Los restos de un oso extinto en América hace 12,000 años, es uno de los hallazgos de la arqueología subacuática en México
Jueves, 19 de enero de 2012 a las 13:13
(CNNMéxico) — Las profundidades de los cenotes del estado de Yucatán, en el sureste mexicano, preservan algunas respuestas no solo sobre la cultura maya, sino de los cambios climáticos que han ocurrido ahí desde épocas prehistóricas.
La arqueología subacuática ofrece objetos y materiales óseos en buen estado de preservación, que difícilmente se encuentran en las exploraciones en la superficie, explicó a CNNMéxico el arqueólogo Guillermo de Anda, responsable de las investigaciones de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).
Las paredes de las cavernas sumergidas también arrojan pistas sobre los distintos niveles del agua, y sus variaciones por los cambios climáticos en los últimos 15,000 años.
En la región de la península de Yucatán se tiene registro hasta el momento de unos 3,000 cenotes, de los que la UADY ha explorado cerca de 150 en conjunto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El reciente hallazgo a 50 metros de profundidad de restos pertenecientes a una especie de oso extinta en América hace unos 12,000 años, en las cercanías de las poblaciones de Sotuta y Homun, dio a los investigadores más elementos para el análisis de los cambios geológicos desde la era del Pleistoceno (hace unos 15,000 años) hasta los tiempos prehispánicos.
Junto con las mandíbulas de oso también se encontraron restos humanos que podrían tener la misma antigüedad, agrega el INAH en un comunicado.
“Es normal encontrar hallazgos de la cultura maya en los cenotes por la relación que tenían con los antiguos pobladores”, explicó de Anda.
El reciente descubrimiento es uno de los más significativos junto con la ofrenda mortuoria que fue encontrada en 2011 en uno de los cenotes cercanos a la zona arqueológica de Chichén Itzá.
El pasado de la península
Los descubrimientos de especies extintas en la península de Yucatán no se han limitado sólo a los osos que posiblemente pertenecen de la especie Arctotherium, que se extinguió hace más de 11,300 años.
“Un poco más hacia Quintana Roo se han encontrado restos de mastodontes, alrededor de ocho, así como del oso hormiguero gigante”, detalla Guillermo de Anda.
En los cenotes también se han recuperado huesos de camélidos, de caballo antiguo y tapir gigante.
Antes de la última glaciación durante el periodo Pleistoceno, la cueva estaba seca y podía ser explorada por hombres y animales. Con el deshielo, el nivel del mar subió 50 metros y la cueva quedó bajo el agua, agrega el INAH en un comunicado.
Historias submarinas
El arqueólogo Guillermo de Anda, quien está encargado de estas exploraciones subacuáticas, detalló que para él este tipo de descubrimientos son mucho más significativos debido a las dificultades que implica su desarrollo.
“La logística es una de las principales dificultades, debido al contexto mismo del lugar de la exploración. La superficie del agua está a unos 10 o 20 metros debajo de la superficie y los investigadores deben bajar junto con el equipo con cuerdas”, recordó el arqueólogo.
Debido a la profundidad y la temperatura, los investigadores pueden sufrir de hipotermia o de narcosis, que es una especie de emborrachamiento por la descompresión. Y los gases usados en los tanques de buceo podrían ocasionar intoxicaciones.
Sin importar estas complicaciones, el equipo de arqueólogos ya ha seleccionado otros seis cenotes, que por su cercanía a zonas arqueológicas o a otros sitios donde se encontraron las especies extintas, podrían ayudar a seguir desentrañando el pasado de la región.
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