HOY CREO ME PERDONÓ LA PELONA POR UN MOMENTO Y COMO ES EL DÍA DE SAN PASCUAL BAILÓN, DEDICO ESTA ENTRADA AL SANTITO QUE EN MI TIERRA MUCHOS LE TIENEN BUENA LEY.
Hay algunas anécdotas personales del mas allá que quisiera platicar en este mas acá pero no cuento con el tiempo ni las condiciones propicias ahorita (mas bien que tienen que ver con la introspección serenidad y relajamiento personal - ando vibrando medio aceleradón), despuecito.
Chirric, troc, troc, chirric, así truenan las ruedas de madera del carretón de San Pascualito cuando se va acercando. Nada más lo pueden escuchar los parientes que están a media noche en la casa del moribundo. Pasate de largo san Pascualito, le rezan, no te parés en esta puerta mi Rey, deja que el enfermo viva otro ratito, papacito. Chirric, troc, troc. Pero el santo calavera ya pintó su raya y el que se tiene que ir, con él se va. Empieza la lloradera mezclada con la ladradera de los chuchos, porque los perros sí pueden verlo. Si te ponés lagaña de perro, cheles de chucho pues, en los ojos, podés mirar el alma de los difuntos. pero te enloqueces y a los 7 días te petatéas también”. Cabrones, así me metían miedo mis primos y sus cuates cuando llegaba a Chiapa de Corzo con mi mamá a visitar a mi abuelita Lucinda. Los canijos eran excelente relatores y tenían un menú de cuentos de espantos entre los que sobresalían el Xipe, la Cocha Enfrenada y el Cadejo.” No les hagas caso, son unos pendejos, todos esos fantoches no existen, sólo San Pascualito es real”, me decía mi Abuelita.
La fiesta y feria del Barrio de San Pascualito tienen gran tradición en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez y principalmente se celebran como veneración la réplica esquelética de San Pascualito, amalgamada con el santo de origen español San Pascual Bailón; sin embargo, debe recordarse que la veneración hacia restos óseos de personajes es tradición indígena prehispánica y que durante la colonia y aún en la actualidad, fue y sigue siendo objeto de controversia con el clero católico. Las fiestas de San Pascual Bailón y San Pascualito se celebran coincidentes con el nacimiento y muerte del Santo: 17 de mayo. Pero la difusión de los milagros o las mercedes concedidas a numerosos creyentes poco a poco requirieron más días para las celebraciones y durante los años considerados como clásicos o de mayor concurrencia, se fueron prolongando las fiestas por varios días, hasta comprender ocho, de domingo a domingo, con lo que quedó superado el problema de que el 17 de mayo varía anualmente en relación con los días de una semana.
Principiando la década de los años 50, mis familiares vivían en el Barrio de San Pascualito y para entonces las fiestas ya salían del recinto religioso y se instalaban puestos o cajones de comerciantes sobre las dos aceras de la sexta calle poniente, entre tercera y cuarta avenidas sur, quedando espacio suficiente para el libre paso de grupos de peregrinos, o más bien de felicitantes, que acudían de otros barrios hermanos y de poblaciones cercanas a la capital chiapaneca.
Durante el día eran pocas las peregrinaciones, pero cerrando la tarde, acudían ordenadamente, precedidos por experto cohetero que hacía las funciones de kirio o heraldo, dos o tres grupos con música de alegres marimbas o de tradicionales bandas musicales, como lo era la de Tecpatán, de acuerdo a previa programación.
Portaban cañas, cadenas de papel de china y candelas encendidas, protegidas por cajas de papel; somé con largas ensartas de flores de mayo y frutas de temporada, así como manojos o mazorcas de flores de coyol y de cocotero. Recibidos por un religioso ortodoxo, las mujeres cubriendo el cabello con una pañoleta, penetraban al recinto para cumplir con sus rezos, recibir bendiciones y depositar limosnas: Por separado, algunos creyentes solicitaban rameadas para arrojar maldades, las que eran realizadas por un capacitado hermano de la fe.
Terminada la manda o promesa, los concurrentes eran obsequiados con caldo de pecho de res al medio día o café con pan por la tarde y noche. Posteriormente, recorrían los establecimientos en la feria para adquirir tamales, pan, refrescos preparados, curtidos, dulces y juguetes regionales, así como algunas prendas de vestir. Los niños gozaban montados en caballitos, volantines y pequeñas ruedas de la fortuna; estos juegos mecánicos, a falta de la clásica y costosa música de cilindro, accionaban tocadiscos difundiendo canciones interpretadas por boleristas y por afamados tríos de moda. Cerca de las nueve de la noche se cerraba el templo y para las diez, las satisfechas familias se retiraban a su domicilio.
El día domingo, para cerrar la feria, se organizaban peleas de gallos; generalmente los gallos eran esos copetones de corral, pero adecuadamente rasurados para darles apariencia de gladiadores; los derrotados eran sacrificados y de inmediato hervidos y condimentados, para sucesivamente repartir el fortificante caldo de gallo entre los concursantes.
La constante actividad del señor Agustín Palacios Ochoa, buscando recursos para continuar las obras materiales del templo, le llevó a organizar la kermés o tardeada sabatina, para sano entretenimiento de los jóvenes creyentes, incrementando moderadamente las magras arcas que contribuían para la edificación.
Estas fiestas y ferias de San Pascualito llegaron a competir, en asistencia e importancia regional, con las de San Roque; pero había diferencias sustanciales entre ellas: las de San Pascualito contaban con el respaldo y costumbres de los tradicionalistas soques y la réplica esquelética era considerado como El Santo de los Pobres. En las fiestas de San Roque no hay raíz indígena: participan la clase media, comerciantes, intelectuales y ruidosas sinfonolas en complicados juegos mecánicos y, en manera dominante, la bebida de moderación, ahora Light, con sus variantes chelada y michelada.
Resumiendo, la feria de San Roque es de gente acomodada. En cambio, la Feria de San Pascualito era una verdadera y tradicional celebración para el Santo del Barrio, el de los humildes y del pueblo. Por eso su recuerdo lleva gran añoranza hacia aquellos tranquilos y seguros días que se vivían en el Barrio, con familiares y vecinos amistosos; constituíamos entre todos una verdadera parcialidad. Las calles aunque mal empedradas y en temporadas lodosas, las banquetas disparejas, irregulares, limitaban el derecho de paso a raudas combis y taxis. ¿Acaso lo tiempos pasados fueron mejores? Posiblemente sí, porque no vivíamos presionados por la caja electrónica y su encaprichada penetración política; logros de gobernantes que en realidad son obligaciones a cumplir, propias del cargo que ocupan; la invasión de franquicias con alimentos y frutas clonados; la grande, infernal y escandalosa presencia de rockeros, raperos, gruperos, countries y en fin, toda la anárquica anticultura musical que hostiga y lastima a los tímpanos y que de melodía ya no conserva ninguna nota. La vida actual se ha complicado con tantos avances electrónicos, que si bien proporcionan divertimiento y comodidades, también lo digitalizado nos convierte en cautivos de gastos que se antojan innecesarios. ¡Solo el que no dependa de un gravoso teléfono celular, el que no acuda al Súper a comprar la oferta de la hábil mercadotecnia o el que no transite velozmente por vialidades, que exprese la primera y justa protesta!
Así se festeja la fiesta barrio de San Pascualito en Tuxtla Gutiérrez.
FUENTE
Hay algunas anécdotas personales del mas allá que quisiera platicar en este mas acá pero no cuento con el tiempo ni las condiciones propicias ahorita (mas bien que tienen que ver con la introspección serenidad y relajamiento personal - ando vibrando medio aceleradón), despuecito.
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La Calaquita de San Pascualito
Chirric, troc, troc, chirric, así truenan las ruedas de madera del carretón de San Pascualito cuando se va acercando. Nada más lo pueden escuchar los parientes que están a media noche en la casa del moribundo. Pasate de largo san Pascualito, le rezan, no te parés en esta puerta mi Rey, deja que el enfermo viva otro ratito, papacito. Chirric, troc, troc. Pero el santo calavera ya pintó su raya y el que se tiene que ir, con él se va. Empieza la lloradera mezclada con la ladradera de los chuchos, porque los perros sí pueden verlo. Si te ponés lagaña de perro, cheles de chucho pues, en los ojos, podés mirar el alma de los difuntos. pero te enloqueces y a los 7 días te petatéas también”. Cabrones, así me metían miedo mis primos y sus cuates cuando llegaba a Chiapa de Corzo con mi mamá a visitar a mi abuelita Lucinda. Los canijos eran excelente relatores y tenían un menú de cuentos de espantos entre los que sobresalían el Xipe, la Cocha Enfrenada y el Cadejo.” No les hagas caso, son unos pendejos, todos esos fantoches no existen, sólo San Pascualito es real”, me decía mi Abuelita.
San Pascualito tiene su templo formal en pleno centro de Tuxtla Gutiérrez. Fue fundado por una Cofradía de familias de origen indígena zoque, con siglo y medio de antiguedad. Ahí – en santa paz y respeto a las tradiciones locales - ofician sacerdotes de la iglesia Católica Ortodoxa Mexicana.
En lo alto del altar principal está un cajón ataúd sobre cuatro ruedas, en el interior reposa la imagen de madera del patrón de la muerte en Chiapas. Los curas dicen es San Pascual Bailón, los costumbreros lo llaman San Pascualito Rey.
El templo de San Pascualito es una iglesia de ramear. En la puerta una marchanta te vende manojitos de albahaca para la limpia del espíritu. Adentro, cerca del altar del Patrón, los rameadores por una propina purgan tu alma de cualquier mala vibra, susto, enredo, trabajo, ojo y mal hechado que padezcas. Te puedes limpiar ante el cajón de San Pascualito a ante cualquier otra imagen de las que ahí se encuentran. Están casi todas las del santoral católico mexicano, pero también hay iconos de origen indígena y sincréticos que no reconocen ninguna otra iglesia, como El Niño Llorón, la Cruz Zoque y Fray Agustín García de Cruz, primer obispo del culto tradicional pascualitero.
Aquí los curanderos. rezadores. limpiadores y chamanes pueden trabajar para pedir prosperidad y bienestar o la salud de sus enfermos, vienen de todas partes y de todas la etnias a quemar velas y estoraque, con música de tambor y pito, con ofrendas variadas y joyanaques, a barrer los padecimientos de nuestro yo invisible con rociadas de trago, huevo de gallina, hojas de mataratón y flor de mayo. Lo único que no se permite es la invocación de la maldad. Los sacerdotes y sacristanes están pendientes de que nadie queme velas negras cubiertas de sal, atravezadas de agujas y entierros de muñecos y fotos de mal amores con maldiciones y rezos a Satanacha. A los que los cachan echando brujería son expulsados permanentemente del templo, ya no los dejan entrar y los curitas los tienen bien fichados porque reinciden.
San Pascualito Rey es un santo del pueblo, de los humildes, sus orígenes son indígenas aunque entre sus seguidores hay personas de todas las profesiones y clases sociales.
Pero también tiene muchos enemigos. Los párrocos de la iglesia católica romana no lo pueden ver ni en pintura. Cuidadito que sepan que simpatizas con la calaquita de san Pascual porque no te bautizan a tus hijos ni te casan o te dan los santos óleos. Y en la misa divulgan en pleno sermón que fulano o sutano es un hereje ignorante porque lo vieron bailando o comiendo caldo de res en la fiesta del santo calavera en Mayo.
San Pascualito ha sufrido mucha persecución. Caminó por muchos lugares para llegar a donde esta ahora. En la época de los quemasantos fue ocultado en las cuevas de Cerro Hueco para salvarlo de la hoguera.
La fiesta patronal de San Pascualito Rey es a mediados de mayo.El 17 bajan el cofre ataúd con ruedas y lo sacan a pasear arriba de una carreta tirada por un caballo, que recorre el centro de la capital de Chiapas. Antes de eso abren tantito el cajón para que los feligreses y chismosos vean por unos segundos a la calaverita de madera de San Pascual. Es el único momento en el año que se permite mirarla destapada. En los días de la fiesta arriban seguidores de todo el estado y de otros rincones de México y Estados Unidos. Hay danzas indígenas, procesiones de los tzotziles de los Altos, las Madres Zoques preparan tinajas de wacaxicaldú – res en caldo – que convidan a todos los visitantes, no falta el pozol, la tamaliza, café con piquete escondido y, desde luego, la marimba. Cuando no está chambendo, San Pascualito es un santo alegre, arrecho, bailador y por eso no lo quieren los encopetados y atufados ministros y sacerdotes de las otras iglesias.
San Pascualito Rey es un santo del pueblo, de los humildes, sus orígenes son indígenas aunque entre sus seguidores hay personas de todas las profesiones y clases sociales.
Pero también tiene muchos enemigos. Los párrocos de la iglesia católica romana no lo pueden ver ni en pintura. Cuidadito que sepan que simpatizas con la calaquita de san Pascual porque no te bautizan a tus hijos ni te casan o te dan los santos óleos. Y en la misa divulgan en pleno sermón que fulano o sutano es un hereje ignorante porque lo vieron bailando o comiendo caldo de res en la fiesta del santo calavera en Mayo.
San Pascualito ha sufrido mucha persecución. Caminó por muchos lugares para llegar a donde esta ahora. En la época de los quemasantos fue ocultado en las cuevas de Cerro Hueco para salvarlo de la hoguera.
La fiesta patronal de San Pascualito Rey es a mediados de mayo.El 17 bajan el cofre ataúd con ruedas y lo sacan a pasear arriba de una carreta tirada por un caballo, que recorre el centro de la capital de Chiapas. Antes de eso abren tantito el cajón para que los feligreses y chismosos vean por unos segundos a la calaverita de madera de San Pascual. Es el único momento en el año que se permite mirarla destapada. En los días de la fiesta arriban seguidores de todo el estado y de otros rincones de México y Estados Unidos. Hay danzas indígenas, procesiones de los tzotziles de los Altos, las Madres Zoques preparan tinajas de wacaxicaldú – res en caldo – que convidan a todos los visitantes, no falta el pozol, la tamaliza, café con piquete escondido y, desde luego, la marimba. Cuando no está chambendo, San Pascualito es un santo alegre, arrecho, bailador y por eso no lo quieren los encopetados y atufados ministros y sacerdotes de las otras iglesias.
Ahora, no hay que confundir a San Pascualito con la Santísima Muerte. Para nada. Son fuerzas diferentes. Los orígenes de nuestra calaverita están en Chiapas y Guatemala, cuando estos lares formaban parte de una misma Capitanía. La Santísima tiene otras raíces, de más al Norte, creo. El trabajo de San Pascualito es recoger en su carretón a las almas de los que se van y llevarlos al inframundo. El oficio de la otra pálida Dama me parece que reside en la magia de todos los colores. En Chiapas, la veneración a la Santa Muerte es practicamente una novedad. En 1870 San Pascualito ya contaba con una cofradía en Tuxtla Gutiérrez. Aunque son la misma huesa, son calaquitas con su propia y particular personalidad. Que quede claro.
Hace algún tiempo, trabajando en San Cristóbal con unos colegas de la televisora de Durango estaba vestido con una mi camisetona negra con el dibujo de Santo calavera en el pecho y su nombre que lo identificaba. Y un compachi se acercó y me preguntó si me gustaba San Pascualito Rey. Aguevo, le dije, es algo muy Chiapaneco. No es cierto, respondió, los de San Pascualito son del centro de México, acaban de dar un concierto bien chingón en Mazatlán y yo estuve ahí, rokeando. Ah cabrón. Me enteré así que hay un grupito de peluditos autobautizados con el apelativo del mero rey, que tocan dark guapachoso con raíces melódicas del corazón de México, y al parecer con muy buena aceptación entre la jabalinada joven. Han sido nominados para el latín gramy y tienen cosecha de éxitos más allá de las fronteras. Bien por esos macisos que están poniendo el nombre de su mero padre en la boca de muchos que no saben ni que pedo. La alma huesudita debe estar contenta. Ojalá que algún día estos batos se revienten un toquin afuera de su templo en Tuxtla o en la ribera de Cupasmí y sientan la reata seca y se rameen con ixcanal para que se catapulten de una vez por todas con la mera banda pascualitera y con el master de la carreta que de triste no tiene un coyol partido por la mitad.
Yo a veces, cuando voy a su templo le cantó a San Pascualito esa rolita del gran Atahualpa, que parece que se la hubieran compuesto para él : “porque no engraso los ejes me llaman abandonado, si a mi me gusta que suenen, pa que los quiero engrasados..Los ejes de mi carreta, nunca los voy a engrasar”.
Hace algún tiempo, trabajando en San Cristóbal con unos colegas de la televisora de Durango estaba vestido con una mi camisetona negra con el dibujo de Santo calavera en el pecho y su nombre que lo identificaba. Y un compachi se acercó y me preguntó si me gustaba San Pascualito Rey. Aguevo, le dije, es algo muy Chiapaneco. No es cierto, respondió, los de San Pascualito son del centro de México, acaban de dar un concierto bien chingón en Mazatlán y yo estuve ahí, rokeando. Ah cabrón. Me enteré así que hay un grupito de peluditos autobautizados con el apelativo del mero rey, que tocan dark guapachoso con raíces melódicas del corazón de México, y al parecer con muy buena aceptación entre la jabalinada joven. Han sido nominados para el latín gramy y tienen cosecha de éxitos más allá de las fronteras. Bien por esos macisos que están poniendo el nombre de su mero padre en la boca de muchos que no saben ni que pedo. La alma huesudita debe estar contenta. Ojalá que algún día estos batos se revienten un toquin afuera de su templo en Tuxtla o en la ribera de Cupasmí y sientan la reata seca y se rameen con ixcanal para que se catapulten de una vez por todas con la mera banda pascualitera y con el master de la carreta que de triste no tiene un coyol partido por la mitad.
Yo a veces, cuando voy a su templo le cantó a San Pascualito esa rolita del gran Atahualpa, que parece que se la hubieran compuesto para él : “porque no engraso los ejes me llaman abandonado, si a mi me gusta que suenen, pa que los quiero engrasados..Los ejes de mi carreta, nunca los voy a engrasar”.
Para Jesús Izquierdo, Pepe López, Blanca Margarita y Pancho Corzo. Amigos que apenas se los acaba de llevar San Pascualito en diferentes recorridos.
La feria del Barrio de San Pascualito
Principiando la década de los años 50, mis familiares vivían en el Barrio de San Pascualito y para entonces las fiestas ya salían del recinto religioso y se instalaban puestos o cajones de comerciantes sobre las dos aceras de la sexta calle poniente, entre tercera y cuarta avenidas sur, quedando espacio suficiente para el libre paso de grupos de peregrinos, o más bien de felicitantes, que acudían de otros barrios hermanos y de poblaciones cercanas a la capital chiapaneca.
Durante el día eran pocas las peregrinaciones, pero cerrando la tarde, acudían ordenadamente, precedidos por experto cohetero que hacía las funciones de kirio o heraldo, dos o tres grupos con música de alegres marimbas o de tradicionales bandas musicales, como lo era la de Tecpatán, de acuerdo a previa programación.
Portaban cañas, cadenas de papel de china y candelas encendidas, protegidas por cajas de papel; somé con largas ensartas de flores de mayo y frutas de temporada, así como manojos o mazorcas de flores de coyol y de cocotero. Recibidos por un religioso ortodoxo, las mujeres cubriendo el cabello con una pañoleta, penetraban al recinto para cumplir con sus rezos, recibir bendiciones y depositar limosnas: Por separado, algunos creyentes solicitaban rameadas para arrojar maldades, las que eran realizadas por un capacitado hermano de la fe.
Terminada la manda o promesa, los concurrentes eran obsequiados con caldo de pecho de res al medio día o café con pan por la tarde y noche. Posteriormente, recorrían los establecimientos en la feria para adquirir tamales, pan, refrescos preparados, curtidos, dulces y juguetes regionales, así como algunas prendas de vestir. Los niños gozaban montados en caballitos, volantines y pequeñas ruedas de la fortuna; estos juegos mecánicos, a falta de la clásica y costosa música de cilindro, accionaban tocadiscos difundiendo canciones interpretadas por boleristas y por afamados tríos de moda. Cerca de las nueve de la noche se cerraba el templo y para las diez, las satisfechas familias se retiraban a su domicilio.
El día domingo, para cerrar la feria, se organizaban peleas de gallos; generalmente los gallos eran esos copetones de corral, pero adecuadamente rasurados para darles apariencia de gladiadores; los derrotados eran sacrificados y de inmediato hervidos y condimentados, para sucesivamente repartir el fortificante caldo de gallo entre los concursantes.
La constante actividad del señor Agustín Palacios Ochoa, buscando recursos para continuar las obras materiales del templo, le llevó a organizar la kermés o tardeada sabatina, para sano entretenimiento de los jóvenes creyentes, incrementando moderadamente las magras arcas que contribuían para la edificación.
Estas fiestas y ferias de San Pascualito llegaron a competir, en asistencia e importancia regional, con las de San Roque; pero había diferencias sustanciales entre ellas: las de San Pascualito contaban con el respaldo y costumbres de los tradicionalistas soques y la réplica esquelética era considerado como El Santo de los Pobres. En las fiestas de San Roque no hay raíz indígena: participan la clase media, comerciantes, intelectuales y ruidosas sinfonolas en complicados juegos mecánicos y, en manera dominante, la bebida de moderación, ahora Light, con sus variantes chelada y michelada.
Resumiendo, la feria de San Roque es de gente acomodada. En cambio, la Feria de San Pascualito era una verdadera y tradicional celebración para el Santo del Barrio, el de los humildes y del pueblo. Por eso su recuerdo lleva gran añoranza hacia aquellos tranquilos y seguros días que se vivían en el Barrio, con familiares y vecinos amistosos; constituíamos entre todos una verdadera parcialidad. Las calles aunque mal empedradas y en temporadas lodosas, las banquetas disparejas, irregulares, limitaban el derecho de paso a raudas combis y taxis. ¿Acaso lo tiempos pasados fueron mejores? Posiblemente sí, porque no vivíamos presionados por la caja electrónica y su encaprichada penetración política; logros de gobernantes que en realidad son obligaciones a cumplir, propias del cargo que ocupan; la invasión de franquicias con alimentos y frutas clonados; la grande, infernal y escandalosa presencia de rockeros, raperos, gruperos, countries y en fin, toda la anárquica anticultura musical que hostiga y lastima a los tímpanos y que de melodía ya no conserva ninguna nota. La vida actual se ha complicado con tantos avances electrónicos, que si bien proporcionan divertimiento y comodidades, también lo digitalizado nos convierte en cautivos de gastos que se antojan innecesarios. ¡Solo el que no dependa de un gravoso teléfono celular, el que no acuda al Súper a comprar la oferta de la hábil mercadotecnia o el que no transite velozmente por vialidades, que exprese la primera y justa protesta!
Así se festeja la fiesta barrio de San Pascualito en Tuxtla Gutiérrez.
FUENTE
El carretón salió otra vez
Fieles a San Pascualito pasearon por las calles de Tuxtla Gutiérrez la réplica del esqueleto de su santo
El Heraldo de Chiapas
18 de mayo de 2010
Vicente Fox, Carlos Salinas de Gortari, Michael Jackson, entre otros personajes públicos, peregrinaron y bailaron al mediodía de ayer por las principales calles de la capital chiapaneca, con motivo del natalicio y muerte de San Pascual Bailón, mejor conocido por los tuxtlecos como San Pascualito, máxima deidad de la Iglesia Católica Ortodoxa Independiente.
Desde las 6:00 de la mañana, personas de todas las edades acudieron a la iglesia donde sus fieles le rinden culto, ubicada entre la 6ª Poniente y 4ª Sur. En ese sitio, sus devotos le rezan y le brindan ofrendas, como flores y velas. Además, algunos de sus seguidores "quitan" las malas vibras a las personas que lo deseen, con ayuda de hojas de albahaca, porque -dicen- Dios les proporcionó dones para ayudar al pueblo.
Según el historiador Fernán Pavía Farrera, San Pascual Bailón nació en España el 17 de mayo de 1540 y falleció el mismo día pero de 1592, por lo que ayer fue una de las pocas veces en el año que la réplica de sus restos se puede ver.
Por ser un día especial, sus feligreses sacan al pequeño y pálido esqueleto diademado -vestido con un hábito azul franciscano y adornado con exvotos- de su carretón, a fin de limpiarlo, cambiarle su ropa y sacarlo a las calles.
Cerca de las 10:00 de la mañana, los poco más de 50 seguidores de San Pascualito emprendieron una caminata por las principales calles de la ciudad, acompañados con música de banda y marimba.
Al inicio del convoy se encontraban los músicos, después iba un grupo de personas que se disfrazó de personajes de la vida pública nacional, entre ellos los expresidentes Fox y Salinas, así como el fallecido Michael Jackson, quienes bailaron durante las más de tres horas que duró la caminata.
Atrás viajaban un grupo homogéneo de personas y en medio el carretón con los restos del santo, el cual antes de salir fue adornado con flores de temporada.
Pavía Farrera relata que el también llamado Santo de los Pobres, fue tallado en madera por indígenas en 1601, como agradecimiento a la protección que brindó a los indígenas frente a una serie de epidemias que se registró en el Valle de Guatemala (en ese entonces Tuxtla Gutiérrez formaba parte de la Capitanía General de Guatemala).
Gracias a sus "buenas acciones" su culto llegó al Centro de Chiapas y fue adoptado por los zoques, quienes fueron acusados por las autoridades españolas de idolatrar a la muerte.
Hasta 1902, la réplica de los restos de San Pascual Bailón fue resguardada en la entonces iglesia de San Marcos; seis años después fueron trasladadas al templo de El Calvario.
Tras ser resguardado por sus fieles en la época llamada "Quema de los Santos", en la segunda mitad del siglo XX los feligreses del esqueleto le construyeron un templo, sitio que después fungió como su residencia perpetua.
Muy conocida en Tuxtla es la leyenda del carretón sobre el que San Pascualito pasa recogiendo muertos. Se dice que cuando se escucha su chirrido, una agonía culmina.
Sus feligreses caminaron sobre la 6ª Poniente hasta tomar la 1ª Sur, dieron vuelta en la 4ª Oriente y se incorporaron a la Avenida Central.
Niños, jóvenes, amas de casa, obreros, bebés en carriolas y hasta abuelitas en sillas de ruedas -resguardados por un par de patrullas de Tránsito Municipal- acompañaron a San Pascual Bailón por las principales arterias de la ciudad.
Sin importar el calor, los claxonazos y gritos que se llevaban, sus feligreses caminaban orgullosos de su santo, porque -aseveran- la peregrinación es algo con lo que pueden retribuirle lo mucho que les da.
Pese a que por orden de las autoridades eclesiásticas los esqueletos no forman parte del dogma católico mexicano, aún existen 35 lugares en todo el país que veneran a osamentas, las cuales salen a las calles en días especiales, dijo la investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Elsa Malvido Miranda.
Los asistentes a la caminata dieron a conocer que al llegar a la 11ª Sur, se dirigirían al norte de la capital, para después caminar de oriente a poniente y subir sobre la 6ª Poniente, para regresar a San Pascualito a su lugar descanso y seguir la fiesta con comida y mariachi.
Desde las 6:00 de la mañana, personas de todas las edades acudieron a la iglesia donde sus fieles le rinden culto, ubicada entre la 6ª Poniente y 4ª Sur. En ese sitio, sus devotos le rezan y le brindan ofrendas, como flores y velas. Además, algunos de sus seguidores "quitan" las malas vibras a las personas que lo deseen, con ayuda de hojas de albahaca, porque -dicen- Dios les proporcionó dones para ayudar al pueblo.
Según el historiador Fernán Pavía Farrera, San Pascual Bailón nació en España el 17 de mayo de 1540 y falleció el mismo día pero de 1592, por lo que ayer fue una de las pocas veces en el año que la réplica de sus restos se puede ver.
Por ser un día especial, sus feligreses sacan al pequeño y pálido esqueleto diademado -vestido con un hábito azul franciscano y adornado con exvotos- de su carretón, a fin de limpiarlo, cambiarle su ropa y sacarlo a las calles.
Cerca de las 10:00 de la mañana, los poco más de 50 seguidores de San Pascualito emprendieron una caminata por las principales calles de la ciudad, acompañados con música de banda y marimba.
Al inicio del convoy se encontraban los músicos, después iba un grupo de personas que se disfrazó de personajes de la vida pública nacional, entre ellos los expresidentes Fox y Salinas, así como el fallecido Michael Jackson, quienes bailaron durante las más de tres horas que duró la caminata.
Atrás viajaban un grupo homogéneo de personas y en medio el carretón con los restos del santo, el cual antes de salir fue adornado con flores de temporada.
Pavía Farrera relata que el también llamado Santo de los Pobres, fue tallado en madera por indígenas en 1601, como agradecimiento a la protección que brindó a los indígenas frente a una serie de epidemias que se registró en el Valle de Guatemala (en ese entonces Tuxtla Gutiérrez formaba parte de la Capitanía General de Guatemala).
Gracias a sus "buenas acciones" su culto llegó al Centro de Chiapas y fue adoptado por los zoques, quienes fueron acusados por las autoridades españolas de idolatrar a la muerte.
Hasta 1902, la réplica de los restos de San Pascual Bailón fue resguardada en la entonces iglesia de San Marcos; seis años después fueron trasladadas al templo de El Calvario.
Tras ser resguardado por sus fieles en la época llamada "Quema de los Santos", en la segunda mitad del siglo XX los feligreses del esqueleto le construyeron un templo, sitio que después fungió como su residencia perpetua.
Muy conocida en Tuxtla es la leyenda del carretón sobre el que San Pascualito pasa recogiendo muertos. Se dice que cuando se escucha su chirrido, una agonía culmina.
Sus feligreses caminaron sobre la 6ª Poniente hasta tomar la 1ª Sur, dieron vuelta en la 4ª Oriente y se incorporaron a la Avenida Central.
Niños, jóvenes, amas de casa, obreros, bebés en carriolas y hasta abuelitas en sillas de ruedas -resguardados por un par de patrullas de Tránsito Municipal- acompañaron a San Pascual Bailón por las principales arterias de la ciudad.
Sin importar el calor, los claxonazos y gritos que se llevaban, sus feligreses caminaban orgullosos de su santo, porque -aseveran- la peregrinación es algo con lo que pueden retribuirle lo mucho que les da.
Pese a que por orden de las autoridades eclesiásticas los esqueletos no forman parte del dogma católico mexicano, aún existen 35 lugares en todo el país que veneran a osamentas, las cuales salen a las calles en días especiales, dijo la investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Elsa Malvido Miranda.
Los asistentes a la caminata dieron a conocer que al llegar a la 11ª Sur, se dirigirían al norte de la capital, para después caminar de oriente a poniente y subir sobre la 6ª Poniente, para regresar a San Pascualito a su lugar descanso y seguir la fiesta con comida y mariachi.
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