31 de marzo de 2010 • 10:09
Las piñatas, posadas y pastorelas son sólo algunas tradiciones Navideñas que han pasado de generación en generación durante años. Pero son pocos los que realmente conocen el significado de las mismas y la historia detrás de estas tradiciones que nos caracterizan como mexicanos.
Compartir costumbres y tradiciones ancestrales con nuestra comunidad y en especial con la familia, refuerza nuestros lazos y nos da un sentido de pertenencia. Las tradiciones en México tienen características distintivas a las de otros países, ya que tienen un fuerte componente prehispánico que nace con la fusión de dos culturas: la indígena y la española.
¿CÓMO SURGE LA TRADICIÓN NAVIDEÑA EN MÉXICO?
Cuando los evangelizadores llegaron a la Nueva España, en su afán de difundir la religión buscaron aprovechar puntos de contacto que facilitaran la conversión de los indígenas.
Por ejemplo, el día que los aztecas celebraban el nacimiento de Huitzilopochtli coincide con la época de Navidad. Estos días los tenochcas llevaban invitados a sus casas y les ofrecían tzóatl lo que hoy conocemos como “alegría” (dulce de amaranto). Así, de alguna manera, “fusionaron” tradiciones cristianas con costumbres festivas que dieron un buen resultado.
La piñata, el nacimiento, las posadas, los reyes magos, las pastorelas, la cena de Navidad y los villancicos son sólo algunas de las costumbres que se implantaron en el periodo Virreinal. Las cuales, aunque pertenecen enteramente a la tradición cristiana, adoptaron rasgos y elementos indígenas que permanecen hasta nuestros días.
LAS POSADAS.
Se dice que surgieron de las celebraciones de las Iglesias para instalarse en las calles y plazas durante el período virreinal.
Al anochecer se acostumbra comenzar la posada con una oración, luego se forma la gente detrás de los “santos peregrinos” (José y María) con velas y cantos, se dicen las letanías para luego pasar al patio a romper la piñata.
LA PIÑATA.
En realidad la piñata no tiene un origen mexicano, sino chino. En China se confeccionaban figuras de animales cubiertas con papeles de colores rellenas de semillas y se les golpeaba con varas de colores.
Gracias a Marco Polo llega esta costumbre a Europa en el siglo XII, donde se le llama la “pignata”. Aquí adquiere su propia simbología: representa la vanidad, la venda en los ojos la fe y el palo la virtud que vence el mal.
De Italia pasa a España y los conquistadores la traen consigo al Nuevo Mundo. Los catequistas aprovecharon esta costumbre depurándola y adornándola con símbolos bíblicos como la lira de David, la estrella de Belén o la rosa de Jericó, todo con vistosos colores. Con ella atraen a los indígenas a las festividades religiosas de la Navidad, en especial a los niños.
LAS PASTORELAS.
Durante el Virreinato, las ordenes religiosas aprovechan el fuerte potencial teatral de la cultura Náhuatl para propagar en forma didáctica la religión cristiana.
Estas pastorelas se derivan del teatro europeo medieval. De España pasan a México, y mientras aquí proliferan, allá desaparecen.
Según historiadores, la primera escenificación data de 1527 en Cuernavaca bajo el título “La comedia de los Reyes” Hay documentos que hablan de otra pastorela que representa la batalla entre San Miguel y Lucifer. Esta obra se encontró escrita en náhuatl.
Aunque al principio las pastorelas tuvieron una finalidad evangelizadora, se convirtió en una costumbre que acogió el pueblo como parte de su cultura y costumbres.
Esencialmente las características de las pastorelas han sido las misma a lo largo de cuatrocientos años. Son escritas por lo regular en verso, tienen la misma trama, sus personajes son ingenuos pastores, o varios demonios, arcángeles, ángeles, los reyes Magos y la Sagrada Familia.
La costumbre de las pastorelas tomó con el tiempo un carácter menos sacro y más mundano. Al popularizarse dejan de ser un género culto y se llena de humorismo involuntario y hasta picaresco.
A la pastorela se le han incorporado cantos y música tradicionales de cada región.
EL NACIMIENTO.
La representación de Jesús, María, José, los pastores, los ángeles, el burro, la vaca y el pesebre se celebra desde la llegada de los primeros misioneros.
El toque mexicano lo da la destreza artesanal que se pone en su elaboración que hoy en día podemos llamar un arte popular.
Cada región tiene su muy particular forma de elaboración.
Algunas son exquisitas obras de arte, tanto de tamaño natural como miniaturas. Su costumbre en México es tal que ni siquiera la penetración cultural que ha impuesto el árbol de Navidad ha podido doblegar su tradición.
LOS REYES MAGOS.
Su costumbre viene también de la época virreinal. La venida de los Reyes Magos se celebra la víspera del 6 de enero y, a diferencia de Santa Claus que también obsequia regalos a los niños, los primeros están acompañados de una larga tradición y que además tiene otra costumbre: la rosca de Reyes.
La rosca sugiere una corona real con ornamentos que simbolizan las joyas de la misma y que en su interior se encuentra un muñequito que representa al niño Jesús.
Cada uno de sus componentes tiene un significado: el higo representa la posteridad, el dátil la alegría, el durazno la cordialidad, la pera la fertilidad, la manzana la amistad y la cereza la paz.
Quien obtiene el muñequito, deberá - según la costumbre - invitar a los comenzales de ese día “unos tamales” el 2 de febrero, fiesta de la Candelaria o de la presentación del niño Jesús al Templo.
La piñata, posada, pastorela... todas estas costumbres que nos traen recuerdos de tiempos no tan pasados y nos llenan de nostalgia, son tradiciones que se van perdiendo con el paso del tiempo, la modernidad y la internacionalización.
Sin cerrarse al mundo es importante conservar costumbres y tradiciones que forman parte de nuestro país, cultura, historia y desde luego, de nosotros mismos.
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