31 JULIO 2011 5 COMENTARIOS
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¿Por qué son tan atractivas las teorías de las conspiraciones?
¿O los escritos de Von Däniken sobre astronautas premodernos; o aquellos del florido siquiatra ruso Velikovsky y sus ideas vertidas sobre el planeta Venus en el controvertido libro Mundos en Colisión? ¿Qué tal atraen los videos de Maussan y sus Ovnis? ¿Berlitz sobre el triángulo de las Bermudas; J.J. Benítez y su hipódromo deCaballos de Troya?
También un tema que causa controversia y discusiones es el viaje del hombre a la Luna; no hay reunión en la que no se encuentre a más de un escéptico en la mesa. Hay muchos convencidos de que el famoso paso de Neil Armstrong no fue en el suelo lunar, sino en algún estudio cinematográfico de Hollywood. —específicamente en el de Stanley Kubrick donde se filmaba 2001: Odisea del Espacio—Entiendo que a muchos científicos e ingenieros de la aeronáutica el tema les da ternura y no ponen esmero en desmentir tales o cuales teorías.
En una de las reuniones anuales de la Sociedad Astronómica del Planetario Alfa, le pregunté al ingeniero Miguel San Martín, uno de los diseñadores del sistema de paracaídas del Rovers que descendió en el planeta Marte, su opinión al respecto de la controversia sobre el hombre en la Luna. Después de un suspiro, me dice: “Siento una gran pena y flojera por el tema”
Y es que la incredulidad es una especie de enfermedad. Ya nada parece impresionar las mentes, de los niños, menos. Del trompo y las canicas solo quedan monografías. Se requieren de historias fantásticas y de la posibilidad de crear mitos que alimenten a las mentes más “inquisitivas”. Los que crean las versiones “oficiales” serán así, considerados los más tontos.
Siempre habrá mercado para escuchar y creer en noticias y explicaciones sobre hechos que no se comprenden o no que de plano, no se quieren comprender.
Había una vez…
Uno de los periódicos de mayor fama en USA era el New York Sun. —de 1833-1850— y, como en todos los periódicos, se necesitaba incrementar el número de lectores con escritores que pudiesen lograr interesar al público. Se decidió contratar a un hombre de Inglaterra, Richard Adams Locke, periodista que había incursionado en la escritura de ciencia ficción.
Locke, convencido de que sus escritos podían atraer al público lector decidió iniciar con la narración del viaje del entonces famoso —aun ahora— astrónomo John Herschel a tierras del sur para poder terminar lo que sería su catalogo de objetos celestes. —Herschel vivía muy al norte del ecuador, por lo que se trasladó a Ciudad del Cabo, en el sur de África—
Locke no tenía comunicación con Herschel, pero eso no lo intimidó. Describió con tal detalle la expedición y las observaciones, como si fuera el mismísimo astrónomo el que escribiera los artículos.
Locke sabía que el papá de John Herschel, —el gran astrónomo William Herschel— había creído que en la Luna habitaban seres pintorescos y psicodélicos, de manera que el periodista asumió que hijo de tigre, pintito y se dio vuelo describiendo a singulares seres.
Locke no tenía ni idea que tipo de telescopios llevaba Herschel, pero él de un plumazo los mejoró: Describió cómo el telescopio de astrónomo podía distinguir en la Luna imágenes que medían 45 centímetros;
—”Cuán nítidas se podían ver las amapolas, flores multicolores e idílicos lagos azules con bisontes y unicornios pastando”. Si no vio a Brooke Shields en la Laguna Azul, es porque todavía no nacía…
Los titulares del Sun, eran una maravilla que hacía que el público corriera a comprar el periódico. “¡Los Grandes Descubrimientos Astronómicos de Sir John Herschel¡” decía a ocho columnas.
— ¡El gran astrónomo británico ha descubierto una nueva teoría del fenómeno cometario!
— ¡Herschel ha descubierto nuevos planetas en nuestro Sistema Solar!
— ¡Herschel ha resuelto todos los misterios de las matemáticas astronómicas¡
— ¡Herschel ha descubierto nuevos planetas en nuestro Sistema Solar!
— ¡Herschel ha resuelto todos los misterios de las matemáticas astronómicas¡
Ya entrado en materia, Locke se avienta de lo lindo. Empezó a describir lo que parecían seres inteligentes; anfibios de morfología sorprendente, grandes pirámides de cuarzo, templos de oro donde habitaban los Selenitas, seres alados, como vampiros. En fin. Una Shulada.
Claro que los lectores del Sun estaban encantados. Y los dueños, más. Se vendían miles de periódicos.
Los que no estaban muy contentos eran los hombres de ciencia. Los astrónomos explicaban que no existía en aquel tiempo telescopio capaz de distinguir lo que Locke decía —creo que ni ahora—
Le guardaron los ejemplares a John Herschel para cuando regresara de África.
— ¡Es una tontería gritaban los astrónomos!
Pero a la gente no le importaba. Las historias eran muy buenas.
Cuando Sir John Herschel regresa de Ciudad del Cabo, le dan los ejemplares del periódico para que se entere de las noticias que había originado su expedición.
Herschel, contrario a la fama de flemáticos que tienen los británicos, soltó la carcajada. “¡Qué buena puntada de este loco”
Locke tuvo que admitir ante sus lectores que todo lo había inventado. Pero el Sun ya había logrado lo que quería: llevar al periódico a ser uno de los más leídos del mundo.
“La tontería siempre se cree más que fácilmente que lo que tiene sentido” —Isaac Asimov—
Y, como dicen los clásicos, usted ¿qué opina?
Y, como dicen los clásicos, usted ¿qué opina?
Saludos
El Perplejo SideralOtros artículos del perplejo:
http://www.astronomos.org/?author=2
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