Iniciación de un ajq’iij, sacerdote o sacerdotisa del Sol y del tiempo, de Momostenango, Guatemala. En las manos tiene el bulto de colorines que usa en los rituales de adivinación. Foto: Canek Estrada Peña Adivinación y pronósticos entre los mayas actualesMichela Craveri |
Durante siglos, a pesar de los 500 años de influencia cultural occidental, los mayas han mantenido la costumbre de leer su destino en las semillas de colorín y de maíz, de recibir señales divinas mediante palpitaciones en su propio cuerpo y de descifrar los designios de los dioses en los días “parlantes” del calendario. Hasta hoy en día, los sacerdotes de los Altos de Guatemala –gracias a elaboradas técnicas de interpretación– son capaces de percibir la realidad oculta mediante el estudio del tiempo y del calendario sagrado. |
El hombre y los calendarios De los tres calendarios usados en la época prehispánica, el tun de 360 días, el jaab de 365 días y el tsolk’iin de 260, los dos primeros fueron suplantados casi completamente por el calendario gregoriano y por las festividades marcadas por los santos católicos. En algunas comunidades del área maya, las actividades rituales se realizan según los augurios positivos o negativos de los días de la semana cristiana. Por ejemplo, no se pueden curar mujeres embarazadas ni el martes ni el viernes, según la implicación negativa de estos días en Europa, ya que “en martes o viernes, ni te cases ni te embarques”. Por otro lado, estos días específicos están dedicados a ciertas ceremonias, como la lectura del huevo o las limpias y las sobadas en Yucatán. El calendario ritual de 260 días, llamado cholqiij en k’iche’ y tsolk’iin en maya yucateco, “el orden de los días o del tiempo”, parece haberse olvidado en muchas comunidades de México, mientras que representa un instrumento importante de medición y de conocimiento en las tierras altas de Guatemala, en el área k’iche’, ixil, mam, kaqchikel y achi’, entre otras. Cabe mencionar que en las correspondencias calendáricas entre el sistema mesoamericano y el europeo, el ciclo de 260 días actualmente en uso ha experimentado un desplazamiento de unos días respecto a la cuenta del Clásico, por el paso del calendario juliano al gregoriano. Referencias coloniales y trabajos etnográficos realizados en el área ixil y k’iche’ a partir de los años treinta del siglo XX, atestiguan la continuidad de las técnicas tradicionales en la consulta del calendario de 260 días para realizar numerosas actividades privadas y públicas, como bodas, petición de novia, ceremonias de agradecimiento, siembra, cosecha, adivinación y curación. Durante mi trabajo de campo en el área k’iche’, en los Altos de Guatemala, he podido comprobar la vigencia e importancia de este valioso instrumento cronológico, sobre todo en contextos culturales de escaso contacto con el mundo occidental. La conservación de los rituales ancestrales podría haber sido reforzada en los últimos años por los movimientos de reivindicación étnica o por el contacto con antropólogos que han trabajado en las mismas comunidades. Sin embargo, las referencias coloniales y actuales y la difusión capilar del uso del calendario en muchos municipios de Guatemala atestiguan el valor intrínseco de estas actividades rituales para la vida de las comunidades y su continuidad en el tiempo TEXTO COMPLETO EN LA EDICIÓN IMPRESA _________________________ .Michela Craveri. Doctora en estudios mesoamericanos por la UNAM e investigadora del Centro de Estudios Mayas de la UNAM. Su campo de estudio es la literatura maya, en particular de la Colonia y de la actualidad. Ha realizado investigaciones de campo en Guatemala y en Yucatán sobre textos rituales y su retórica. |
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