Al Jazeera revela declaraciones de vocero del gobierno de Chihuahua, quien señala que la CIA es parte del narcotráfico y busca continuar este jugoso y macabro negocio.
La sospecha popular de que el narcotráfico no es meramente un dominio salvaje de mafias criminales locales glorificadas que logran poner en jaque a un gobierno sino un sistema organizado desde el poder estatal y algunas corporaciones, específicamente bancos que lavan el dinero de estos cárteles, ha venido confirmándose recientemente. El caso de HSBC, uno de los bancos más grandes del mundo, involucrado en lavado de dinero del narco mexiano, bajo concocimento de sus más altos ejecutivos, es un indicio revelador de lo que parece ser una estructura oligarquica del tráfico de sustancias ilegales - y armas - que cuenta con el visto bueno de dependencias dentro de los gobiernos de distintos países.
Una nueva seña en este sentido ha sido revelada por Al Jazeera, uno de los sitios de mayor calidad periodística del mundo, quien publicó esta semana declaraciones de un funcionario del gobierno de Chihuahua, quien señaló que la CIA "no lucha contra los narcotraficantes", los "maneja". Guillermo Terrazas Villanueva, coordinador de comunicación de este estado fronterizo, dijo a Al Jazeera que terminar con el narco sería terminar con su propio negocio "si acabas con las pestes, te quedas sin trabajo", fue la figura retórica que uso Terrazas Villanueva. Aunque este funcionario no es de los de más alta jerarquía, su declaración expresa, con posible conocimiento de causa, un sentimiento popular que se soporta en evidencia histórica en cuanto a la relación de la CIA con el tráfico de drogas.
Al Jazeera también entrevistó al profesor Hugo Almada Mireles, de la Universidad Autónoma de Juárez. "La guerra contra las drogas es una ilusión. Es parte del raciocinio para invadir América Latina", dijo Almada, quien citó como referencia la operación "Rápido y Furioso" en la que el FBI vendió armas a criminales mexicanos supuestamente para poder rastrear estas armas.
Desde 1996 el diario San Jose Mercury documentó el papel de la CIA moviendo cocaína colombiana vía Nicaragua, para inyectarla en los ghettos de Los Angeles, dando pie a la fiebre del crack.
En Pijama Surf hemos explorado antes esta posible filiación entre la CIA y el narco, aquíy aquí y aquí.
Si bien en México es cosa sabida que el narco ha corrompido las instituciones (o las mismas instituciones han generado el narco), el papel de la CIA y del gobierno de Estados Unidos provocando magnicidos en el territorio mexicano no ha sido del todo dimensionada. De ser cierto que la CIA es, a fin de cuentas, parte de la estructura del narcotráfico, los mexicanos estarán viviendo en una terrible ilusión, gastando miles de millones de pesos de los contribuyentes para representar un sangriento simulacro violatorio de la autonomía nacional.
Esto evidentemente explica las leyes de prohibición de plantas medicinales como la marihuana, capitalizadas y desvirtuadas dentro de una mafia lacerante de la psique colectiva (recordemos la celebración de narcotraficantes en el 50 aniversario de la prohibición promovida por la ONU). Hace poco mas de un año nos adentramos a repasar la historia de la criminalización de la marihuana confirmando un complejo entramado en cuyo centro confluyen múltiples intereses corporativos y gubernamentales bajo la fachada de una moralina e hipermediatizada "guerra contra las drogas".
En síntesis, este fenómeno revela la existencia, y sí las teorías de la conspiración aplican, de una especie de élite que hace negocio con las vidas de los ciudadanos comunes y corrientes, afianzada en su control de los bancos, las policías, y los medios de comunicación. El narco tal vez sea el mayor negocio del mundo, y aquellos que lo cosechan en su máximo caudal, no son los capos que salen en las noticias, son algunos de lo más altos funcionarios y empresarios.
¿Cómo es posible que tras décadas de combate, miles de millones de dólares utilizados, monumentales recursos humanos y de inteligencia, y una tenaz propaganda, en contra del narcotráfico, los resultados que arroja esta cruzada sean el aumento de consumo, distribución y, en particular, ganancias, de esta actividad? Esto solo puede explicarse si tras bambalinas los grupos más influyentes (bancos, coloraciones, gobiernos) se benefician de algún modo de la subsistencia del narcotráfico. Pero ¿estas son las instituciones a las cuales debemos rendir respeto y acatar sus decisiones?
Una nueva seña en este sentido ha sido revelada por Al Jazeera, uno de los sitios de mayor calidad periodística del mundo, quien publicó esta semana declaraciones de un funcionario del gobierno de Chihuahua, quien señaló que la CIA "no lucha contra los narcotraficantes", los "maneja". Guillermo Terrazas Villanueva, coordinador de comunicación de este estado fronterizo, dijo a Al Jazeera que terminar con el narco sería terminar con su propio negocio "si acabas con las pestes, te quedas sin trabajo", fue la figura retórica que uso Terrazas Villanueva. Aunque este funcionario no es de los de más alta jerarquía, su declaración expresa, con posible conocimiento de causa, un sentimiento popular que se soporta en evidencia histórica en cuanto a la relación de la CIA con el tráfico de drogas.
Al Jazeera también entrevistó al profesor Hugo Almada Mireles, de la Universidad Autónoma de Juárez. "La guerra contra las drogas es una ilusión. Es parte del raciocinio para invadir América Latina", dijo Almada, quien citó como referencia la operación "Rápido y Furioso" en la que el FBI vendió armas a criminales mexicanos supuestamente para poder rastrear estas armas.
Desde 1996 el diario San Jose Mercury documentó el papel de la CIA moviendo cocaína colombiana vía Nicaragua, para inyectarla en los ghettos de Los Angeles, dando pie a la fiebre del crack.
En Pijama Surf hemos explorado antes esta posible filiación entre la CIA y el narco, aquíy aquí y aquí.
Si bien en México es cosa sabida que el narco ha corrompido las instituciones (o las mismas instituciones han generado el narco), el papel de la CIA y del gobierno de Estados Unidos provocando magnicidos en el territorio mexicano no ha sido del todo dimensionada. De ser cierto que la CIA es, a fin de cuentas, parte de la estructura del narcotráfico, los mexicanos estarán viviendo en una terrible ilusión, gastando miles de millones de pesos de los contribuyentes para representar un sangriento simulacro violatorio de la autonomía nacional.
Esto evidentemente explica las leyes de prohibición de plantas medicinales como la marihuana, capitalizadas y desvirtuadas dentro de una mafia lacerante de la psique colectiva (recordemos la celebración de narcotraficantes en el 50 aniversario de la prohibición promovida por la ONU). Hace poco mas de un año nos adentramos a repasar la historia de la criminalización de la marihuana confirmando un complejo entramado en cuyo centro confluyen múltiples intereses corporativos y gubernamentales bajo la fachada de una moralina e hipermediatizada "guerra contra las drogas".
En síntesis, este fenómeno revela la existencia, y sí las teorías de la conspiración aplican, de una especie de élite que hace negocio con las vidas de los ciudadanos comunes y corrientes, afianzada en su control de los bancos, las policías, y los medios de comunicación. El narco tal vez sea el mayor negocio del mundo, y aquellos que lo cosechan en su máximo caudal, no son los capos que salen en las noticias, son algunos de lo más altos funcionarios y empresarios.
¿Cómo es posible que tras décadas de combate, miles de millones de dólares utilizados, monumentales recursos humanos y de inteligencia, y una tenaz propaganda, en contra del narcotráfico, los resultados que arroja esta cruzada sean el aumento de consumo, distribución y, en particular, ganancias, de esta actividad? Esto solo puede explicarse si tras bambalinas los grupos más influyentes (bancos, coloraciones, gobiernos) se benefician de algún modo de la subsistencia del narcotráfico. Pero ¿estas son las instituciones a las cuales debemos rendir respeto y acatar sus decisiones?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
ya puedes comentar, ¿que opinas?