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domingo, 19 de diciembre de 2010

ENTRE EL GOZO Y LA OFRENDA


TURISTA MUNDIAL


La Reconquista espiritual de los pueblos indígenas



Ni aún hoy, en que el Puente de Wiricuta se mantiene abierto entre los dos pueblos de Hispania y de México, podemos decir que los mexicanos son de manera pura indígenas o españoles, sino tan solo los portaestandartes de la raza verde (amarillo dorado del Sol y azul de la Tierra), la de los amantes de la ley divina que se expresa en la naturaleza humana y planetaria, y que está compuesta por hijos de todas las razas, naciones y religiones del mundo. Los indígenas y los españoles son el pasado, pero no sólo los indígenas de América, sino nuestros antepasados medievales, devotos del dios Pan y adoradores de las fuerzas del cielo y de la tierra. Por eso no podemos elegir ninguno de los dos bandos (el pasado o el futuro) ya que somos una nueva raza transmutada, aunque es fácil comprender que no podríamos avanzar evolutivamente sin integrar también en nosotros la sabiduría de nuestros abuelos indígenas y las realizaciones místicas y elevadas de la despectivamente llamada 'brujería medieval'.




Por eso volvemos a los antiguos lugares de poder y manejamos una nueva concepción del tiempo, basada en la sabiduría antigua. Para nosotros las montañas y las cuevas, los dólmenes y los menhires, los centros de peregrinación ancestral y los nuevos focos devocionales. Para ellos las pirámides y los lugares sagrados de las misteriosas civilizaciones maya, olmeca, tolteca, azteca, teotihuacana o chichimeca. Todos tratamos retornar al conocimiento sagrado unificado que existió antes de que las luchas fratricidas separasen los dos polos de la creación, el masculino y el femenino, dando a uno de ellos poder y control sobre el otro, y rompiendo el equilibrio de fuerzas que mantiene a la luz de la creación en un continuo proceso creativo. Esta Tradición inmortal o Filosofía perenne fue un día considerada como el Centro de Armonía del Universo, ya que es la ley que rige la vida de la Confederación Galáctica en la que, dentro de muy pocos años, entraremos como miembros de pleno derecho, después de haber extirpado de nuestros campos la cizaña del poder y la violencia.



Cada centro ceremonial recibe un cierto tipo de energía, determinada por las fuerzas telúricas del lugar y por su capacidad para asimilar las poderosas radiaciones de uno u otro de los focos de emisión estelar que se vierten como una sutil lluvia luminosa e invisible sobre la superficie de la tierra. Hay que comprender que la ecosfera planetaria está encerrada en una costra muy densa e impenetrable a la luz, que podríamos llamar psicosfera, creada por la infinita producción de emociones negativas que se emiten cada día, como humo negro, de cada una de las cabezas y corazones de los habitantes de este atormentado planeta azul.



Sólo en los Lugares de poder natural y en los Centros ceremoniales activos, es posible abrir Puertas Dimensionales (con la participación unificada de gran número de personas despiertas) para que pueda llegar hasta nosotros la ayuda de los Hermanos invisibles y Seres Angélicos que tienen a su cargo la evolución de la Conciencia sobre la Tierra. Del lejano cosmos nos llegan las vibraciones (ondas y corpúsculos) que emiten las estrellas, los agujeros negros, el alma de las diferentes galaxias, etc., y en estados alterados de la conciencia se captan las cuerdas del universo, 'las interlineas de alto poder y que permiten autogenerar grandes cantidades de energía bautizadas como fuerza galáctica o fuerza G', que siempre han sido usadas de manera mágica por los chamanes de las diferentes épocas, como intermediarios entre el cielo y la tierra.


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