2 Abril, 2011 - 09:04Credito:Redacción
Esta magna exhibición que se presenta en el Museo Nacional de Antropología reúne por primera vez 411 piezas provenientes de 17 acervos, en su mayoría del INAH, a través de las cuales el visitante conocerá las características comunes de estas primeras urbes: la escritura, el control económico, aspectos ideológicos como los mitos que sustentaron las diferencias sociales, así como el desarrollo de ciencias exactas y predictivas, la arquitectura monumental, el arte figurativo y el comercio a larga distancia.
Bajo esta concepción, la muestra organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), reúne bajo un mismo techo, la Sala de Exposiciones Temporales del MNA, a las culturas maya, totonaca, zapoteca y mixteca, teotihuacana y mexica, que integran un pasado histórico de dos mil años.
Seis ciudades originarias
El profesor Eduardo Matos Moctezuma, curador general de la exposición que permanecerá hasta finales de mayo, explicó que en el mundo sólo seis sociedades alcanzaron la civilización como parte de un desarrollo propio: Egipto, Mesopotamia, China y el valle del Indo (Pakistán) en lo que se refiere a África y Oriente, mientras que en nuestro continente destacan los Andes y Mesoamérica.
“Para el desarrollo de dichas sociedades de la antigüedad fue importante contar con grandes ríos; lo que sorprende en el caso de Mesoamérica es cómo el hombre supo utilizar los distintos ecosistemas para establecer sus asentamientos”.
Seis ciudades que ejemplifican lo anterior son: Monte Albán (400 a.C.-1200 d.C.) cuyo desarrollo se dio en una región montañosa en los Valles Centrales de Oaxaca y en su apogeo alcanzó una población de 40 mil habitantes; Palenque, Chiapas (350 d.C.-830 d.C.), fue edificada en un entorno selvático donde —durante su auge— debieron vivir alrededor de 10 mil personas.
El Tajín, Veracruz (600-1200 d.C.) se ubicó en tierras húmedas de la Costa del Golfo, calculándose su población en 20 mil habitantes. Mientras que en el Centro de México, se estableció Teotihuacan (150 a.C.-650 d.C.) y tuvo cerca de 100 mil residentes debido —entre otras cosas— a su singular planificación urbana.
Finalmente, Tenochtitlan (1325-1521 d.C.) y Tlatelolco (1337-1521 d.C.) concentraron a por lo menos 175 mil habitantes en un medio lacustre que supieron dominar al ganar espacio al Lago de Texcoco, aprovechar la pesca y la caza, además de explotar los diversos yacimientos que el Valle de México ofrecía.
Seis ciudades antiguas de Mesoamérica —continuó el arqueólogo Eduardo Matos—, brinda al público una enseñanza doble: “Por un lado, el poder creativo del hombre que no se desalienta ante nada y, segundo, la manera en que los pueblos mesoamericanos se propusieron fundar sus centros habitacionales, sin importar lugares adversos y en los que quedó plasmada su idea del universo”.
En ese sentido, Diana Magaloni Kerpel, directora del Museo Nacional de Antropología, refiere que bajo distintas formas, a las ciudades mesoamericanas les unió un mismo origen mítico: “La Tierra nació como un monstruo, un saurio, que al erguirse tomó la forma de un árbol. Según la concepción mesoamericana del cosmos, éste tenia un orden vertical, dividido en tres regiones: agua primordial (inframundo), superficie de la tierra (donde ocurren los eventos humanos) y cielo (la región superior), siendo la montaña el eje que une a las tres.
Este par de mitos estuvieron presentes en el trazo de las ciudades, en la construcción de pirámides como representaciones de la montaña, y en la vida cotidiana, “de ahí que las piezas de la exhibición reflejan esas creencias”.
El montaje
El acervo que integra Seis ciudades antiguas de Mesoamérica incluye piezas a resguardo del INAH que se albergan en los museos nacionales de Antropología y de las Culturas, en el del Templo Mayor, de las Culturas de Oaxaca y museos de sitio. Otras más pertenecen a los museos Amparo (Puebla), Regional de Antropología “Carlos Pellicer Cámara” y Ventura Marín Azcuaga (Tabasco).
En el montaje, diseñado por un equipo de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH, destacan también objetos arqueológicos de reciente hallazgo y/o que tuvieron un largo proceso de restauración, de ahí que varios de ellos se exhiben por vez primera en la Ciudad de México, algunos ejemplos son:
• El danzante, bloque de piedra que muestra a un guerrero zapoteca del primer escalafón en un acto ritual en el que se sangra los genitales. Fue elaborado hacia el siglo IV a.C. para conmemorar a los primeros gobernantes de Monte Albán.
• Tablero del Templo de la Cruz Foliada, Palenque, esta escena pétrea recrea un rito que, en honor del dios GI, realizó K’inich Kan B’ahlam el día de su entronización (7 de enero de 684 d.C.), en esas ciudad maya.
• Máscara mortuoria de la Reina Roja (600 a 900 d.C.) hallada en 1994 en el Templo XIII de Palenque. Esta pieza, de 25 x 19 cm, perteneció a una mujer de elite de la época y fue elaborada con teselas de malaquita, jadeíta y obsidiana.
• Un panel que data de 702 d.C. y que evoca la muerte del señor de Palenque K’an Bahlam II
• Los fustes de los pilares del Edificio de las Columnas, de El Tajín, donde está narrada la llegada del gobernante Trece Conejo, quien conquistó esta urbe e inició profundos cambios en su arquitectura hacia 800- 1200 d.C.
• Un monolito teotihuacano con la representación del Monstruo de la Tierra, realizado entre los siglos I y II d.C., y que fue ricamente decorado con pigmentos de varios colores.
• Cuchillos de obsidiana en forma de serpiente que formaron parte de una ofrenda que fue hallada en el interior de la Pirámide de la Luna, en Teotihuacan.
• Escultura del dios viejo del fuego o Huehuetéotl, considerada la más completa hallada hasta ahora en las inmediaciones de la Zona Arqueológica de Teotihuacan.
• Almena en forma de caracol que debió rematar un edificio de la antigua Tenochtitlan, posiblemente un calmecac —escuela de hijos de los gobernantes—, entre 1250 y 1521 d.C.
• Una canoa hecha de un solo tronco que navegó los canales de Tenochtitlan y el Lago de Texcoco a finales del siglo XV.
• Tres dinteles de madera que pertenecieron hace 800 años a un edificio de Tlatelolco, y que pudo haber visto Hernán Cortés a su arribo a esta antigua ciudad. La restauración de estas piezas, por parte de expertos del INAH, implicó un trabajo de 15 años.
Aunque la curaduría general de Seis Ciudades de Mesoamérica corrió a cargo de Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del INAH, las secciones correspondientes a cada urbe tuvieron como responsables a especialistas en cada una de éstas: Martha Carmona (Monte Albán), Laura Filloy (Palenque), Patricia Castillo (El Tajín), Alejandro Sarabia (Teotihuacan) y Bertina Olmedo (Tenochtitlan y Tlatelolco).
Con una museografía que permite “hablar” a las piezas mismas, el recorrido parte con las salas Culturas originales y Mitos originarios, para continuar con las dedicadas a cada una de las ciudades: Monte Albán, Palenque, El Tajín, Teotihuacan, Tenochtitlan y Tlatelolco, vinculadas por su ecosistema.
Así mismo, el montaje reproduce las características arquitectónicas de cada urbe, tanto de sus espacios ceremoniales como residenciales, un ejemplo de ello es la recreación de una tumba zapoteca; del arco falso de los templos mayas, las canchas de Juego de Pelota de El Tajín y de un conjunto residencial teotihuacano con sus muros pintados, por citar algunos.
Otros materiales que complementan la exposición, son recreaciones de cómo debieron lucir estas metrópolis en su esplendor, además de audiovisuales en torno a sus oficios más representativos: la orfebrería en Monte Albán, el estuco en Palenque, la pintura mural en El Tajín, la cerámica en Teotihuacan, la plumaria en Tenochtitlan y el mercadeo en Tlatelolco.
Finalmente, la edición del catálogo de la exposición compila ensayos de reconocidos investigadores como Eduardo Matos, Bertina Olmedo, Rubén Cabrera, Diana Magaloni, Jesús Galindo, Miguel León-Portilla, Nelly Robles, Patricia Castillo, Saburo Sugiyama, Salvador Guilliem, Teresa Uriarte y Sara Ladrón de Guevara.
Más información en www.inah.gob.mx/ciudadesantiguas.
Seis ciudades antiguas de Mesoamérica. Sociedad y Medio Ambiente.
FUENTE
Foto: Notimex
Las antiguas culturas que florecieron en lo que hoy es México, lo hicieron en diferentes nichos ecológicos, un caso único con respecto a las demás civilizaciones originarias del mundo; mostrar la manera en que el hombre prehispánico controló esta biodiversidad y creó grandes ciudades como Monte Albán, Palenque, El Tajín, Teotihuacan, Tenochtitlan y Tlatelolco, es el hilo conductor de la exposición Seis ciudades antiguas de Mesoamérica. Sociedad y Medio Ambiente.
Esta magna exhibición que se presenta en el Museo Nacional de Antropología reúne por primera vez 411 piezas provenientes de 17 acervos, en su mayoría del INAH, a través de las cuales el visitante conocerá las características comunes de estas primeras urbes: la escritura, el control económico, aspectos ideológicos como los mitos que sustentaron las diferencias sociales, así como el desarrollo de ciencias exactas y predictivas, la arquitectura monumental, el arte figurativo y el comercio a larga distancia.
Bajo esta concepción, la muestra organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), reúne bajo un mismo techo, la Sala de Exposiciones Temporales del MNA, a las culturas maya, totonaca, zapoteca y mixteca, teotihuacana y mexica, que integran un pasado histórico de dos mil años.
Seis ciudades originarias
El profesor Eduardo Matos Moctezuma, curador general de la exposición que permanecerá hasta finales de mayo, explicó que en el mundo sólo seis sociedades alcanzaron la civilización como parte de un desarrollo propio: Egipto, Mesopotamia, China y el valle del Indo (Pakistán) en lo que se refiere a África y Oriente, mientras que en nuestro continente destacan los Andes y Mesoamérica.
“Para el desarrollo de dichas sociedades de la antigüedad fue importante contar con grandes ríos; lo que sorprende en el caso de Mesoamérica es cómo el hombre supo utilizar los distintos ecosistemas para establecer sus asentamientos”.
Seis ciudades que ejemplifican lo anterior son: Monte Albán (400 a.C.-1200 d.C.) cuyo desarrollo se dio en una región montañosa en los Valles Centrales de Oaxaca y en su apogeo alcanzó una población de 40 mil habitantes; Palenque, Chiapas (350 d.C.-830 d.C.), fue edificada en un entorno selvático donde —durante su auge— debieron vivir alrededor de 10 mil personas.
El Tajín, Veracruz (600-1200 d.C.) se ubicó en tierras húmedas de la Costa del Golfo, calculándose su población en 20 mil habitantes. Mientras que en el Centro de México, se estableció Teotihuacan (150 a.C.-650 d.C.) y tuvo cerca de 100 mil residentes debido —entre otras cosas— a su singular planificación urbana.
Finalmente, Tenochtitlan (1325-1521 d.C.) y Tlatelolco (1337-1521 d.C.) concentraron a por lo menos 175 mil habitantes en un medio lacustre que supieron dominar al ganar espacio al Lago de Texcoco, aprovechar la pesca y la caza, además de explotar los diversos yacimientos que el Valle de México ofrecía.
Seis ciudades antiguas de Mesoamérica —continuó el arqueólogo Eduardo Matos—, brinda al público una enseñanza doble: “Por un lado, el poder creativo del hombre que no se desalienta ante nada y, segundo, la manera en que los pueblos mesoamericanos se propusieron fundar sus centros habitacionales, sin importar lugares adversos y en los que quedó plasmada su idea del universo”.
En ese sentido, Diana Magaloni Kerpel, directora del Museo Nacional de Antropología, refiere que bajo distintas formas, a las ciudades mesoamericanas les unió un mismo origen mítico: “La Tierra nació como un monstruo, un saurio, que al erguirse tomó la forma de un árbol. Según la concepción mesoamericana del cosmos, éste tenia un orden vertical, dividido en tres regiones: agua primordial (inframundo), superficie de la tierra (donde ocurren los eventos humanos) y cielo (la región superior), siendo la montaña el eje que une a las tres.
Este par de mitos estuvieron presentes en el trazo de las ciudades, en la construcción de pirámides como representaciones de la montaña, y en la vida cotidiana, “de ahí que las piezas de la exhibición reflejan esas creencias”.
El montaje
El acervo que integra Seis ciudades antiguas de Mesoamérica incluye piezas a resguardo del INAH que se albergan en los museos nacionales de Antropología y de las Culturas, en el del Templo Mayor, de las Culturas de Oaxaca y museos de sitio. Otras más pertenecen a los museos Amparo (Puebla), Regional de Antropología “Carlos Pellicer Cámara” y Ventura Marín Azcuaga (Tabasco).
En el montaje, diseñado por un equipo de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH, destacan también objetos arqueológicos de reciente hallazgo y/o que tuvieron un largo proceso de restauración, de ahí que varios de ellos se exhiben por vez primera en la Ciudad de México, algunos ejemplos son:
• El danzante, bloque de piedra que muestra a un guerrero zapoteca del primer escalafón en un acto ritual en el que se sangra los genitales. Fue elaborado hacia el siglo IV a.C. para conmemorar a los primeros gobernantes de Monte Albán.
• Tablero del Templo de la Cruz Foliada, Palenque, esta escena pétrea recrea un rito que, en honor del dios GI, realizó K’inich Kan B’ahlam el día de su entronización (7 de enero de 684 d.C.), en esas ciudad maya.
• Máscara mortuoria de la Reina Roja (600 a 900 d.C.) hallada en 1994 en el Templo XIII de Palenque. Esta pieza, de 25 x 19 cm, perteneció a una mujer de elite de la época y fue elaborada con teselas de malaquita, jadeíta y obsidiana.
• Un panel que data de 702 d.C. y que evoca la muerte del señor de Palenque K’an Bahlam II
• Los fustes de los pilares del Edificio de las Columnas, de El Tajín, donde está narrada la llegada del gobernante Trece Conejo, quien conquistó esta urbe e inició profundos cambios en su arquitectura hacia 800- 1200 d.C.
• Un monolito teotihuacano con la representación del Monstruo de la Tierra, realizado entre los siglos I y II d.C., y que fue ricamente decorado con pigmentos de varios colores.
• Cuchillos de obsidiana en forma de serpiente que formaron parte de una ofrenda que fue hallada en el interior de la Pirámide de la Luna, en Teotihuacan.
• Escultura del dios viejo del fuego o Huehuetéotl, considerada la más completa hallada hasta ahora en las inmediaciones de la Zona Arqueológica de Teotihuacan.
• Almena en forma de caracol que debió rematar un edificio de la antigua Tenochtitlan, posiblemente un calmecac —escuela de hijos de los gobernantes—, entre 1250 y 1521 d.C.
• Una canoa hecha de un solo tronco que navegó los canales de Tenochtitlan y el Lago de Texcoco a finales del siglo XV.
• Tres dinteles de madera que pertenecieron hace 800 años a un edificio de Tlatelolco, y que pudo haber visto Hernán Cortés a su arribo a esta antigua ciudad. La restauración de estas piezas, por parte de expertos del INAH, implicó un trabajo de 15 años.
Aunque la curaduría general de Seis Ciudades de Mesoamérica corrió a cargo de Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del INAH, las secciones correspondientes a cada urbe tuvieron como responsables a especialistas en cada una de éstas: Martha Carmona (Monte Albán), Laura Filloy (Palenque), Patricia Castillo (El Tajín), Alejandro Sarabia (Teotihuacan) y Bertina Olmedo (Tenochtitlan y Tlatelolco).
Con una museografía que permite “hablar” a las piezas mismas, el recorrido parte con las salas Culturas originales y Mitos originarios, para continuar con las dedicadas a cada una de las ciudades: Monte Albán, Palenque, El Tajín, Teotihuacan, Tenochtitlan y Tlatelolco, vinculadas por su ecosistema.
Así mismo, el montaje reproduce las características arquitectónicas de cada urbe, tanto de sus espacios ceremoniales como residenciales, un ejemplo de ello es la recreación de una tumba zapoteca; del arco falso de los templos mayas, las canchas de Juego de Pelota de El Tajín y de un conjunto residencial teotihuacano con sus muros pintados, por citar algunos.
Otros materiales que complementan la exposición, son recreaciones de cómo debieron lucir estas metrópolis en su esplendor, además de audiovisuales en torno a sus oficios más representativos: la orfebrería en Monte Albán, el estuco en Palenque, la pintura mural en El Tajín, la cerámica en Teotihuacan, la plumaria en Tenochtitlan y el mercadeo en Tlatelolco.
Finalmente, la edición del catálogo de la exposición compila ensayos de reconocidos investigadores como Eduardo Matos, Bertina Olmedo, Rubén Cabrera, Diana Magaloni, Jesús Galindo, Miguel León-Portilla, Nelly Robles, Patricia Castillo, Saburo Sugiyama, Salvador Guilliem, Teresa Uriarte y Sara Ladrón de Guevara.
Más información en www.inah.gob.mx/ciudadesantiguas.
Seis ciudades antiguas de Mesoamérica. Sociedad y Medio Ambiente.
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