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lunes, 10 de junio de 2013

LAS REDES SOCIALES, EL ESPIONAJE Y EL PODER


Por Percy Taira
A inicios de junio de este año el diario estadounidense The Washington Post y el inglés The Guardian, destaparon un escándalo sin precedentes en la historia de la inteligencia norteamericana: la revelación de un proyecto de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) llamado PRISM que tiene como principal objetivo el seguimiento de las comunicaciones de miles de civiles del país del norte. Es decir, un plan de espionaje nacional, con alcance global, que tiene como fin recopilar la mayor información posible de sus propios ciudadanos.

Según datos proporcionados por ambos medios de comunicación, la vigilancia incluiría las cuentas de usuarios de empresas importantes de Internet tales como Microsoft, Google, Apple, Yahoo, AOL, Skype, Facebook y Google+, así como la obtención por parte de la NSA de miles registros telefónicos de diversas compañías telefónicas de los Estados Unidos.

Si bien muchas de estas empresas han negado cualquier tipo de participación con el gobierno de los EE.UU. y el proyecto PRISM, se ha abierto un debate interesante en este país y en el Reino Unido para resolver preguntas importantes como cuánta información guardan de sus usuarios las referidas empresas de Internet; cuán vulnerables son sus medidas de seguridad para resguardar esta información y sobre todo; qué hacen estas empresas con la data que recogen.

Por una cuestión de espacio, sería largo responder las preguntas en cada una de las plataformas de Internet que hemos mencionado, sin embargo, podemos tomar como ejemplo a Facebook, una de las más importantes redes sociales del planeta.

Para responder a la pregunta sobre cuánta información guarda Facebook de nosotros, basta con recordar brevemente los datos hemos proporcionado al abrir nuestra cuenta en esta red social: nombre, edad, estado civil, país, ciudad, domicilio, números telefónicos, fotografías, profesión, lugar de trabajo, religión, posición política, pasatiempos, hobbies, gustos varios, entre otros. Es decir, Facebook desde un principio, cuenta con más información que nuestro documento nacional de identidad.

Y en cuanto a la seguridad de estas páginas para proteger los datos de sus usuarios, vale decir que un simple hacker de primer nivel, es capaz, no solo de robar una contraseña, sino incluso, manejar cualquier cuenta de Facebook como si fuera suya y robar así la información que uno guarda allí. Esto es mucho más fácil de lo que se piensa. No se necesita ser un hacker de una agencia de inteligencia para lograr tal cosa.

Quizá por este motivo, las redes sociales como Facebook, Twitter, Google+, entre otras, se han convertido en blanco fáciles de las agencias de seguridad nacional o de inteligencia. Su fácil acceso y la cantidad de información que pueden ser capaces de brindar, los convierten en blancos apetecibles para cualquier régimen represivo.

Un dato más e importante que hace que los servicios de inteligencia se enfoquen en las redes, es que a diferencia de otros tiempos, en que los agentes tenían que hacer seguimiento a determinadas personas y tener miles de contactos para obtener una información del tipo personal, ahora, gracias a las redes sociales, son las mismas personas que entregan de manera voluntaria, toda esta información, haciendo el trabajo mucho más sencillo, económico y menos riesgoso, de las centrales de inteligencia. Es decir, las redes sociales se han convertido en los últimos años en una fuente de información de fácil acceso, inagotable y además, actualizada, de cualquier persona que sea usuaria de estas plataformas.

Por último, si bien Facebook ha negado que entregue la información de sus usuarios al gobierno de los EE.UU. o a cualquier otro gobierno, muchos especialistas sospechan que esta información sí se entrega y sobre todo, se vende, a diversas empresas y compañías que elaboran diversos productos desde cosméticos hasta vehículos. Y es que la información que poseen estas redes sociales no sólo abarata el costo de mercadotecnia de las grandes compañías sino que además las hace más amplias y precisas.

Dicho esto, vale preguntarse ya no sobre la vulnerabilidad de las empresas y compañías de Internet, sino, cuán vulnerables somos nosotros, como ciudadanos, ante estas compañías que recopilan nuestras informaciones (nuestra vida diaria si se quiere); ante las otras empresas que las usan esta información para realizar campañas publicitarias cada vez más manipuladoras; y ante los gobiernos que de manera cada vez más sencilla, puede acceder a estos datos. Dicen que la información es poder, hay que preguntarse entonces, a quién le estamos dando este poder sobre nosotros.

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