Miércoles, 27 de Julio de 2011
Consideran que las piezas podrían ser de las culturas zoque y chiapaneca.
Son tres piezas de más de mil años
ACRECENTA CHIAPAS ACERVO ARQUEOLÓGICO CON HALLAZGOS
*** Se trata de esculturas encontradas recientemente en los municipios de Chiapa de Corzo y Tonalá, y en las inmediaciones del río Grijalva
*** Especialistas del INAH consideran que las piezas podrían ser de las culturas zoque y chiapaneca, y que formaron parte de elementos decorativos de templos o figuras rituales
La delegación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) en Chiapas, incrementó recientemente su colección arqueológica, con la incorporación de tres esculturas prehispánicas de más de mil años de antigüedad, una de ellas encontrada por la ciudadanía de Chiapa de Corzo, y las restantes descubiertas en recientes excavaciones en el municipio de Tonalá, y en las inmediaciones del río Grijalva.
“Las tres piezas formarán parte de una exhibición temporal que el INAH presentará en septiembre próximo, en la Sala de Exposiciones Temporales del Museo Regional de Chiapas, con la intención de mostrar al público los objetos encontrados en las investigaciones arqueológicas realizadas durante los últimos 10 años, en los sitios de Palenque, Bonampak, Iglesia Vieja, Lagartero, Chiapa de Corzo y Tenam Puente”, informó Emiliano Gallaga, delegado del INAH en esa entidad.
“Una de las esculturas fue encontrada y reportada por el señor Federman Castro Hernández, y es un reflejo de que la comunidad está consciente de la importancia de resguardar, restaurar y exhibir este tipo de patrimonio cultural. Con esto, además, se busca involucrar a la población en el cuidado y preservación de piezas y sitios arqueológicos”, comentó.
El arqueólogo Gallaga detalló que dicha pieza —de aproximadamente un metro de altura— fue recibida en mayo, después de que personal de INAH hiciera el peritaje correspondiente, y determinara la originalidad y antigüedad de la misma; fue encontrada en un predio agrícola de la localidad de Narciso Mendoza, en el municipio de Chiapa de Corzo.
“Debido a su manufactura y material, consideramos —preliminarmente— que la escultura puede ser de la antigua cultura chiapaneca, la cual habitó la región de lo que hoy es la Depresión Central de Chiapas, alrededor del año 700 después de Cristo y hasta la llegada de los españoles a ese sitio en 1528.
“Quizá date de alguna fecha de ese lapso, que corresponde al periodo Clásico Tardío, sin embargo, actualmente estamos haciendo los análisis correspondientes para determinar su temporalidad exacta y filiación cultural”, señaló el arqueólogo.
La escultura de piedra metamórfica representa a un hombre en cuclillas con la mirada hacia arriba y las manos apoyadas sobre las rodillas. En la talla destacan detalles como la oquedad del arco de los pies, así como las comisuras de la boca y los ojos.
“Posiblemente estemos frente a un personaje alado, pues sobre la espalda lleva lo que podrían ser alas, y debajo de las manos se ve un par de extensiones puntiagudas que podrían representar las garras de un ave. No obstante, también pudiera ser un hombre con un mecapal con plumas (faja que se pone en la frente para cargar a cuestas), aunque no presenta la banda en la frente”, explicó Emiliano Gallaga.
El delegado del INAH en Chiapas consideró que la escultura, cuyo peso es de 400 gramos, fue utilizada como elemento decorativo en alguna ceremonia religiosa, “por la indumentaria que tiene representada la figura, es posible que se trate de la imagen de una deidad, o de un individuo involucrado en algún ritual dedicado a alguna divinidad”.
Otra de las piezas de reciente hallazgo, es una lápida prehispánica —de un metro de alto, 40 cm de ancho y 10 cm de espesor—, que fue encontrada por trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad durante labores de mantenimiento en las líneas eléctricas de la presa Chicoasén, que se ubica sobre el río Grijalva.
“Esta antigua losa se encontró casi completa y tiene grabado un diseño esgrafiado, el cual es poco visible debido al alto grado de erosión que presenta”, refirió el arqueólogo Gallaga.
“En la lápida —agregó— se logra apreciar a un personaje, posiblemente la representación de un ave, de la que se pueden ver sus garras, algunas plumas de la cola, y parte de un ala y del cuerpo; falta la cabeza, ya que la pieza se halló fragmentada”.
La losa se descubrió in situ, a mediados de junio, en un sitio arqueológico de la comunidad de Gabriel Esquinca —cerca de la presa de Chicoasén en el Valle del río Grijalva—, donde también se encontraron restos de seis unidades habitacionales y de algunos templos prehispánicos; por la ubicación geográfica del hallazgo, se deduce que la pieza es de filiación zoque.
“Tal vez, la lápida era un elemento decorativo en algún templo, jamba u otro tipo de estructura prehispánica, debido a que está careada de todos sus lados, lo que sugiere que se fragmentó al momento de separarla de donde originalmente estuvo colocada. Quizá la fragmentación se dio desde tiempos prehispánicos, porque tiene algunos bordes erosionados por el paso del tiempo”.
La tercera y último objeto recientemente descubierto, es un elemento arquitectónico hecho en granito, hallado durante la más reciente temporada de excavaciones en la Zona Arqueológica de Iglesia Vieja, ubicada en el municipio de Tonalá, a 11 km al norte de la Costa del Pacífico, próxima a abrirse al público.
“Este sitio se caracteriza por su impresionante arquitectura megalítica (estructuras de grandes bloques de piedras sin labrar), y pudo ser la capital de la cultura zoque durante el periodo Clásico (250-900 d.C.)”, indicó Akira Kaneko, arqueólogo responsable de los trabajos de investigación en el lugar.
Añadió que dicha escultura zoque —de 89 cm de largo, 28 de alto y 14 de espesor— se encontró durante los trabajos de limpieza y conservación de un posible altar prehispánico. “Creemos que es se trata de elemento arquitectónico que iba empotrado en alguna edificación o incluso pudo haber funcionado como alfarda, aunque se ignora hasta el momento a qué parte del sitio perteneció.
“Esta escultura tiene esculpida la cabeza de un águila de perfil, de la cual se nota claramente su pico curvo y ojo de gran tamaño; dicha ave, junto con el jaguar fueron animales de gran simbolismo dentro de varias culturas —entre ellas la zoque— durante periodo Clásico Temprano (250-400 d. C.), por lo que se ha determinado que su antigüedad data de ese lapso”, señaló el arqueólogo Kaneko.
“Este hallazgo — concluyó— refleja la ideología mesoamericana que concebía al águila como un ave feroz y fuerte, creencia con la que seguramente los zoques comulgaban, pues también usaron su imagen constantemente dentro de la decoración de Iglesia Vieja”.
Las tres piezas estarán bajo resguardo del Centro INAH-Chiapas y del Museo Regional de esa entidad, y serán incluidas en diferentes colecciones museísticas del estado, una vez terminados los procesos de análisis de cada una de ellas.
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