A estas alturas, con tanta evidencia de su existencia acumulada a favor, solo falta una observación directa para que el misterioso Planeta Nueve (otrora Planeta X) pase a formar parte de nuestra familia planetaria oficialmente.
Una investigación reciente llevada a cabo por la Universidad de Michigan (EE.UU.) ofrece una nueva evidencia que refuerza la hipótesis sobre la existencia de este escurridizo planeta en nuestro sistema solar.
El estudio se centró en los objetos transneptunianos (TNO, por sus siglas en inglés), un grupo de cuerpos celestes rocosos que orbitan alrededor del Sol a más distancia que Neptuno, el planeta más lejano del sistema solar.
Según algunos científicos, las órbitas de estos objetos indican que su existencia se remonta a más de mil millones de años.
Fuerza desconocida
Sin embargo, otros científicos se preguntan qué mantiene a los TNO en sus órbitas actuales, ya que, en el curso de tan largo período de tiempo, estos cuerpos celestes deberían haber colisionado con un planeta; o incluso deberían de haber sido atraídos y devorados por el Sol o bien despedidos hacia el espacio profundo por la fuerza gravitatoria de otros planetas.
Una consecuencia predicha del Planeta Nueve es que un segundo grupo de objetos confinados debería existir. Estos objetos son forzados a órbitas perpendiculares al plano del sistema solar. Al menos cinco TNOs (en azul) coinciden con esta predicción.
Para determinar los posibles comportamientos de los TNO, ya sea teniendo o no en cuenta la presencia del hipotético Planeta Nueve, la investigadora Juliette Becker y sus colegas del citado centro académico realizaron simulaciones por computadora a gran escala.
Saltos interorbitales
La simulación permitió observar un fenómeno llamado saltos de resonancia, proceso en el curso del cual los objetos transneptunianos «brincan» entre dos órbitas estables, evitando de esta manera su expulsión del sistema solar.
Los diferentes escenarios de simulación probaron que la hipotética influencia gravitatoria del supuesto noveno planeta hace que «los TNO permanezcan estables por más tiempo», de modo que el Planeta Nueve sería el factor que explicaría que «nuestro sistema solar exista en su forma actual», declaró Becker.
La pieza que falta
Así las cosas, el hipotético noveno planeta sería la pieza del rompecabezas que falta, ese cuerpo celeste que «intercepta» a los TNO cuando son descolocados de sus órbitas por influencia de Neptuno y los coloca en la segunda órbita, evitando que se pierdan en el espacio.
FUENTE
VER:
NIBIRU
Una investigación reciente llevada a cabo por la Universidad de Michigan (EE.UU.) ofrece una nueva evidencia que refuerza la hipótesis sobre la existencia de este escurridizo planeta en nuestro sistema solar.
El estudio se centró en los objetos transneptunianos (TNO, por sus siglas en inglés), un grupo de cuerpos celestes rocosos que orbitan alrededor del Sol a más distancia que Neptuno, el planeta más lejano del sistema solar.
Según algunos científicos, las órbitas de estos objetos indican que su existencia se remonta a más de mil millones de años.
Fuerza desconocida
Sin embargo, otros científicos se preguntan qué mantiene a los TNO en sus órbitas actuales, ya que, en el curso de tan largo período de tiempo, estos cuerpos celestes deberían haber colisionado con un planeta; o incluso deberían de haber sido atraídos y devorados por el Sol o bien despedidos hacia el espacio profundo por la fuerza gravitatoria de otros planetas.
Una consecuencia predicha del Planeta Nueve es que un segundo grupo de objetos confinados debería existir. Estos objetos son forzados a órbitas perpendiculares al plano del sistema solar. Al menos cinco TNOs (en azul) coinciden con esta predicción.
Para determinar los posibles comportamientos de los TNO, ya sea teniendo o no en cuenta la presencia del hipotético Planeta Nueve, la investigadora Juliette Becker y sus colegas del citado centro académico realizaron simulaciones por computadora a gran escala.
Saltos interorbitales
La simulación permitió observar un fenómeno llamado saltos de resonancia, proceso en el curso del cual los objetos transneptunianos «brincan» entre dos órbitas estables, evitando de esta manera su expulsión del sistema solar.
Los diferentes escenarios de simulación probaron que la hipotética influencia gravitatoria del supuesto noveno planeta hace que «los TNO permanezcan estables por más tiempo», de modo que el Planeta Nueve sería el factor que explicaría que «nuestro sistema solar exista en su forma actual», declaró Becker.
La pieza que falta
Así las cosas, el hipotético noveno planeta sería la pieza del rompecabezas que falta, ese cuerpo celeste que «intercepta» a los TNO cuando son descolocados de sus órbitas por influencia de Neptuno y los coloca en la segunda órbita, evitando que se pierdan en el espacio.
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NIBIRU
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