Publicado • marzo 27, 2011
Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) descubrieron cuatro colgantes prehispánicos de cobre en el sitio arqueológico de Lagartero, en Chiapas; las piezas de más de 600 años de antigüedad presentan la forma de cabeza de lagarto, lo que confirma que el nombre de este lugar de filiación maya en esa época debió aludir a este reptil, símbolo del inframundo para esa cultura. La investigadora Sonia Rivero Torres informó que el hallazgo se registró junto a un osario descubierto en la Pirámide 2 de esa zona arqueológica, ubicada en el municipio La Trinitaria, cuyas antiguas edificaciones son objeto de trabajos de consolidación y restauración con el fin de abrirla al público en 2012.
Tras señalar que es la primera vez que se encuentran piezas de este metal en Lagartero, la responsable del proyecto arqueológico en este asentamiento explicó que los pendientes con forma de cabeza de lagarto posiblemente fueron parte de un sartal.
“Recientes análisis de espectroscopía de rayos por energía dispersiva (EDAX) realizados en el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, determinaron que se trata de una aleación, al contener carbono, oxígeno, silicio y calcio, así como hierro y cobre en mayor proporción”.
La arqueóloga Rivero Torres abundó que debido a su asociación con un entierro múltiple, localizado en la temporada de campo de 2009, en el lado oeste de la Pirámide 2, los pequeños objetos de orfebrería —de 2.4 cm x 8 mm— deben corresponder al Posclásico Tardío (1200 y 1400 d.C.), y aunque se sabe que fueron hechos con la técnica ancestral de molde a la cera perdida, se desconoce dónde fueron manufacturados.
“En 1990 comenzaron los trabajos arqueológicos en Lagartero, actualmente llevamos 13 temporadas de campo y nunca habíamos encontrado materiales de cobre, todo indica que las figuras de cabeza de lagarto debieron mandarse a hacer en otro sitio, con la condición de representar este animal que es un símbolo del inframundo en la cultura maya.La arqueóloga Rivero Torres abundó que debido a su asociación con un entierro múltiple, localizado en la temporada de campo de 2009, en el lado oeste de la Pirámide 2, los pequeños objetos de orfebrería —de 2.4 cm x 8 mm— deben corresponder al Posclásico Tardío (1200 y 1400 d.C.), y aunque se sabe que fueron hechos con la técnica ancestral de molde a la cera perdida, se desconoce dónde fueron manufacturados.
“La única mina prehispánica que se ha excavado, dedicada a la fundición de cobre, se localiza en El Teúl, al sur de Zacatecas, sin embargo, falta investigar más este aspecto en el sureste del país; en el siglo XX se exploró una mina cerca de Pichucalco, Chiapas y tal vez podrían encontrarse otras en la Sierra Madre, pero insisto, faltan estudios”, comentó la especialista de la Dirección de Estudios Arqueológicos (DEA).
Debido a que los huesos, junto a los cuales se encontraron los colgantes de cobre, estaban revueltos, es imposible saber a qué individuo debió pertenecer el sartal. El registro de 15 cráneos –algunos con deformación bilobular— hace suponer que una cantidad semejante de cadáveres fue depositada.
“Se piensa que estos individuos fueron enterrados en una especie de fosa común u osario, hecha después de haberse construido la última etapa de la Pirámide 2, rompiendo primero el muro para colocarlos y posteriormente volvieron a tapiar.
“Sólo en esta pirámide —continuó Sonia Rivero—, que es la más grande (11.60 m de alto x 28 m² de base) y que delimita la plaza principal por el lado Este, hemos encontrado e investigado dos osarios, y descubrimos otro que probablemente excavaremos en la temporada de campo de 2011”.
Respecto al osario vinculado con los objetos de cobre, Sonia Rivero indicó que por el mal estado de los huesos en general, sólo se ha podido caracterizar la morfología de tres cráneos; dos de ellos corresponden a individuos del sexo femenino de 20 y 30-35 años de edad, y el otro a uno del sexo masculino de 60-65 años, según informes de la antropóloga física Josefina Bautista.
La arqueóloga del INAH indicó que actualmente los pendientes de cobre, tres de ellos semicompletos y uno completo, son restaurados en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del INAH, a cargo de la experta Pilar Tapia. Además de los colgantes de cobre, en el osario también se encontró un cascabel de este mismo material; una orejera de ámbar, restos de textil y de cerámica.
La investigadora comentó que como parte de los trabajos de consolidación y restauración de las edificaciones prehispánicas de Lagartero, hasta el momento se han atendido tres estructuras de la plaza central, y en la temporada programada para este año se continuará con la Pirámide 2. También se han puesto en valor los altares de estas construcciones y un juego de pelota de tipo cerrado por medio de dos cabezales (56 m. x 34 m.).
Finalmente, dijo que a partir de los restos de cerámica encontrados se ha deducido que Lagartero comenzó a ocuparse desde 300 d.C., en el Clásico Temprano, y hasta el Posclásico Tardío (1200 y 1400 d.C.).
(Source INAH ) | Fuente: Maya News
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