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viernes, 3 de agosto de 2012

regresa a casa la Reina Roja de Palenque, recordando su descubrimiento




Luego de 18 años de permanecer en estudio en un laboratorio de antropología física de la Ciudad de México, los restos mortuorios de Tz´ak-b´u Ajawun, personaje femenino mejor conocido como la Reina Roja, regresaron a la ciudad maya de Palenque,Chiapas , donde fueron descubiertos en 1994 por el arqueólogo mexicano Arnoldo González Cruz en la subestructura del Templo XIII.

El viernes 15 de junio de 2012, día en que se conmemoraron los 60 años del descubrimiento de la tumba de Pakal, los restos mortuorios de la soberana maya Tz´ak-b´u Ajawun, mejor conocida como la Reina Roja de Palenque, junto con sus dos acompañantes con quienes fue enterrada en el año 672 d.C., fueron traslados desde el Claustro de Sor Juana hasta la zona arqueológica de Palenque  por el personal del Centro INAH-Tabasco.
Sus restos óseos fueron distribuidos en cuatro cajas forradas por dentro con hule espuma inerte que se ahuecó con la forma de cada hueso, lo que permitió trasladarlos sin peligro de que se movieran durante el trayecto.

La Reina Roja no regresó a su cámara funeraria:

El regreso de la Reina Roja a Palenque se realizó conforme a la política de conservar en el sitio arqueológico todos los materiales descubiertos, a fin de que no se dispersen en otras colecciones o museos.
No obstante, la excesiva excesiva causada por el ambiente no permitió  el regreso de los restos funerarios de la gobernante maya a su cámara funeraria situada en el Templo XIII de Palenque. Especialistas del INAH en arqueología y conservación estudian si en un futuro próximo se cumplan las condiciones necesarias para la conservación de sus huesos.

FUENTE

RECORDEMOS LO EMOCIONANTE DEL DESCUBRIMIENTO:


La Reina Roja de Palenque

Acompáñenos en las emociónes del descubrimiento de la Reina Roja de Palenque.  


El Misterio de la Reina Roja

Una mujer se pasea por los templos de piedra de la ciudad maya de Palenque, en medio de la jungla de Centroamérica. Viste un traje adornado con botones de malaquita, y en la cabeza, cuyo cráneo ha sido deformado dolorosa y ritualmente desde su niñez, lleva un tocado de largas plumas de quetzal. Su nariz es curva y su rostro firme, pero tiene la mirada triste: su poderoso imperio, cuyos cientos de edificios escalonados destacan en la selva de la neblina del amanecer, está sumido nuevamente en la crisis. Sabe que esta vez serán necesarios todos los esfuerzos de su marido, el gran gobernante Pakal II el Grande, y de sus tres hijos para restablecer el orden y acabar con los codiciosos enemigos. Pero también es consciente de que ella no vivirá para ver el reino en toda su magnificencia. Los dolores de huesos y dientes, causados por la osteoporosis, y los abscesos son insoportables, y los constantes partos han hecho mella en su frágil cuerpo. Su muerte es llorada por todo el imperio y su marido ordena lo que hasta ahora había sido algo sin precedente entre los mayas: sepultar a una mujer dentro de un sarcófago, en un templo. Es el año 672.

Dos cuerpos acompañan al esqueleto principal

Trece siglos después, en 1994, una joven arqueóloga se encuentra boquiabierta ante un sarcófago con los huesos femeninos que ha ayudado a descubrir. Cubiertos del polvo metálico de cinabrio usado por los antiguos mayas, los huesos han adquirido un color rojo vivo, como si en la muerte quisieran aún evocar la sangre de la vida. Una colección de más de mil piezas –collares de jade, perlas, agujas de hueso y conchas– cubre y rodea el esqueleto. Y en los extremos del sarcófago, dos cuerpos más –un adolescente y una mujer–, que se supone que fueron sacrificados para acompañar a la mujer en el viaje final. ¿Quién es esta dama que mereció el honor de un sarcófago, si se tiene en cuenta que en toda la Meso a mérica maya sólo se han hallado dos sarcófagos de piedra, ya que la mayoría de los cuerpos se enterraban directamente en la tierra? “La bautizamos Reina Roja de Palenque por el impresionante color de sus huesos”, dice la arqueóloga Fanny López, del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, quien encabezó las excavaciones de la tumba, en el corazón de una pirámide en la plaza principal de Palenque. “Su descubrimiento fue muy importante por el rango que se le concedía a una mujer. Pero ahora debíamos averiguar quién era, ya que teníamos al menos tres candidatas para ocupar su lugar, todas asociadas con el gobernante Pakal, el más importante rey maya: su madre Zak Kuk, su esposa Tzakbu Ajaw, o la primera mujer que presidió Palenque, Yohl’ik Nal”.

Tablillas y vendas para deformar su cráneo


Hasta hace poco, el rompecabezas sobre la identidad de la Reina Roja era casi tan complejo como su máscara funeraria de 280 piezas de jade. Patrocinado en gran parte por Discovery Channel Latinoamérica/Iberia, un equipo de antropólogos forenses, bioarqueólogos, historiadores y genetistas se propuso resolver el misterio y llegó a conclusiones provisionales. A primera vista, del análisis de los restos óseos de la mujer, cuya estatura era de 1,54 metros –alta para aquella época–, se concluyó que el hecho de haber encontrado los tobillos muy juntos indicaba que primero fue amortajada. Además, tenía el cráneo deformado –rasgo que compartía con la mayoría de la población enterrada en la antigua ciudad de Palenque–, lo que se había logrado utilizando un aparato cefálico a base de vendas y tablillas constrictoras. “Cuando quisimos fechar los huesos con carbono radiactivo, descubrimos que el cinabrio se había mezclado con el material orgánico, de tal manera que hacía imposible llegar a una conclusión”, dice la bioarqueóloga Vera Tiessler, de la Universidad Autónoma de Yucatán, directora de la investigación. En cambio, los otros dos acompañantes, hallados a su lado, que estaban libres de cinabrio, fueron fechados entre los años 620 y 680. Ahora que se conocía una fecha, se necesitaba establecer si había un parentesco con Pakal II. Pero como el cinabrio también había roto las cadenas de ADN de la mujer, fue preciso invertir dos años e incontables intentos de extracción del material genético en la Universidad de Lakehead, un avanzado laboratorio de estudios paleoarqueológicos en Canadá. Los resultados fueron categóricos: la Reina Roja no fue madre, hermana o hija de Pakal.

La mujer hallada en la tumba no nació en Palenque

Esto deja como candidata a la esposa del gobernante, quien murió en 672. Al extraerse isótopos estables de estroncio de los dientes de la Reina Roja y compararse con el perfil geológico de Palenque se descubrió que ambos perfiles son diferentes. Esto hace suponer que la mujer vino de fuera de Palenque, lo cual concuerda con la biografía de Tzakbu Ajaw. También concuerda el número de hijos que tuvo, según las inscripciones halladas en la tumba de Pakal, con el avanzado estado de osteoporosis del cuerpo y la edad que tenía al morir, unos 60 años. Una excelente reconstrucción facial hecha por la asesora del FBI Karen Tay lor, quizás la mejor artista forense del mundo, sacó a relucir el asombroso parecido de la Reina Roja con los frescos que retratan a Tzakbu Ajaw en el templo de Pakal, que además la describen como un personaje influyente en cuestiones políticas. Es sabido que los frescos mayas son casi los únicos que retratan a los personajes como fueron en la vida real, en lugar de simplemente pintar una cara. Ahora que la Reina Roja tiene un rostro y quizás un nombre, Tiessler necesita confirmar su identidad sin lugar a dudas. “Para identificarla del todo necesitamos ADN de cualquiera de sus hijos. Pero ninguno de éstos han sido encontrados aún. Esperamos que en el futuro, si se localizan estos restos, los avances en arqueología e identificación nos permitan cerrar el capítulo”.

Tras la muerte de la Reina decayó la civilización maya

Unos cien años después de la muerte de la Reina Roja, Palenque y el resto de la civilización maya clásica caía en una inexplicable e irreversible decadencia. Un desastre ecológico unido a las guerras y luchas dinásticas fueron los culpables del éxodo de las grandes ciudades mayas. Palenque fue probablemente abandonada a comienzos del siglo IX, cuando se detienen todos los registros sobre construcciones y dinastías, y cuando la selva trató de borrar la identidad de la Reina Roja.


Ángela Posada-Swafford

Estudios recientes revelan que la Reina Roja no era la madre de Pakal II
En 1994, el arqueólogo mexicano Arnoldo González Cruz descubría en la subestructura del Templo XIII del sitio arqueológico de Palenque, Chiapas, la cámara funeraria y los restos mortuorios de Tz´ak-b´u Ajawun personaje femenino mejor conocido como la Reina Roja e identificado como la madre del rey K´inich Janahb Pakal II. No obstante, de acuerdo con estudios recientes la osamenta de este personaje pertenecería más bien a  la consorte de ese antiguo gobernante maya.
Dicho planteamiento es uno de los temas principales de “La Reina Roja, una tumba real”, publicación coeditada por el INAH y Turner Publicaciones, y presentada a finales de diciembre de 2011 en el Museo Nacional de Antropología en la ciudad de México.


El descubrimiento en 1994 de los restos mortuorios de la Reina Roja abrió nuevas perspectivas en el conocimiento de las practicas funerarias llevadas por los antiguos mayas de Palenque.

Detalle de los restos mortuorios de la Reina Roja:

Un sarcófago monolítico acompañado de ofrendas conformadas por piezas de jadeíta, una máscara hecha en malaquita recubierta por tres centímetros de grosor decinabrio; sustancia mineral de color rojo que era untada al cuerpo de los nobles antes de ser depositados en su tumba. Fue debido a esta característica que el arqueólogo Arnoldo González Cruz, responsable de la excavación, nombró a dicho entierro femenino como la Reina Roja.

La Reina Roja: ¿Madre o esposa de Pakal II?

El libro “La Reina Roja, una tumba real” presenta una nueva hipótesis sobre la identidad de este personaje. Los resultados de estudios recientes señalan que el esqueleto encontrado podría corresponder a Tz´ak-b´u Ajaw, quien fue consorte del rey K´inich Janahb Pakal II; dicho planteamiento surgió debido a la coincidencia de años entre la antigüedad de la osamenta, cuyos estudios la ubican en 672 d.C., con las fechas grabadas en monumentos de Palenque, que aluden al 13 de noviembre de 672, como momento de la muerte de la esposa de ese soberano.
A lo anterior se suman estudios de ADN que confirman que dicho personaje y el gobernante palencano carecen de algún lazo de parentesco, y por lo tanto, la osamenta no corresponde a la de su progenitora.

El libro “La Reina Roja, una tumba real” está dividido en once capítulos:

La Ciudad de una Reina, 
Muerte en Palenque, 
Un templo al descubierto, 
Abriendo un sarcófago, 
Una tumba para la eternidad, 
Pistas enterradas, 
Teselas en el tiempo, 
Tránsito al inframundo, 
Tras las huellas de una reina, 
La Reina Roja y su relación con Pakal y, Reflexiones finales. 

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