Eso explica la ceguera de millones de personas a la hora de acercarse a fenómenos como el de los chemtrails y sus derivadas, la existencia de vida más allá de la humana conocida en este planeta, la existencia de una “vida” después de la muerte; eso explica la dificultad de nuestras mentes a la hora de encajar la idea de inexistencia real del tiempo, tal y como lo concebimos, la complejidad del entramado espiritual, la conexión absoluta y permanente del Todo, etc.
Como dice David Icke, la mayor parte de la gente vive en un estado hipnótico. Estamos en trance hipnótico mientras realizamos las tareas cotidianas, miramos la televisión y asumimos que el Sol sale por el mismo lugar cada mañana y que iremos de vacaciones en próximo año si conseguimos ahorrar un poco.
La hipnosis siempre funciona a la perfección cuando la programación introduce elementos que están dentro de nuestro sistema de creencias pre-establecido. Existe un caso conocido en hipnosis experimental que se ilustra de la siguiente forma:
A un sujeto bajo hipnosis le fue dicho que cuando se despertara de una sesión hipnótica sería incapaz de ver un tercer hombre en la habitación porque, según se le dijo, éste se habría convertido en un ser “invisible”. Se le dieron todas las indicaciones para que ,de hecho, no viera a la tercera persona en aquel lugar, pero cuando el sujeto se despertó, enseguida se dieron cuenta de que las indicaciones no habían funcionado. El sujeto podía ver perfectamente a la tercera persona sin ningún tipo de problema en aquella habitación.
La sesión no había funcionado porque la idea de que el hombre podía conocer la invisibilidad era algo que simplemente no entraba en su sistema de creencias. Al no creer en esa posibilidad, al no creer que un hombre pudiera volverse invisible, así como así, las sugerencias en estado de trance no funcionaron.
Más tarde se probó a realizar el mismo ejercicio con otra táctica diferente. Esta vez, el sujeto fue hipnotizado, pero se le indicó que el tercer hombre había salido de la habitación porque tenía que ir a ocuparse de un negocio urgente. El tercer hombre se puso el abrigo, se le dijo al sujeto bajo hipnosis que esa persona salía del cuarto, se hizo el ruido apropiado cerrando la puerta para hacer la situacion verosimil, y finalmente se despertó al sujeto del trance, mientras el tercer hombre seguía allí.
Lo que resultó de este experimento es que el sujeto no podía ver al tercer hombre en la habitación. Su mente había sido burlada con las indicaciones, efectos especiales y explicaciones oportunas. La sesión de hipnosis resultó un éxito. Esta vez el sistema de creencias fue “activado” de una manera que era “aceptable” para sus instintos de “supervivencia del ego”. No había nada en esas indicaciones que pudiera ser considerado una amenaza para el sistema de creencias de aquel individuo y , por lo tanto, el sistema “inmunitario” de la mente dejó colar esa programación haciendo invisible al hombre de carne y hueso en la habitación. En este mundo, la supervivencia del ego respecto a lo que es y no es posible queda establecida muy temprano en la vida por nuestros programas paternales y sociales. Aprendemos esto al asimilar aquello que cree nuestra familia y nuestra sociedad.
El Tercer Hombre “invisible” en la habitación andaba por allí recogiendo y dejando cosas, apoyando cosas, sin dejar de moverse e interactuar con los objetos de la habitación para poner a prueba la conciencia del sujeto a su presencia. Podemos imaginarnos lo que ocurrió cuando el individuo veía moverse a los objetos solos por la habitación sin nadie que los portara, llegando a rozar la histeria debido a toda esta actividad “anómala”. El sujeto podía ver objetos moviéndose a través del aire, puertas abriéndose y cerrándose, pero, tal y como había sido programado, era incapaz de ver el cuadro completo de lo que ocurría allí porque no creía que hubiera otro hombre en la habitación.
Al parecer, esta es la razón por la cuál la mayor parte de las terapias para eliminar malos hábitos no funcionan; dichas terapias intentan operar en contra de “sistema de creencias” del propio paciente que está muy claramente impreso en el subconciente. El inconsciente del paciente está convencido de que ese hábito la asegura la supervivencia y por lo tanto, nada que lo ponga en riesgo será aceptado.
Lo primero y más grave que se deduce de esta experiencia es que la realidad que percibimos no es objetiva y que pertenece al ámbito de la experiencia/percepción del individuo. En esa misma habitación la realidad para dos de los sujetos era de tres personas allí, mientras que para uno de ellos, sólo había dos personas y un montón de actividad “paranormal”.
Lo segundo que me sugiere es la cantidad de “teatro” que los hipnotizadores globales introducen en nuestras vidas, con ruideros y científicos incluídos, para conseguir introducir en nuestra mente programas parciales. Esto es lo que me sugieren asuntos como el de los peces y aves muertos por millones, el enigma del Golfo de México, los eventos en el espacio… uno tiene la sensación de estar siendo engañado constantemente. Las explicaciones oficiales son de risa, pero sólo un poco menos increíbles que las que se ofrecen como segunda alternativa a nuestra mente “conspirativa”.
Lo tercer que me sugiere es la pregunta de si, como sujetos bajo hipnosis permanente, somos capaces de “despertar” solos de un trance una vez iniciada la programación. ¿Es posible que a un tipo que está siendo hipnotizado le “despierte” el sonido de una campaña de Iglesia o el ruido de un teléfono que no estaba en el programa?.
Lo cuarto que me sugiere es que sólo cambiando nuestro sistema de creencias podemos impedir que ciertas técnicas de programación funcionen. Pero ¿qué impide que funcionen otras más elaboradas y complejas como en el caso del sujeto en la segunda sesión?.
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