Las mayores organizaciones criminales del mundo son los Gobiernos. Cuanto más grandes son, más capaces son también de perpetrar atrocidades. No solo obtienen riquezas mediante la coacción (impuestos), sino que también tienen una mística ideológica que les permite salirse con la suya en casos de asesinato, tortura y robo.
El Gobierno de EEUU no es una excepción. Esto está demostrado, entre muchas otras cosas, por el bombardeo atómico de civiles no combatientes en Hiroshima y Nagasaki a finales de la Segunda Guerra Mundial. Pero examinemos un caso menos conocido, uno del que no sabríamos nada de no ser por David Vine, que enseña antropología en la Universidad Americana. Vine ha escrito un libro, Island of Shame, y un artículo sobre el mismo tema en el Huffington Post, sobre el salvaje trato que ha recibido el pueblo de Diego García, una isla del archipiélago de Chagos, en el océano Índico. Los estadounidenses han oído hablar de Diego García como sede de una base militar de su país.
“Ayudó a lanzar las guerras de Afganistán e Irak y participó en el programa secreto de la CIA de rendiciones de sospechosos de terrorismo”, escribe Vine.
Lo que es menos conocido es que la isla fue una vez el hogar de unas dos mil personas, que fueron desalojadas por la fuerza para hacer sitio a las tropas estadounidenses. Los 40 años de lucha de las víctimas para volver a su tierra o para ser compensadas por las pérdidas que han sufrido han sido completamente inútiles.
Gran Bretaña reclama la isla. Según Vine, esclavos africanos, indios obligados por contrato y sus descendientes han estado viviendo en el archipiélago Chagos durante 200 años aproximadamente. “En 1965, después de años de negociaciones secretas, Gran Bretaña acordó separar Chagos de la colonial Isla Mauricio (violando las normas de descolonización de la ONU) para crear una nueva colonia, el Territorio Británico del Océano Índico. En un pacto secreto de 1966, Gran Bretaña dio al ejército de EEUU derecho a usar la isla de Diego García”.
Pero hizo más que eso. Gran Bretaña “aceptó tomar las ‘medidas administrativas’ necesarias para eliminar a los casi 2.000 chagosianos a cambio de 14 millones de dólares que EEUU le pagaría en secreto”.
Los británicos cumplieron su parte. En 1968, Gran Bretaña comenzó a impedir el retorno de los chagosianos que se habían ido para recibir tratamiento médico o disfrutar de unas vacaciones, abandonándoles a su suerte, a menudo separados de su familia y despojados de sus propiedades”, escribe Vine.
Las autoridades británicas empezaron pronto a restringir los suministros de alimentos y medicinas a Chagos. Las autoridades angloamericanas diseñaron un plan de relaciones públicas cuyo objetivo era, como dijo un burócrata británico, “mantener la ficción” de que los chagosianos eran trabajadores inmigrantes y no un pueblo con raíces en Chagos desde hacía cinco generaciones o más. Otro político británico les llamó “tarzanes” y “sirvientes fieles”.
Después, en 1971, llegó la orden final, que recuerda a la expulsión de los judíos de sus pueblos por el zar ruso. “El almirante de la Armada de EEUU Elmo Zumwalt emitió un memorándum con solo tres palabras: ‘Absolutely must go‘ (Definitivamente, deben irse)”.
Los agentes británicos, con la ayuda del cuerpo de ingenieros civiles de la Marina de EEUU, organizaron una cacería de los perros domésticos de los isleños, les rociaron con gas y los quemaron en contenedores de carga sellados. Ordenaron (…) que el resto de los chagosianos fueran introducidos en barcos de carga. Durante las deportaciones, que tuvieron lugar en varias fases hasta mayo de 1973, la mayoría de los chagosianos dormían en las bodegas de los barcos, sobre guano (excrementos de aves). Los caballos valiosos permanecían en cubierta. Al final del viaje de cinco días, los vómitos, los orines y los excrementos estaban por todas partes. Al menos una mujer abortó.Al llegar a Isla Mauricio y las Seychelles, los chagosianos fueron literalmente abandonados en los muelles. No tenían casa, ni trabajo y apenas algo de dinero, pero no recibieron ninguna ayuda para su reasentamiento.
Recordemos que esto sucedió, no en el siglo XVIII ni en el XIX, sino a finales del siglo XX. Este año se conmemora el 40 aniversario de las últimas expulsiones.
El sufrimiento y las consecuencias personales han sido elevados. Los chagosianos han quedado sumidos en la pobreza y muchos sufren enfermedades relacionadas de alguna forma con su desposesión. “Se han registrado muchas muertes de chagosianos por tristeza o profundo dolor”, según Vine.
Hace cinco años, los chagosianos tenían todavía algún rayo de esperanza, cuando tres tribunales británicos declararon que las deportaciones fueron ilegales. Pero la Corte Suprema del Reino Unido anuló dichas sentencias.
“El año pasado – añade Vine – el Tribunal Europeo de Derechos Humanos desestimó la apelación final de los chagosianos por defectos de forma…”.“Un día después de la sentencia del tribunal europeo, la administración Obama rechazó las demandas de una petición en línea firmada por unas 30.000 personas, que pedían a la Casa Blanca “reparar las injusticias cometidas con los chagosianos“.
Los británicos estaban estudiando cuidadosamente el asunto, dijo la administración.
He aquí el Gobierno en todo su esplendor.
Sheldon Richman es vicepresidente de la Future of Freedom Foundation y editor de la revista mensual de la fundación, Future of Freedom.
Sheldon Richman / MWC News
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