20 de los 64 codones en nuestro ADN están activos.
Por no decir que nuestro ADN humano difiere dramáticamente de todos los demás primates ya que solo tenemos 46 cromosomas en comparación con 48 en otros primates. Los primeros dos cromosomas parecen estar fusionados, lo que puede explicar parte de la manipulación genética de los Anunnaki. Todo parece indicar que somos un gran conglomerado de orígenes extraterrestres que fueron “sembrados” en la Tierra como un experimento galáctico.
¿Esta nueva investigación demuestra definitivamente nuestro origen reptiliano?




IR:
The Nag Hammadi Library

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