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viernes, 28 de octubre de 2016

Prohibición de El Vaticano sobre cenizas crea polémica mundial.- Comentarios de Salvador Freixedo...

PROHIBIDO HACERSE TALCO, CENIZAS O CONVERTIRSE EN DIAMANTE....


Prohibición de El Vaticano sobre cenizas crea polémica mundial

La nueva medida suscitó discusiones en diversos países donde la práctica de la cremación se encuentra muy extendida.


Con la prohibición de conservar en casa las cenizas de los difuntos, la Iglesia Católica ha creado una polémica mundial. El Papa Francisco autorizó la medida en marzo pasado. (AP)



Agencias

CIUDAD DEL VATICANO.- El documento del Vaticano que prohíbe la conservación de cenizas de los muertos en las casas, su dispersión en la naturaleza o transformarlas en joyas abrió un encendido debate, tanto dentro como fuera de la Iglesia. 

En “Ad resurgendum cun Christo” (Para resucitar con Cristo), por primera vez el Vaticano emitió una serie de indicaciones precisas y claras sobre cómo deben comportarse los fieles en cuanto a la sepultura o la cremación de los propios seres queridos.

Autorizado por el Papa Francisco en marzo pasado y firmado el 15 de agosto por el cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el texto fue difundido públicamente apenas el martes pasado.

Pese a su brevedad, poco más de dos páginas, la instrucción captó el interés internacional y suscitó polémicas en diversos países, donde la práctica de la cremación se encuentra muy extendida, señala Notimex.  


El propio Müller reconoció que en el futuro próximo en muchos sitios el reducir los cadáveres en cenizas será lo ordinario, mientras es cada vez más común la costumbre de conservar los restos en ambientes domésticos o en forma de “recuerdos conmemorativos”.

Reveló que el avance de esta praxis generó que obispos de diversas naciones pidiesen orientaciones más precisas sobre el tema a la congregación vaticana que él conduce, responsable de emanar criterios y proteger la fe en el mundo.

La legislación eclesiástica en la materia, hasta ahora vigente, no ofrecía respuestas claras.



“La resurrección cristiana no es ni una reencarnación del alma en un cuerpo diferente, ni una recreación. La Iglesia nunca dejó de afirmar que es el propio cuerpo en el cual vivimos y morimos es el que resucitará en el último día”, indicó Serge-Thomas Bonino, secretario de la Comisión Teológica Internacional.

Afirmó que si bien la cremación no impide que Dios reconstruya en el cielo el cuerpo de la persona a partir de su alma inmortal, ese proceso destruye el cadáver de “modo brutal”, mientras la sepultura permite el paso sereno del estado corporal al espiritual.

Para Angel Rodríguez Luño, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la decisión de dispersar las cenizas procede, a menudo, de la idea que con la muerte el hombre entero es destruido, llegando a una fusión con la naturaleza, como si ese fuese su destino final, algo totalmente distinto de lo sostenido por la Iglesia.

El Vaticano no precisó si estas reglas son de aplicación retroactiva, es decir, qué deben hacer quienes tienen urnas funerarias en casa.

“(Esta opción) puede proceder también de una mera superficialidad, del deseo de ocultar o de privatizar lo que se refiere a la muerte, o incluso el difundirse de modas de gusto discutible”, abundó.

Sin mencionarlas, se refirió a ciertas corrientes orientales en voga que proponen arrojar las propias cenizas al mar, a los ríos, desiertos o valles como forma de unirse eternamente con la naturaleza.

Pero en ciertos casos la dispersión depende de motivos más terrenales, como la tradición muy usada en Argentina de regar con el polvo del cadáver el campo de juego del equipo del cual el muerto era aficionado.

Rodríguez Luño aclaró que la Iglesia desea evitar “panteísmos” y “nihilismos”, por eso prohíbe la dispersión. En el caso de los cuerpos tenidos en el hogar, el veto intenta prevenir faltas de respeto, olvidos e, incluso, “elaboraciones del luto poco sanas”.

“Se debe observar que los fieles difuntos son parte de la Iglesia y que lo mejor es que sus restos sean custodiados en lugares bendecidos para tal objetivo, sin ser sustraídos al recuerdo y a la oración de los otros parientes y de la comunidad”, puntualizó.

FUENTE









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NOTA:
Agrego de última hora un comentario de Salvador Freixedo respecto al tema de la prohibición sobre las cenizas mortuorias humanas anunciadas por el Vaticano recién. Retomado de su sitio de facebook:  


¡DESPIERTA, SER HUMANO!
En primer lugar, quiero agradeceros vuestros “me gusta” y comentarios. A lo largo de la semana muchos de vosotros me habéis preguntado a propósito de la noticia de fuente vaticana sobre la prohibición de esparcir las cenizas de los fallecidos en el mar u otros lugares, y la obligación de depositarlas en lugar “sagrado”. Confieso que la noticia me sorprendió muy negativamente, pues no está en consonancia con los cambios que el papa Francisco quiere llevar a cabo. Lo de enterrar en “sagrado” y lo de no permitir, por ejemplo, que los suicidas o los no bautizados sean enterrados en cementerio cristiano es un atavismo medieval y disparatado, que seguramente fue la ocurrencia de un fanático con autoridad, de los que tanto han abundado en todas las religiones. Hace ya unos cuantos años escribí este texto, rebelándome contra la cerrazón de la Iglesia y su tendencia inveterada a controlar nuestras vidas.
¡LIBÉRATE DE LOS MIEDOS Y DE LOS MITOS!
¡Despierta, ser humano! ¡Ya ha llegado en los tiempos la hora en que despiertes del sueño y de la ilusión en que has estado o en que nos han tenido por siglos! Ya ha llegado la hora de que te sacudas el sueño religioso que como una pesadilla te ha aprisionado el corazón y la mente por tanto tiempo. ¡Despierta, ser humano y deja de adorar a los ídolos que tú mismo has ido creando a lo largo de los siglos! Tú, ser humano, eres un pequeño dios; un dios con minúscula, que has estado creando cosas e ideas a las que luego te has dedicado a adorar, en tu afán por encontrar al Dios grande que con tanta ansia buscas. ¡Deja de adorar a tus propias criaturas! ¡Deja de venerar a los símbolos que tú mismo has creado! ¡Deja de seguir ciegamente las leyes “sagradas" que tú mismo has inventado! ¡Deja de creer en dogmas que tú has elaborado! ¡Deja de consultar los “libros sagrados” que tú mismo has escrito! ¡Deja de obedecer gregariamente a las autoridades “infalibles” que tú mismo te has impuesto; te las autoimpusiste porque tenías miedo de volar solo al infinito, pero lo que han hecho ha sido atarte las alas de la inteligencia! ¡Despierta ser humano y no temas al más allá! Cuando te llegue tu momento, no tiembles, no te estremezcas, no admitas réquiems ni cantos funerarios, ni siquiera cruces o sepulturas en tierra “santa”. Toda la tierra es santa. Yo haré que me entierren en lo alto de un monte, cara a las estrellas, para que el Sol y la Luna me bendigan todos los días desde el cielo, y para que la lluvia y el rocío vuelvan a unir mis restos con el polvo de donde salieron, haciéndolos revivir de nuevo en forma de árbol o de flor.
Hombre mortal, ¡no le temas a tu despertar en el más allá! Mira tu cuerpo y piensa que es un auténtico milagro. Piensa que quien te ha hecho así, pensante, inteligente, lleno de emociones, de deseos, de alegrías y de esperanzas, es una mente gigante y sabia, que de ninguna manera es vengativa y miserable como nos la han descrito.
Piensa que estás hecho con los mismos materiales que las piedras, las nubes y el mar. Eres una millonada de electrones exactamente iguales que los que componen las plantas, las estrellas y las galaxias, todos girando matemáticamente, vertiginosamente, incansablemente, alrededor de su núcleo. Estás hecho con los mismos “ladrillos” que todo el universo. ¡Eres un hijo del universo hecho a su imagen y semejanza!
¡Déjate de andar buscando a Dios aquí o allá! No lo coloques en ningún sitio, no lo empequeñezcas, no lo caricaturices, no lo hagas una cosa más. Dios late en el cosmos infinito que te rodea, y es demasiado grande para poder ser comprendido por tu pequeña mente.
¡Despierta, ser humano, y levanta los ojos al cielo en una noche estrellada! Mira esa bóveda gigante; mira los millones de estrellas que siendo tan inmensas te hacen guiños infantiles a ti, que eres su hermano, y que siendo tan pequeño puedes jugar con ellas agrupándolas en racimos con tus ojos. Contémplalas en silencio en medio de la oscuridad, solo, lejos del estrépito de nuestra civilización enferma, y siéntete lleno del espíritu del Dios-universo. Siéntete protegido, siéntete amado por el cosmos que ha hecho de ti un pequeño milagro pensante. Déjate penetrar por el sentimiento de ser uno con el Todo gigante; siente tus pies firmes sobre la Tierra, tan sólida debajo de ti, tan llena de misterios y tan tuya, y piensa cómo siendo una gigantesca bola de billones de toneladas, flota como una pluma en el espacio, y tú cabalgas en ella sin enterarte de que te lleva a una velocidad vertiginosa a través del abismo infinito.
¡Despierta, ser humano y libérate de los miedos y de los mitos que han aprisionado tu alma por siglos! Lo mismo da que sean mitos hindúes, que mitos budistas que mitos cristianos. Todos son resultado de la angustia del hombre; todos son engaños a los que su mente ha sido sometida desde que apareció sobre la Tierra; todos son creaciones de su razón, tercamente obstinada en encontrar sus raíces. El engaño ha hecho que el hombre crea en dioses falsos, en espíritus suplantadores que se hacían pasar por el verdadero Dios del universo; y el miedo y la desesperación han hecho que el hombre invente dioses que son verdaderos monstruos de pesadilla, que acaban angustiando la vida del propio hombre. Por eso los dioses de cada religión son diferentes, y por eso ha habido tantas religiones a lo largo de los siglos, sin que ninguna de ellas fallase en exigirle al hombre dolor y sacrificio.

¡Mírate! ¡Eres un auténtico hijo de Dios! No por redenciones ni por salvaciones que nadie te haya regalado, sino por tu misma naturaleza; una naturaleza que participa de la Divinidad y que tú tienen que hacer evolucionar mediante el buen uso de tu inteligencia y de tu corazón.

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