Expertos de la UNAM y el INAH documentan avances en la exploración de la zona
Emir Olivares Alonso
Periódico La Jornada
Sábado 2 de abril de 2011, p. 6
En la construcción de la emblemática zona arqueológica de Palenque, en Chiapas, los mayas utilizaron rocas de una edad aproximada de 61 a 65 millones de años, así lo revelan los avances de una investigación multidisciplinaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en ese sitio.
Los investigadores han registrado relevantes progresos en exploraciones realizadas en esa zona arqueológica en especialidades como paleontología, arqueología, arqueometría y geología.
Uno de los resultados más recientes obtenidos por el equipo multidisciplinario –conformado por integrantes de los institutos de Geología (IGL) y Física (IF) de la UNAM y del INAH– es el que los mayas asentados en esa ciudad mesoamericana la edificaron con rocas provenientes de la Formación Tenejapa (unidad geológica con una edad aproximada de 61 a 65 millones de años, del periodo del Paleoceno).
Estos elementos consisten en dolomitas y calcitas microcristalinas, enriquecidas con magnesio, que fueron depositadas en una plataforma carbonatada marina. Las características físicas y químicas, así como su extracción en forma de lajas o bloques planos, y su naturaleza refractaria, resistente a ataques de soluciones ácidas, posibilitan su empleo como materia prima en la construcción de edificios y producción de estuco.
Debido a esto, los materiales se conservan mejor en esa área que en otros sitios mayas, como Calakmul, donde las estelas hechas de elementos calcáreos, que no son ricos en magnesio, se deterioran con el tiempo. Su dureza y propiedades mecánicas son muy distintas, explicó José Luis Ruvalcaba, del IF.
Revisión de edificios
Los estudios muestran que en la Formación Tenejapa también se han hallado organismos marinos fosilizados, integrados en el estuco. Además, a partir de las labores de prospección paleontológica en distintos afloramientos, dentro y fuera de la zona arqueológica, se ha identificado el posible origen de los fósiles en el entorno geológico que ese grupo humano explotaba para recuperar estos materiales.
El proyecto comenzó en 2007 con la finalidad de estudiar los fósiles marinos encontrados en Palenque. “Hay ofrendas que contienen dientes de tiburón, espinas de raya, lajas con peces fosilizados; se han localizado como parte de tumbas, pero también de material constructivo”, aseguró Martha Cuevas García, investigadora del INAH.
Al descubrir esto, se presentó una duda entre los investigadores: ¿Estos fósiles eran locales o procedían de otras regiones? Para responder esa interrogante fue que ambas instituciones decidieron colaborar.
El equipo de investigación halló y reconoció los afloramientos fosilíferos, se recuperaron muestras y se compararon. “Así, los paleontólogos universitarios determinaron que los fósiles empleados por los mayas proceden de las mismas formaciones geológicas donde se asienta la ciudad.”
Otra de las incógnitas a resolver fue si esos objetos tuvieron algún otro tipo de uso y cuál era su importancia o significado para la cultura maya, ya que fueron depositados en contextos rituales.
“Lo primero fue hacer una revisión de los edificios para detectar su empleo como elemento agregado o materia prima en el estuco de los muros de las escaleras que conducen a la tumba de Pakal, en el Templo de las Inscripciones”, señaló la investigadora.
Vestigios de textos epigráficos
Una más de las finalidades del proyecto es reconocer si los mayas sabían que el sitio donde habitaban alguna vez fue ocupado por el mar. Además de la evidencia de los fósiles, los científicos han encontrado otras como textos epigráficos y escenas iconográficas.
Con éstas se pretende determinar si pueblos mesoamericanos consideraron que el mundo había cambiado, que antes no era como lo conocían, que en el pasado existieron otras eras, creaciones y destrucciones, indicó.
La UNAM informó que las exploraciones geológicas en Palenque se habían efectuado previamente de manera regional, pero sin un trabajo paleontológico detallado como el que se realiza con este proyecto de investigación que, entre uno de sus resultados, muestra que son tres las principales formaciones que cruzan el sitio: la Formación Tenejapa, la Formación Lomut (del Eoceno, con unos 40 millones de años) y la Formación Tulijá (del Mioceno, con aproximadamente unos 25 millones de años).
Cada una de ellas, con una composición litológica característica, que abarca rocas carbonatadas, arcillosas y areniscas con diversos horizontes fosilíferos de ambientes marinos. Al contrastar la roca fuente (o materia prima) con el estuco, se pudo determinar la procedencia de los materiales empleados en el Templo de las Inscripciones de ese sitio arqueológico.
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