MARIA JOSEP SISCAR MÉXICO D.F.
23/03/2011 08:00 Actualizado: 23/03/2011 17
Vista de una de las playas del Parque Nacional de Cabo Pulmo, en el golfo de California. AFP
Dos campos de golf, 27.111 plazas hoteleras y un puerto para 490 embarcaciones. Es lo que pretende construir la empresa alicantina Hansa Urbana en una zona semidesértica de Baja California, al noroeste de México. El megaproyecto, bautizado como Cabo Cortés, supone construir un nuevo Cancún en el otro extremo del país, colindante además con la principal reserva marina de la región, Cabo Pulmo. Este humedal está considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por contar con una reserva marina muy productiva y el arrecife de coral más grande del golfo de California y uno de los más viejos del Pacífico americano.
El Ministerio de Medio Ambiente ha exigido más información
Según Greenpeace y otro centenar de organizaciones ecologistas nacionales y regionales, Cabo Cortés implicará daños irreparables a la reserva de Cabo Pulmo por la contaminación, producto de los residuos que generarían la superpoblación turística, los fertilizantes de los jardines y los campos de golf o las embarcaciones.
"El proyecto pone en serio riesgo la vida del arrecife de Cabo Pulmo y cuestiona su salud ecológica", resume Exequiel Ezcurra, director del Instituto para México y EEUU de la Universidad de California. La propia Comisión Nacional de Áreas Protegidas envió un informe negativo sobre el proyecto por el daño que conllevaría a los ecosistemas de esta región mexicana.
Condiciones del Gobierno
"Un complejo de 27.000 plazas no puede ser sostenible", dice Greenpeace
Sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente acaba de dar luz verde a su construcción, aunque con ciertos condicionamientos. No se reducen las ambiciones globales del plan, pero sí se cancela la construcción de la desaladora que abastecería de agua al complejo mientras la empresa no aclare dónde irá a parar la salmuera que desecha el proceso de desalinización y determine su impacto en el arrecife. De igual manera, sólo se le permite construir, de momento, la dársena, pero no las escolleras, que requieren dragar el fondo marino, y le exigen una valoración más exhaustiva del daño que podrían causar los barcos del complejo a la reserva.
"Nadie está más ocupado y preocupado que nosotros para que no se dañe Cabo Pulmo", asevera a Público el portavoz del Ministerio, Sergio Ramírez. En la misma línea, el organismo instó a las organizaciones contrarias al proyecto a hacer un "frente común" para vigilar a Hansa. "Esa no es nuestra responsabilidad", responde Alejandro Olivera, desde Greenpeace México. "Nosotros abogamos por la revocación del proyecto porque es incongruente que un complejo de 27.000 habitaciones pueda ser sostenible en algún modo", defiende.
La empresa, por su parte, "no entiende" la oposición de las organizaciones ecologistas y alega que sus fundamentos se basan en un "uso irresponsable de datos aislados". Para mitigar su impacto, explica la compañía, Cabo Cortés dedicará dos terceras partes de su superficie a áreas verdes que incluyen campos de golf, zonas recreativas, jardines y medianas donde se replantará flora autóctona, previamente arrancada y mantenida en viveros. "Se trata de un desarrollo ordenado que traerá trabajo y servicios y mejorará la vida para la comunidad", alega Jesús Guilabert, gerente de Hansa Baja Investment, filial de Hansa Urbana radicada en Los Cabos.
"Es un desarrollo ordenado que traerá trabajo y servicios", responde Hansa
El estudio de impacto ambiental de la compañía señala que el complejo necesita 4,5 millones de metros cúbicos al año de agua dulce que extraería del acuífero local, lo que equivale al 40% de la demanda total de la zona. Si llega a su máxima operación, producirá aproximadamente 39.000 toneladas de basura anuales, casi dos kilos por persona al día. Se trata de algo doblemente preocupante, porque la zona, eminentemente rural, tiene serias deficiencias en cuanto a los servicios básicos, como el acceso sanitario y el alcantarillado. De hecho, en los alrededores sólo hay un vertedero a cielo abierto, y la empresa no estaría obligada a mejorarlo.
Creación de empleos
En este sentido, el Ministerio dice que no puede prohibir ni exigir lo que no está en la ley y, al igual que Hansa, destaca la creación de riqueza que traerá el proyecto a la zona. La empresa, por ejemplo, ya ha construido un consultorio médico en el pueblo vecino de La Ribera. Además, ha buscado la aprobación ciudadana en las comunidades vecinas con promesas de empleo. La magnitud del complejo turístico requeriría la mano de obra de unos 40.000 trabajadores, aunque las cifras de paro en todo el Estado señalan que hay solamente 14.000 personas desocupadas de una población total de 637.000.
En este sentido, los ecologistas apuestan por otro modelo turístico más ajustado a las necesidades de la región y ponen como ejemplo la reserva de Cabo Pulmo. En este pueblo de pescadores, sus habitantes decidieron en 1995 cambiar las redes por el ecoturismo. La población presta servicios de buceo a los turistas, actividad más rentable que la pesca. Además, la salud del arrecife ha mejorado espectacularmente y se ha aumentado la capacidad de pesca en los fondos marinos aledaños a esta zona. Sin embargo, el biólogo marino Octavio Aburto, que trabaja en la zona, recuerda que "cualquier extracción o desarrollo urbano puede provocar cambios y la recuperación marina puede caer".
Para vigilarla, Hansa pondrá en marcha un Sistema de Monitoreo de la Calidad Ambiental de la Zona Costera. Además, asegura estar en discusiones para firmar un convenio con Cabo Pulmo por el cual la empresa les aportaría un millón de pesos anuales unos 60.000 euros durante 49 años para que emprendan acciones de mitigación de su impacto ecológico.
Hansa Urbana ha construido complejos similares en Cancún, Murcia y Alicante. "No es tolerable que las empresas del sector inmobiliario y turístico español pretendan reproducir en otros países el desastre que ya han causado aquí", concluía Mabel Bustelo, miembro de Greenpeace España, en agosto pasado.
Cabo Pulmo, el acuario del mundo
En los años setenta del siglo pasado, el explorador Jacques Cousteau bautizó el golfo de California como el "acuario del mundo".
Sus mareas se encuentran entre las mayores del planeta y cuentan con una gran diversidad biológica. Sin embargo, esta se ha reducido con el crecimiento desmesurado de los últimos años.
El único arrecife realmente saludable ahora en la región es Cabo Pulmo, salvado de la sobreexplotación pesquera hace 15 años gracias a un proyecto conjunto entre el Gobierno, la Universidad Autónoma de Baja California Sur y sus habitantes, una pequeña comunidad de 300 pescadores que ahora se dedica al ecoturismo.
Desde entonces se han incrementado en más de 400% la cantidad de peces y su tamaño es cinco veces mayor que en el resto del golfo.
Cuenta con 236 especies, entre ellas mantas gigantes, ballenas jorobadas, tortugas marinas y ejemplares de tiburón ballena, especie considerada vulnerable.
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