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viernes, 11 de abril de 2014

Las alianzas más sonadas y turbias entre los bancos y el Gobierno de EE.UU.




















No es ningún secreto que los bancos y el Gobierno de EE.UU. están cooperando en aras de beneficiar a su país. Las más sonoras de estas alianzas clandestinas entre los banqueros y los políticos tuvieron lugar el siglo pasado.


"La historia de EE.UU. tiene muchos ejemplos de la estrecha relación entre los principales banqueros y los presidentes. El resultado de tales lazos perennes no es difícil de observar: hay mucho más dinero, con el que se juega, de lo que podría haber, y los bancos están dispuestos a asumir un riesgo mucho mayor porque el Estado los apoya", opina Nomi Prins, exdirectora general de Goldman Sachs y autora del libro 'Todos los banqueros presidenciales: alianzas ocultas que hacen a Estados Unidos más fuerte', citada por el portal de noticias ruso 'Vesti Finance'.


Algunas de esas interesantes alianzas son:

1. La Ley Glass-Steagall

  
Durante la Gran Depresión —la crisis económica mundial que se prolongó durante la década de los 30— la cúpula de los bancos City Bank y Chase respaldaron la introducción de la Ley Glass-Steagall, que permitía en ese momento difícil trazar la línea de delimitación del sector financiero entre las unidades dedicadas a la banca minorista y comercial. Se trataba de una alianza por la que el poder agradeció a los bancos no solo con un simple "gracias", cuenta Prins.

  

2. Ley de Fondos de Inversión


En 1956 el presidente Eisenhower firmó una medida que debería enfurecer a los grandes bancos, pues la Ley sobre las compañías tenedoras bancarias prohibió las actividades interestatales de entidades de crédito y limitó su capacidad para compaginar las actividades minoristas y de inversión eludiendo la ley Glass-Steagall. Pero la norma disponía de un vacío legal que permitía a los banqueros aumentar su influencia. Y ya en 1970 los representantes del mundo financiero comenzaron a cabildear la expansión de este vacío legal, que finalmente lograron.

3. Guerra en Wall Street y los petrodólares


En los primeros años del mandato de Richard Nixon se produjo una escalada de tensión en torno a la guerra de Vietnam. Pero al mismo tiempo se estaba llevando una guerra encubierta en Wall Street, donde los grandes banqueros protestaban en contra de la regulaciones en el marco de la ley Glass-Steagall. El presidente del National City Bank, Walter Wriston, se enfrentó al jefe del banco Chase, David Rockefeller, por el derecho a reescribir el sistema de regulación como mejor les conviniera y por la dominación financiera global. Pero en realidad ambos eran miembros de una alianza bancaria secreta, que jugaba en los mercados del tercer mundo absorbiendo los petrodólares de Oriente Medio. Los estadounidenses convertían este dinero con el consentimiento tácito de las autoridades en bonos de alto rendimiento, que luego fueron vendidos a América Latina y otros países, acarreando más daño que beneficio.

4. La bancarrota de la empresa Penn Central


Los juegos de los bancarios llevaron al colapso de una de las mayores empresas ferroviarias de EE.UU., Penn Central, que dejó de existir en 1976. Los financieros fueron los principales culpables, pero el Pentágono anunció la protección financiera de la compañía como una cuestión de Seguridad Nacional. De la misma manera fue salvada la mayor compañía de defensa, Lockheed. Son ejemplos de la salvación de empresas y bancos a costa de los contribuyentes.

5. La abolición del patrón oro


Los bancos optaron por el debilitamiento del dólar y la expansión internacional. La manera más segura de reducir el valor de la moneda de EE.UU. fue la abolición del patrón oro. Se podía acusar de la situación a los especuladores internacionales, mientras que los bancos saldrían de esto bien parados. La estrategia funcionó: el 15 de agosto de 1971 el presidente Nixon culpó a los especuladores de la devaluación del dólar y más tarde, bajo la presión de los banqueros, decidió abolir el patrón oro, deteniendo así el flujo de salida y la depreciación del dólar. Después de la abolición del patrón oro el dinero fue invertido en acciones, lo que permitió a los bancos beneficiarse otra vez

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